Cuando florece el arte hay que dejarse llevar, aunque también hay que andar con cuidado y no en todos los sitios vale. En esta ocasión, el duende le vino a un vecino de la barriada jerezana de San Telmo en lo alto del techo de una furgoneta. O tal vez fue al revés, ya saben, lo del huevo o la gallina.
Lo cierto es que tras encaramarse encima del vehículo, este hombre se puso a tocar las palmas y a zapatear, sin moverse del sitio, como quisieran muchos de esos bailaores de salón sin pellizco.
Un artista al que muchos habrán visto alguna vez zapatear encima de una madera, que tendrá las medidas de una baldosa, en la calle Larga y enfrente del Gallo Azul.
El momento sobre el peculiar escenario fue seguido muy de cerca por varios vecinos del artista que no dudaron en grabar la escena. En Jerez, ya se sabe, el arte puede aparecer de cualquier esquina e incluso encima de una furgoneta.
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