El rostro de Mireya está lleno de cicatrices. Heridas cerradas que revelan el calvario por el que pasó en febrero. Nadie olvida aquel fatídico día en el que esta perrita de apenas 8 meses fue encontrada atada a un árbol en la barriada de Agrimesor, en Jerez. Alguien sin corazón le había rociado con un líquido corrosivo que le hizo perder un ojo. “No parece ni la misma”, dice Jessica Peña, presidenta de la protectora PPPeludos, que se enteró del caso por Facebook.
Mireya revolotea a su alrededor mientras Jessica recuerda los hechos que conmovieron a toda la población. “Ha estado ingresada tres semanas, la inflamación era tremenda, dejó de comer y todo. Los primeros días temimos que no siguiera adelante”, expresa acariciando su lomo en el parque del Cuco.
El sufrimiento ya ha pasado, aunque en su mirada -con pérdida de visión- aun se nota su inseguridad. “Es mi sombra. Mientras teletrabajo viene a verme cuarenta mil veces. Tiene miedo de estar sola”, comenta Silvia Villanueva. Su nueva dueña, jerezana de 42 años, está encantada con la perrita. Entre mimos y palabras cariñosas, explica a lavozdelsur.es que Mireya se ha adaptado “super bien” al piso en el que convive con su marido y con un gato.
“Fui al veterinario a conocerla dos días antes de venirse y yo tenía más miedo que ella, porque no quería hacerlo mal”, dice Silvia que se quedó impactada con el caso. Como amante de los animales y voluntaria de la protectora PPPeludos no dudó en unirse a la causa. Pegó carteles por las calles de Jerez y compartió la denuncia por redes sociales con el deseo de encontrar a la persona culpable.
"La inflamación era tremenda, dejó de comer"
Cuando fue a la concentración que se convocó en la plaza del Arenal para pedir justicia por la cachorra, sintió que quería estar en la lista de adoptantes candidatas para darle una nueva vida al animal. Justo el día antes de encontrarla había perdido a su otro gato. “Se fue de una manera muy trágica, fue la sensibilidad del momento lo que me animó”, comenta. Tres días antes de que recibiera el alta, Jessica le dio la noticia. Era la elegida para la acogida, algo que no se esperaba al recoger tantas solicitudes.
“Los veterinarios me dijeron que me lo iba a poner super fácil porque es un amor, y así ha sido”, dice la jerezana después de haber recibido varios lametones en la cara. Ya hace un mes que Mireya llegó a su casa y se subió al sofá. “Cuando la traje, tenía muchísimo miedo, tenía pánico en el coche y tuve que subirla en el ascensor en brazos porque temblaba”, explica Silvia que observa como poco a poco la perrita se va haciendo cada vez más fuerte pese a que se sobresalta cuando estornuda.
Nunca había tenido experiencia con perros, pero la jerezana tenía muchas ganas de dar a Mireya ese amor que le habían arrebatado. Durante este tiempo ha podido ver su gran recuperación. “Es super buena, una personaja. Duerme mucho y le gustan las cosquillitas, no ladra y no da ruido ninguno”, asegura Silvia que ya le ha llevado dos veces a revisión, para quitarle los puntos de la operación y empezar sus pautas de vacunas.
"Cuando la traje, tenía muchísimo miedo"
La perrita -que ahora pesa casi 12 kilos frente a los 7 iniciales- juguetea alrededor de las voluntarias que no pueden evitar acariciarle. “Ojalá pudieras hablar para decirme quién te ha hecho esto”, le decía la dueña, a la que se le partía el corazón ver el estado en el que la hallaron.
La investigación de este caso de maltrato animal continúa abierta sin rastro de los responsables. Mientras tanto, PPPeludos, encargada del rescate, sigue de cerca los avances y la mejora de Mireya.
Fundada en junio de 2020, esta protectora se dedica a rescatar perros de toda Andalucía, especialmente a los perros potencialmente peligrosos como los pitbull o los rottweiler. “Empezamos en Toledo, pero como la mayoría procedían del sur, nos constituimos en Jerez”, explica Jessica que trabaja con la perrera de la ciudad y realiza traslados a veterinarios o casas de acogida.
Pese a su especialización en ppp, atienden a todo aquel animal que lo necesite. Según detalla, “hay un nivel de abandono bestial en Sevilla y Huelva al necesitar licencias”. Sin estas, muchos de ellos no tienen chip.
Actualmente no cuentan con un refugio en la ciudad por lo que llevan a los perros a residencias y casas de acogida. Concretamente, en Sevilla dan calor a 21 ppp y dos mastines mientras que en Chiclana registran tres.
“A partir del caso de Mireya, hemos notado que además del apoyo en redes sociales, mucha gente nos escribe para denunciar casos de maltrato”, sostiene Jessica. Para ellas, esta cachorra es “especial”. Su vitalidad y su coraje inspiran. Es una perrita luchadora muy querida que demuestra que después de la tempestad vienen buenos días. Esos que ya disfruta junto a Silvia.
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