Soledad, con dos hijos a su cargo, ocupó por necesidad una vivienda en San Telmo propiedad de Bankia. Tras intentar negociar con la entidad bancaria un alquiler social, ha sido denunciada, condenada y ahora aguarda a que le notifiquen cuándo tiene que abandonar el piso.
Soledad González, de 31 años y con dos hijos a su cargo, se vio con el agua al cuello hace siete meses. Gastaba mucho más que ingresaba, casi 500 euros entre el alquiler de su antigua vivienda en El Chicle, el agua, la luz, la comunidad y la comida, así que antes que dejarle a deber nada a sus caseros, decidió hacer las maletas y abandonar su casa.
Obviamente, no podía dejar a sus hijos sin un techo. Le contaron que en su antiguo barrio, San Telmo Viejo, había muchas viviendas desocupadas, y que muchos allí vivían de okupas sin que hasta el momento hubieran tenido problemas. Precisamente en el bloque donde vivían sus padres, en el quinto, había un piso vacío. No se lo pensó dos veces. Hoy, meses después, espera los días para que le notifiquen que tiene que abandonar la casa.
Su calvario comienza en noviembre, cuando encuentra en su buzón una carta del despacho de abogados que representa a Bankia, propietaria de la vivienda. En la misma, que no veía dirigida a su nombre, se le insta a abandonarla en el plazo de diez días si no quiere que la entidad bancaria emprenda acciones legales contra ella. Soledad tiene constancia que en el barrio otras muchas familias han recibido el mismo escrito y que no piensan dar contestación, pero ella no quiere problemas, al contrario. Busca una solución que beneficie a las dos partes.Tras ponerse en contacto con los servicios jurídicos de Bankia, estos le invitan a hablar con el director de la entidad bancaria de la plaza de Biarritz. Allí se presentó ella, con la esperanza de negociar un alquiler social, y allí que le dijeron que de hablar nada. En principio ni siquiera sabían de qué piso se trataba. Luego le dijeron “que era una delincuente por ocupar ilegalmente una vivienda que es suya, y que emprenderían acciones legales”, afirma Soledad.
Meses después, tanto ella como su ex pareja han sido condenados por un delito de usurpación y al pago de una multa. Ella no niega el delito, pero tampoco se arrepiente. “No puedo arrepentirme por pedirle al banco que me cobre un alquiler social, al contrario, se tendrían que arrepentir ellos. No sé cómo pueden dormir tranquilos sabiendo que pueden dejar en la calle a dos niños de 12 y 2 años”.
Soledad nos enseña la vivienda, muy humilde y con deficiencias notables. Nos cuenta que cuando entraron estaba “hecha una mierda”. “Las persianas estaban rotas, el váter no funcionaba, se habían llevado los pomos de las puertas, la cocina destrozada, las paredes sucias… He arreglado todo lo que he podido, he comprado el termo y más que haría, pero no puedo invertir más en la casa sabiendo que lo mismo me tengo que ir en una semana”.
Mientras habla gesticula y vemos sus manos llenas de callos de cargar cajas de frutas en la frutería donde trabaja de dependienta por apenas 400 euros al mes. Aún así, con este sueldo le daría lo suficiente para pagar 120 ó 150 euros de un alquiler social, pero Bankia se niega. Según cuenta Antonio Carlos Cintas, de Stop Desahucios, la entidad ha vendido el piso a un fondo buitre. “Aunque esto es un bien de primera necesidad, para el banco es un producto tóxico que vende a estas financieras que no dudan en expulsar a personas sin recursos”, explica Cintas.
En el bloque, Soledad tiene el apoyo de todos, e incluso la presidenta de la comunidad ha firmado un escrito en el que avala su buena conducta y su buena relación con los vecinos. Los servicios sociales del Ayuntamiento ya conocen su problema y ahora espera ser recibida por la alcaldesa, tras presentar una carta la semana pasada solicitando una reunión.
Mientras tanto, desde Stop Desahucios ya han confirmado una concentración a las puertas de la sucursal de Bankia de la plaza de Biarritz para el mediodía del próximo viernes. “A ver si se enteran que no por ser un banco tienen derecho a tratarnos como si no fuéramos personas”.