Antonio y Patricia son ahora los gerentes de la popular cafetería y churrería Doña Blanca de Jerez. Tras cuatro meses de cierre del establecimiento, por cuestiones administrativas, cambios en la gestión y alguna obra en su interior, hace dos días que reinició su actividad.
Y lo ha hecho con el éxito de costumbre y con la satisfacción de comerciantes, vecinos y clientes habituales, dado que esa esquina de Doña Blanca con Evora ha vuelto a la “vida”.
Como señala Antonio, uno de los gerentes, “el negocio sigue siendo igual, solo cambia la dirección, que la asumimos nosotros”, dice este empleado desde hace 12 años en el establecimiento y que ahora asume junto a Patricia esta responsabilidad.
Explica que “no ha sido una reforma profunda. El bar no ha cambiado absolutamente en nada”, un lugar que acumula 42 años de trayectoria. Desayunos, meriendas… Doña Blanca vuelve a ser sitio de parada de centenares de personas que vuelven a disfrutar de lo de siempre en un “negocio emblemático que reabre para que no se pierda. Esto es esencia de Jerez”.
“La calle Doña Blanca, desde la pandemia a ahora, al igual que toda la hostelería del centro, está muy viva, en un momento álgido, muy bonito y va muy bien”, subraya el gerente al analizar la presencia de público y el ambiente en esa zona, que, desde su punto de vista, “está como siempre, mejor que nunca”. Así lo han podido experimentar con éxito en los dos días que llevan reabiertos.
“Éramos camareros, lo seguimos siendo y ahora además gerentes”, razona el ahora empresario junto a su compañera Patricia. “Siempre hay margen para mejorar, pero el chocolate con churros para el desayuno y la merienda jamás se perderá”, sentencia. Y añade que ahora “estamos probando, por ejemplo, con muchos tipos de panes y productos para untar”.
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