El centro de Jerez está en obras. Públicas y privadas. Unas ilusionan a los ciudadanos, otras no tanto. Puede que sean necesarias, lo que no quita para que sean (casi) siempre fastidiosas. Podemos arrancar –vaya, que de hecho arrancamos– este recorrido en la plaza del Marcado. Allí, un vecino de San Mateo –de los de "toda la vida"– es de lo que están ilusionados con las obras de la plaza y nos lo dice abiertamente.
El hombre, ya jubilado, es de los que observa el desarrollo de la obra desde el otro lado de la valla, pero tiene plena confianza en lo que se está haciendo, por la simple y llana razón de que ha soñado que la plaza va a quedar muy bonita... y ya está, lo tiene claro. Las obras de remodelación de este espacio (y la primera fase de la recuperación del palacio de Riquelme) están siendo precisamente de las molestas que hay para sus vecinos, debido al escaso sitio que queda para el desplazamiento de las personas.
Apenas a 300 metros está la plaza Belén, en la que se desarrollan unas obras encaminadas a que deje de ser una plaza 'dura', lo que ahora se llama una isla de calor. Fue una de las obras estelares del anterior gobierno municipal socialista –a la menor oportunidad intentaba darle contenido social, festivo, etcétera– y ya se está remodelando por el actual del PP, a fin de que haya más sombra y más zonas verdes, un espacio más habitable en la canícula, en definitiva.
Nos movemos unos metros y ya estamos en el Barranco, a la espalda de la antigua Comisaría, donde nos encontramos unas obras públicas en la calle –el martes por la mañana, por lo que sea, no vemos actividad– y también en el edificio singular que ha estado años apuntalado (y tanto, ese es uno de los edificios que se iban a recuperar pensando en la malograda Ciudad del Flamenco) y que ahora, por avatares del destino, va a quedar precisamente a la espalda del futuro Museo del Flamenco de Andalucía.
Hay que subir un poco si se quieren inspeccionar las obras de la plaza San Juan, no sin antes sortear una obra privada en Juana de Dios Lacoste, y de ahí ya nos metemos en San Marcos –como podemos: da igual que sea imposible ir en automóvil, es que casi lo es también ir andando, con los vecinos en algunos casos entrando en sus viviendas mediante plataformas para salvar zanjas– y apuramos hacia la conexión con plaza Rafael Rivero que, sin duda, por su ubicación, es una de las obras más visibles, teniendo en cuanta además que es la prolongación de las obras de Tornería, que durante meses han tenido entretenido al personal. Pues eso: obras de peatonalización, pero sin quitar de la circulación del todo el coche.
Se podría acabar aquí, pero ya puestos, por qué no dar un salto e ir a Ronda de Muleros con la plaza del Carbón. Lo de Ronda de Muleros, un tema de aguas, en principio es solo cosa de dos semanas, pero ya se sabe que estas cosas las carga el diablo. Lo de la plaza del Carbón va para varios meses y ya le hacía falta...