Una sombrilla para protegerse del sol junto a la típica olla para asar castañas por Tosantos. La estampa es distópica, pero real. El largo veroño, esa mezcla de verano que no muere y otoño que no nace, acompaña ya a la clásica imagen de todos los años desde bien entrado el mes de octubre.
Lo extraño es la temperatura que soportan los castañeros en esta época, por encima de los 30 grados en este 12 de octubre. En pantalón y camisetas de manga corta, los profesionales del noble arte de asar castañas retan a su manera al cambio climático, haciendo que perviva una tradición que es más propia de otras temperaturas.
Por ello, no ha sido extraño que este jueves se hayan podido ver el extremo de algún nostálgico comprando un cartucho de castañas en octubre y terrazadas de heladerías de bote en bote.
A partir del próximo fin de semana, y durante toda la semana que viene, hay que decir que no solo volverán las lluvias, sino que las temperaturas también sufrirán un brusco descenso, según las previsiones, adaptándose a esta época del año donde, por ejemplo, es fundamental que llegue el frío para recrearnos en otra gran tradición de esta altura del año: la ruta de los mostos y los ajos.
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