Jerez encara la recta final de la temporada de Zambombas, que se ha prolongado desde mediados del pasado mes de noviembre y tendrá su fin de fiesta con la tardebuena de este domingo 24 de diciembre.
Sin duda, el balance no puede ser más positivo para la hostelería, y la avalancha de visitantes ha cumplido con creces con las expectativas. Tanto es así, que muchas voces ya se han alzado pidiendo preservar la esencia de esta celebración que, aparte de su interés turístico, es Bien de Interés Cultural.
Sin embargo, la sociedad como siempre avanza más deprisa que las decisiones políticas y esta temporada de Zambombas, casi como una Feria de diciembre para Jerez, deja estampas insólitas, como mesas reservadas para almorzar en una de esas celebraciones que, genuinamente, significan convivencia en comunidad ajena a intereses lucrativos.
Como si de una caseta de Feria del Caballo se tratase, cada vez por cierto más dominada por los hosteleros profesionales, en la Zambomba de la Hermandad de la Vera-Cruz, en San Juan de los Caballeros, había este sábado a mediodía mesas reservadas para almorzar. El menú se podía rerserva hasta este pasado viernes a 10 euros por persona.
En cualquier caso, el caso por llamativo no es el único en lo que ha pérdida del espíritu popular y convivencial de esta fiesta navideña jerezana tiene. Los precios han dejado de ser populares y, en muchos casos, pese a que son Zambombas en la vía pública, la competencia desleal con los negocios hosteleros clama al cielo, con montaditos a 4 euros y copas largas a 6 euros.
Desde luego, lejos del miope triunfalismo, habrá que darle una vuelta de tuerca y reajustar todo lo reajustable de una fiesta que se va de la manos por año que pasa. Ya la propia alcaldesa, María José García-Pelayo, advirtió que la esencia y la identidad de la Zambomba de Jerez no podía perderse, bajo riesgo de que acabe convirtiéndose en una verbena más al alcance de cualquier pueblo.