Un viaje de ida y vuelta casi todos los días en ambulancia se ha convertido en un suplicio para un jerezano. Rafael Cano, de 56 años, vecino de Lomopardo —barriada rural todavía recuperándose del grave incendio— , tiene que acudir seis días a la semana al hospital universitario de Jerez.
Él, en silla de ruedas, necesita una ambulancia que le transporte ya que debe someterse a un tratamiento de diálisis y, además, ir a rehabilitación. “Me han amputado las dos piernas por la diabetes y los riñones los tengo parados”, explica el jerezano, que está aprendiendo a andar con prótesis.
Sin embargo, Rafael se enfrenta cada mañana a tiempos de espera irritantes y está “harto de dar vueltas” en el vehículo. Según cuenta a lavozdelsur.es, “desde que salgo hasta que llego a casa me llevo una hora y pico, a veces dos horas, montado en la ambulancia”.
"Llego con la tensión baja y me tengo que acostar"
Un tiempo que se le hace eterno. Habitualmente, como máximo, la ambulancia lleva a cinco personas más una de acompañante a sus respectivos domicilios. Como este vecino vive a las afueras, es el último y debe esperar a que acerque al resto de pacientes.
“Tenemos que dejar a uno, luego a otro en la otra punta y así. Después de tantas vueltas llego a mi casa vomitando, con la tensión baja y me tengo que acostar”, sostiene Rafael que suele acabar mareado.
A esto se suma que el vehículo no puede dejarle en la puerta de su casa al ubicarse en una cuesta bastante empinada, de hormigón, a la que no tiene acceso. Por ello, le baja a unos 300 metros de su hogar, lo que supone que en los días de lluvia “me pongo chorreando”. Ante esta situación, ha pedido al ayuntamiento que arregle un terreno para que la ambulancia pueda llegar hasta arriba.
Como él, en un día en el hospital jerezano unas 26 personas reciben diálisis, de las cuales solo seis no requieren el servicio de traslado. En más de una ocasión han reclamado la ampliación del número de ambulancias con el fin de que los pacientes no pasen tanto tiempo en el trayecto.
“Nos dicen que la Junta no quiere pagar más ambulancias. Los conductores no tienen la culpa, pero en general esto es un desastre”, explica. “Tienen muchas, pero trabajando hay pocas, solo tres o cuatro para los que vienen y van”, añade Rafael que ya está cansado de recorrer media ciudad antes de llegar a su casa.
Para él, es un tiempo desmesurado que podría reducirse con el aumento de vehículos. Desde Lomopardo alza la voz con la esperanza de que la situación acabe. Por el momento, dentro de unos dos meses, cuando finalice la rehabilitación, sus idas y venidas pasarán de seis a cuatro a la semana.
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