Tres años después, la Pisa de la Uva volvió al reducto de la Catedral desde que en 2019 se decidió llevarla a la Alameda Vieja en un intento de romper moldes. Algo así como un intento de evitar formas rancias y darle un aire más abierto para que ganara el espectáculo sobre la liturgia de siempre. Debió celebrarse el sábado pero la previsión de la DANA obligó a posponerla a este martes.
La decisión de volver a lo tradicional fue inmediata máxime si se tiene en cuenta que se cumplen 75 años de las Fiestas de la Vendimia desde que se crearon en 1948. Aquellas tenían un formato diametralmente distinto a lo de ahora, más elitista y muy de los bodegueros. Las fiestas de ahora es en parte regresar al esquema del vino y la bodega como elementos esenciales. Es la consecuencia de muchos experimentos que no han cuajado, desde vincular la Vendimia al otoño en Jerez, con lo ecuestre y lo flamenco, hasta separarlas, hasta volverlas a unir, hasta…
Música de la banda municipal interpretando pasodobles, piezas de archiconocidas zarzuelas que usan el vino de Jerez en sus letras, repicar de las campanas catedralicias, el rito de la bendición por parte de un canónigo del Cabildo Catedral, revestido con la pompa necesaria para cumplir con la liturgia del acto y más actores necesarios como los once vendimiadoras y vendimiadores, ellos con sombreros de paja y fajados; ellas con faldas flamencas, portando las canastas de uvas con racimos que ya estaban en el lagar, instalado en la puerta del templo.
Esperando sobre el lagar, con las palas preparadas para distribuir el contiendo de las canastas, los pisadores, vestidos de blanco con fajas rojas calzando botas de clavos para estrujar la uva -a la antigua usanza-, calentaban las piernas antes de iniciar el rítmico compás de la pisa. Es el conjunto de elementos consustanciales a esta cita que sigue despertando emociones, pese a que lo sentimental del ‘nacimiento el nuevo vino’ haya venido a menos.
Fotogalería de la Pisa de la Uva en imágenes
Comenzó puntual, a las 20 horas anunciado por el reloj de la torre campanario. El ambiente y la asistencia fue notable, teniendo en cuenta la capacidad tan estrecho espacio. El público ocupó todos los huecos disponibles que dejaron las 500 sillas que se instalaron en el adoquinado que comunica con el reducto bajo. Lo que sí fue evidente la gran cantidad de personas que se quedaron sin lugar donde seguir el acto. Eso no sucedía en la Alameda Vieja, una de las excusas que llevó a cambiar el escenario.
El tiempo fue agradable, algo de calor al sol bajo un cielo totalmente despejado. Se dispuso un frente de sillas a modo de presidencia en la que estuvieron invitados de diversas instituciones, bodegueros, patrocinadores, Consejo Regulador, gobierno y corporación municipal. En lo promocional, la Pisa funciona. Numerosos medios de todos los ámbitos y localizaciones cubrieron el acto además de los visitantes que consiguieron un espacio para seguirla.
Para arrancar, intervino la jerezana Ana Crisman, la primera y la única que a escala mundial interpreta y compone flamenco con arpa. Fue lo distinto. Entre tanto, los vendimiadores fueron subiendo al reducto para situarse ante el lagar portando sus canastas colmadas de racimos. Antes de que el presentador usara la clásica expresión “¡Venga, venga ese mosto!”, recuerdo de los años en los que Pepe Marín ponía su voz y talento a este acto, el sacerdote bendijo el mosto aún sin salir por la piquera, tras lo cual se abrió la canilla que dejó salir un torrente de lo que será en poco tiempo el nuevo mosto.
El himno de la Vendimia de Jerez, de Moisés Davia, el de Andalucía y el de España pusieron el final a la Pisa de la Uva. El mosto fue introducido en una bota y esta transportada, supuestamente, a una bodega, dicen que a la de San Ginés del Consejo Regulador, el público se dispersó y comenzaron las Fiestas de la Vendimia, que en las calles del centro en algo se notó más por el final del veraneo que por el reclamo de la celebración.
El programa es extenso, integrado por una sucesión de actos de pago y gratuitos en el que se echa de menos algo que cale en lo popular, que atraiga a la gente, que diga en voz alta que estamos en fiestas. Esas opciones pasan por muchas ideas que todas implican un coste mayor, desde pasacalles, cabalgatas, actos infantiles que tiran de los mayores…
Sin embargo la clara orientación del programa, para que el jerez sea absoluto protagonista, ha dado más sentido a este ciclo en vez del batiburrillo de muchas cosas desparejadas de lo esencial: el vino, la uva, la bodega.
Tras la Pisa de la Uva la gente se marchó cada uno a su quehacer. El ser martes tampoco era un día como salir con ganas de estar en la calle. Tampoco la oferta es como para tirar cohetes.
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