El talento lo lleva en su ADN
Desde chico, con 14 años, ya tenía inquietudes. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios para coger técnica; el talento ya lo tenía de sobra. Sus primeras incursiones en el mundo del arte se ciñeron a la cultura procesional para hermandades; de él son los titulares de la hermandad jerezana del Consuelo. Sin embargo, cuando dio sus primeros pasos la Asociación de Belenistas de Jerez, se le abrió un nuevo mundo y encontró su verdadera vocación como escultor de figuras para nacimientos, además de ser un escenógrafo belenista excepcional.
Su fama traspasa fronteras, estando considerado como el mejor escultor en esta disciplina en España y a escala mundial está considerado entre los tres mejores. Incluso su obra y él mismo han sido ejes de una tesis doctoral. El Martínez Montañés del belenismo vive en Jerez. Como el afamado escultor e imaginero de Alcalá la Real, la obra belenista de Ramírez Pazos funde estilos, es clásica, sobria y muy profunda.
Lo que más le satisface a estas alturas, cuando ha cumplido 62 años, es que ahora puede elegir los trabajos; hace lo que le apetece gracias a la ‘marca’ propia que se ha forjado. El Belén napolitano es para él la esencia del nacimiento. No es capaz de saber cuánta obra ha salido de sus manos; mucha, variada y de excelente calidad artística, en eso coinciden todos los expertos. En su taller de la calle Rendona acumula piezas terminadas, otras a medio hacer y todos los cachivaches necesarios para dar forma a esa singular imaginería belenista.
Pero lo esencial son sus manos y su talento cuando coge un poco de barro y empieza a modelar un rostro. En pocos minutos saca de ese moldeado un rostro grotesco, original que rápidamente parece que cobra vida. Es Pedro Ramírez, el Martínez Montañés de la escultural más difícil de ejecutar, la que tan solo mide como máximo 38 centímetros. De ahí para abajo.
Pues desde chico tuve inquietudes artísticas, mi padre me guió por ese camino. Estudié en la Escuela de Artes y Oficios y empecé a hacer figuras de belenes.
Tengo la suerte de que alguna hermandad me ha encargado sus imágenes. Tengo varias en Jerez, como en El Consuelo; también en Rota porque tuve la suerte de trabajar dos años en Olioz Arte. Allí conocí a gente muy metida en el mundo del arte; aprendí mucho de ellos.
Eso fue una casualidad. Hubo un momento en el que participo en la Asociación de Belenistas de Jerez, cuando era una asociación puntera en España en la época de Pepe Guerra, Manuel Valencia Iglesia… a partir de ese momento hubo alguien que me encarga figuras por el éxito que tuvo un diorama que instalé con figuras hechas por mí. Tendría 17 años y fue Lete el que me las encarga, también Pepe y otros más. De eso hace más de 40 años.
Ya menos porque hay mucha competencia. También hay quienes copian muy bien. Bien es cierto que he hecho tanta producción y toda diferente que te agota, la creatividad te falta a veces; te supera. El año 2000, creé el Belén de Caja San Fernando en Sevilla; fue un año y una obra muy importante en mi lanzamiento y popularización de mi trabajo. Lo visitaron cerca de 70.000 personas. Fue un Belén hecho con figuras hebreas articuladas que prácticamente las inventé yo porque ese tipo de piezas se remitían a los nacimientos napolitanos. Desde ese momento no daba pie con bola. Me llamaban desde todas partes y del extranjero.
"Mi producción es tan extensa que llega a agotarte; te supera"
La creatividad la tengo estupenda pero sin agobios. Relajado y haciendo los encargos que a mí me apetecen que es la situación más bonita para un creativo. Elegir o hacer lo que te dé la gana. Llegas al punto a que la gente se adapta a lo que tú quieres y no lo que ellos quieren de ti. Creo que me he creado una marca propia de prestigio y lo que lleve mi firma es demandado más allá que sea o no la idea que tenía el cliente.
Claro, aunque yo tenía mi trabajo, no rechazaba ningún encargo quisieran algo original o imitando a algún autor. Eso me saturó. Llegas a la conclusión de parar para demostrar mi capacidad mi forma y mi estilo. De lo contrario el camino era cortar radicalmente. Antes el teléfono me sonaba con pedidos a cualquier hora del día o de la noche. Eso no era vida.
Me dicen que estoy en lo máximo. Hay un dato, de los pocos libros que hay sobre belenismo, escrito por Martinez Palomero, señala que el arte del belenismo lo marca Cádiz con Ángel Martínez, en el siglo XIX, y después me nombra a mí. Está feo que me eche flores pero en España me consideran el mejor actualmente y en Italia me conocen y aprecian mucho.
"Llega un momento en el que tienes que parar para demostrar mi estilo y mi capacidad real"
No hay secretos. Esto exige experiencia y trabajo; también un don natural y que la escultura sea algo que te guste desde siempre también las bellas artes; lo llevas en tu ADN.
La verdad es que no, incluso creando belenes napolitanos que no es tan preciso en sus formas. He hecho cosas que no tiene que ver con lo que hay. Por ejemplo hice una huida a Egipto napolitana que nunca se había hecho. La escena del nacimiento es el culmen del Belén de ese estilo pero esa escena de la huida a Egipto creó escuela. Para llegar a ese nivel es importante formarse intelectualmente, leer sobre la Roldana y los mejores escultores; referencias sobre artistas muy buenos que te dan ideas e incentivan tu creatividad. Me ha preocupado mucho la investigación sobre el mundo belenista cuando comenzaba. Quería conocer la escultura y no el muñequito de los belenes. Son cosas muy diferentes.
Creo que el napolitano llega a la máxima expresión del belenismo. En Nápoles no se crea el nacimiento de Cristo, se crea la propia ciudad en torno a ese nacimiento: la escenografía donde aparecen personajes, como vendedores y otro figurantes de la sociedad de la época, todo en torno a un misterio que casi está en un segundo plano. El napolitano es el Belén por excelencia, me refiero a los realizados en el XVII o XVIII no lo que se está haciendo ahora de tipo comercial que hacen figuritas que las visten con cualquier tejido. El auténtico tiene su tejido propio que es la seda natural y no cualquier trapo y vestidos de cualquier manera.
Cierto es, incluso he vendido cosas allí napolitanas y figuras de serie. Hubo una época que tuve un intercambio comercial entre un italiano y yo. Me ofreció un Belén del XVIII. No estaba completo y él se llevó figuras mías. Quedé encantado cuando vi esa imaginería tan fantástica de 38 centímetros, que es la medida estándar de Nápoles. Completé ese nacimiento y lo expuse en el año 99 en Jerez.
Imposible. Hay cosas que ni siquiera reconozco como mías a no ser que me lo digan. Nuca he pretendido llevar una cuenta de mi obra.
Uno que monté en mi casa que fue el primer ‘pelotazo’ que di ganando el primer premio del concurso. En ese introduje técnicas que estaba investigando y resultaban muy novedosas: me encanta experimentar con materiales nuevos y crear escenarios diferentes, llamativos. Eso es muy propio de los locos, meterte en cosas nuevas, enfrentarte en técnicas complicadas que no sabes cómo van a terminar.
No lo sé. Todavía estoy activo, no sé qué se me puede ocurrir mañana. Lo mismo se me ocurre alguna genialidad.
Lo fue, tuvo su época. Ahora nos superan muchas ciudades incluso de la misma Andalucía.
"Jerez lo regala todo... tanto ha enseñado que ya nos superan; tienes que reservarte los secretos más íntimos"
Así es. La raíz fueron los cursillos belenistas que se dieron. La gente venía con ideas muy claras de aprender. En Sevilla, por ejemplo, no entendía el belenismo como no fuera con el corcho de alcornoque y las casitas de cartón. Hasta que llegó Jerez, que lo regala todo. Se editó un libro sobre las técnicas belenistas jerezanas que sirvió de modelo para muchos como enseñando novedades entonces de cómo tratar el porespan en la creación de casas y elementos de la escena además de otras muchas técnicas que incluso las han mejorado afuera.
Yo me quejaba en ese aspecto. No se puede regalar esto porque es un patrimonio propio de una ciudad concreta y no lo puedes hacer público entero. Tienes que reservarte los secretos más íntimos, las pinturas más concretas… Eso es un regalo por la cara.
Para mí el mejor belenista y escenógrafo fue Pepe Guerra que tanto lo echamos en falta, también Lete con la inclusión de nuevos materiales creando del mítico belén de las Angustias, el de Juan Mateos en la Peña el Cañizo y me acuerdo de Antonio Peña Bernal, un magnífico belenista que se nos fue; tenía una paciencia increíble, una gran virtud para dedicarse a esto.
He hecho lo que he querido hacer. He hecho cosas para casi toda Andalucía e incluso algo para el extranjero. También yo mismo me he frenado. Es cierto que antes solo éramos Castell en Barcelona, Mayo en Madrid y yo en Jerez los más demandados. Los tres somos los referentes para muchos apasionados del belenismo.
La escultura en general es una sola cosa lo que cambia es el tamaño. Las expresiones han de ser de carácter religioso en los misterios; en el reto en las caras y expresiones volvemos a la inspiración de los belenes napolitanos. Yo cojo la pella de barro y me guían mis manos. Empiezo a jugar con él y me sale esto que ves (nos muestra una genial imagen de un vendedor de queso tuerto al estilo Nápoles).
La base de toda escultura es el dibujo y después el barro. Después están las máquinas que te ayudan mucho. Cada obra tiene un amplio estudio detrás, de ahí que surjan los rostros de los ricos de siempre, los reyes y los que conforman el gentío que son con caras más grotescas.
No lo veo así, aunque ha quienes dicen que sí. Estoy acostumbrado desde niño a hacer esculturas de figuras pequeñas incluso de hasta 11 y 8 centímetros de cuerpo entero. Los grandes de la época como la Roldana, Esteve Bonet, Salzillo fueron grandes maestros belenistas e imagineros.
Me gusta mucho el belenismo; todavía no quiero irme (risas).
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