La barriada respira tensión un día después de la salvaje pelea entre familiares. Los vecinos lamentan que "cuatro majaras" se estén "cargando" el barrio y afirman que muchos lo han abandonado por miedo.
Se respira tensión en San Juan de Dios. La mañana siguiente a la brutal pelea en la que se vieron envueltas varias personas con palos y armas blancas trae consigo corrillos de vecinos comentando los hechos, que rato después, ante las preguntas de quien suscribe, afirman desconocer. En la barriada hay miedo a represalias por hablar más de la cuenta. Al paro, que ya maltrata a sus gentes desde hace décadas, se une de unos años a esta parte otra lacra, la de “unos cuantos majaras que están dándole mala fama al barrio”.
Con Ramón, Ramoncito el loco como lo conocen por aquí, dicen que hay que tener cuidado. Algunos dicen que se cree el amo del barrio, cuando le da por hacer derrapes con su coche o soltar improperios voz en grito. Nadie le conoce un trabajo estable, pero no le falta de nada. “No hay que ser muy listos para imaginarse a qué se dedica”, nos comenta un vecino. La tarde del lunes festivo del 1 de mayo venía con ganas “de liarla”. La combinación de alcohol y medicación trajo consigo que estuviera más violento de lo normal, hasta el punto de discutir con su propia prima y dale un fuerte golpe en la cabeza con un palo. A partir de ahí, la historia es conocida. La pareja de ésta reaccionó también de manera violenta. Se hizo con una katana —en el barrio dicen que es normal que algunos escondan armas por los alrededores como manera de autodefensa— y le infligió varios cortes, el más grave en el abdomen, lo que provocó que se le salieran las vísceras.
“Esto es solo la punta del iceberg”, afirma una vecina cuando preguntamos por el ambiente que se respira en el barrio. “¿Tú te crees que esto va a quedar así? Esto no ha acabado, y como se acabe muriendo lo veremos”. De momento, Ramoncito sigue ingresado en la UCI del hospital de Jerez con pronóstico muy grave. Su prima, a la que le provocó un fuerte traumatismo, está en observación, aunque fuera de peligro. En cuanto al autor de los hechos, un tal Luismi, la policía, que mantiene abierta una investigación, aún no lo había detenido en el momento en que se escribía este artículo, aunque se podría haber entregado, según señalan algunas fuentes a este medio, algo que no ha podido ser confirmado.
“¿Qué si hay muchas peleas por aquí? Yo a San Juan de Dios le llamo La Purga”, afirma rotundo un vecino cuando le preguntamos, haciendo mención a la película de ciencia ficción norteamericana en la que se refleja una sociedad que, una vez al año, tiene libertad para usar las armas y la violencia sin que pueda ser castigada por ello. Otro gran conocedor del barrio, que prefiere también mantener el anonimato, achaca parte de culpa de la situación actual al Ayuntamiento y a la Policía. “Hay una dejación total por ambas partes, tanto en materia de servicios públicos y sociales como de seguridad. Hace años había más controles, se pedían los DNI… Ahora nada. Como no es un lugar de paso, se le ha dejado de la mano de Dios, y todo esto es un cóctel molotov que ha terminado por explotar. Y ni es el primer problema ni será el último”.