La asociación de vecinos constituida para la administración del edificio lleva un largo recorrido de reclamaciones al Ayuntamiento, a través de la empresa municipal de la vivienda -Emuvijesa-, con el fin de que se hagan cargo de la reparación del edificio tanto en su fachada como en el interior. La adaptación de este casco bodeguero tuvo como resultado una curiosa y singular intervención en la que, respetando el edificio original, se levantaron las viviendas en su interior, formadas calles entre ellas.
El inmueble está situado en la calle Lechuga número 2. Se trata de una construcción, que tiene unos 15 años aproximadamente, promovida por la empresa municipal en régimen de alquiler, adaptando un casco de bodega, de ahí que al edificio se le conozca como ‘la bodega’. No son comunidad y sí asociación de vecinos. Tramitan cambiar su figura jurídica como un paso importante para alcanzar soluciones y “desenmarañar los problemas que tenemos aquí”, señala la presidenta María Gutiérrez.
El régimen desde que entraron a ocupar sus viviendas fue el de alquiler. Más tarde se cambió a la de 10 años de renta con opción a una compra posterior. En contra de los vecinos pesan las deudas pendientes de pago por parte de un número importante de ellos, tanto de la renta como de la cuota de comunidad
Es el argumento al que se agarra Emuvijesa para no acometer los trabajos que con urgencia se precisan, “hay vecinos que no pagan sus rentas, algo que usa el ayuntamiento para no hacer no las reformas necesarias; no hay dinero en la comunidad para sufragar los gastos”, señala la presidenta, que también añade a esa maraña de problemas otro factor: “Al no estar constituidos en comunidad no podemos reclamar, nos dicen en el Ayuntamiento”. Al menos, para esto último, están dando pasos para cambiar la condición con el asesoramiento de un administrador de fincas.
“La fachada se está cayendo a pedazos y al ser el Ayuntamiento el propietario, no nosotros, no se puede lavar las manos”, denuncia María Gutiérrez, que insiste en reclamar las rehabilitaciones más urgentes, como la fachada, además de las humedades y determinadas zonas del interior. Todos esto tiene como consecuencia “el deplorable aspecto que presenta, como si fuera un edificio abandonado”.
“El ayuntamiento tiene obligación de atender todas las deficiencias como propietario, también de las zonas comunes”, aclara Gutiérrez que, sin embargo, cuenta que “a los vecinos que están al día en los pagos de alquiler y comunidad les atienden las reparaciones que demandan en el interior de sus viviendas, no así la fachada y las zonas comunes”. Finalmente, la presidenta pide al Ayuntamiento que “busque una solución al problema porque es el propietario, pero que entre tanto arreglen los graves desperfectos”.