En las obras llevadas a cabo este verano en la urbanización Puertas de Sevilla de Jerez han aparecido restos cerámicos, huesos y malacofauna (restos conchíferos marinos, probables restos de alimentación) que hacen pensar en la localización de un antiguo vertedero en el lugar. Como soy vecino de la zona, verifiqué in situ los restos que aparecían y alerté de ello al Museo Arqueológico.
Su director, Francisco Barrionuevo, me informó de la existencia por el lugar de unos alfares autóctonos del siglo XVI que se extienden desde la calle Sevilla nº 6-10 hasta la Plaza Aladro y por toda la calle Eguiluz adentrándose hacia Puertas de Sevilla. También en el edificio del antiguo obispado en dicha calle aparecieron los mismos restos anfóricos de edad moderna, un depósito anterior con restos romanos y un cadáver del siglo XVI, quizá depositado allí sin apenas decoro en una epidemia de la época.
Me consta que técnicos del museo tomaron referencias de los restos aparecidos en Puerta de Sevilla, aunque no realizaron una cata por considerar que las obras estaban ya prácticamente terminadas. Desconozco donde fueron los montones con restos aparecidos, como así desconozco si los huesos que aparecían eran humanos o de animales, aunque supongo que lo segundo, propio de los vertederos de la época.
Yo mismo recogí entre los montones de tierra extraída algunas cerámicas que iban a ser tiradas y las llevé al Museo Arqueológico para su estudio. Se trata de variados restos de cerámicas esmaltadas y vidriadas al exterior de color amarillo claro, algunas verdes quizá por fallo de cocción, probablemente del siglo XVI. Entre ellas, una especie de fuente pintada a bandas azules que poseía un dibujo minimalista de un pajarito en el centro. Supongo que los técnicos del museo habrán recogido muestras significativas para su estudio y habrán constatado la existencia de un yacimiento en el lugar para que se tenga en cuenta para futuras obras.
La existencia de alfares y vertederos a las afueras de las ciudades en época medieval y moderna era algo normal. En el caso de los alfares, se evitaban incendios y molestias por el humo. Por otra parte, los vertederos o basureros se colocaron fuera de la población por razones sanitarias. Todos los desperdicios, incluyendo la cerámica que se rompía, se enterraban o se quemaban. A veces estos vertederos, también llamados muladares por la basura que se acumulaba, llegaban a formar montículos por la acumulación de restos.
No es descartable que las vistas de la ciudad de Anton de Wyngaerde en el siglo XVI se hicieran desde uno de estos montículos de basuras acumuladas existentes a la altura de la actual plaza de Mamelón, donde tradicionalmente se ha ubicado el antiguo muladar de Santo Domingo. También sabemos por documentos que el antiguo muladar de Santiago se extendía frente a la puerta de Santiago o del Olivillo, entre las calles Barrera, Asta, Carpinteros y Taxdirt hasta la altura de la antigua calle Ternera, hoy calle San Francisco Javier.
El historiador Fernando Aroca Vicenti habla de la existencia de muladares llenos de inmundicias en los antiguos llanos de San Sebastián y Santo Domingo a finales del XVIII, contrastando con los paseos y plazas públicas que se conciben en el lugar ya en el XVIII y XIX con mentalidad lustrada (“Arquitectura y Urbanismo en el Jerez del siglo XVIII”, 2002, p.126-127; “De muladar a Alameda: evolución de algunos espacios de recreo en el Jerez moderno y contemporáneo”, Rev. Historia de Jerez nº 10, 2024, p.134;). El mismo historiador localiza el antiguo muladar de Santo Domingo en la actual Plaza de Mamelón, y así aparece también en el plano topográfico de la ciudad realizado en 1825 por Francisco Javier Velázquez, que lo sitúa prácticamente donde está hoy el parking subterráneo.
Existe numerosa documentación de que en el siglo XIX el muladar de Santo Domingo se hallaba entre las actuales calles de Santo Domingo y Sevilla, por detrás de la calle Eguiluz, extendiéndose hacia Puertas de Sevilla. No sabemos si el vertedero en este lugar existió desde el siglo XVI y llegaba hasta el Mamelón, que está cercano, o si el basurero se desplazó desde el Mamelón a este lugar, sobre todo tras la configuración del camino real en el último tercio del siglo XVIII, que debía atravesar el vertedero.
Muñoz y Gómez en su estudio sobre las calles y plazas de Jerez nos indica que la calle Santo Domingo fue conocida como Nueva del Muladar y Callejón de la Zanja, indicando que en 1903 sólo conservaba el nombre de Muladar de Santo Domingo una calle a la izquierda, coincidiendo con una de las calles de entrada a la actual urbanización Puertas de Sevilla, en donde han aparecido los restos mencionados.
Sabemos que en 1857 se cerró el basurero que existió en El Campillo, junto a la Ermita de San Telmo y se habilitó que se tiraran las basuras en el camino de la Zanja, que estaba junto a la calle Santo Domingo, en cuyas proximidades hubo vertederos. Quizá esta zanja donde se echaban escombros y basuras se trate de la zona de Puertas de Sevilla. En 1840, el coronel Vicente Cortés y Chacón, que había comprado los terrenos del muladar entre la calle Eguiluz y Puertas de Sevilla, desmontó y allanó el mismo y construyó una calle solicitando al Ayuntamiento que se impidiese tirar más basuras en el lugar, propuesta que fue aceptada (Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (AMJF), Actas Capitulares de 1840, tomo 212, Anexo Documental. Agradezco al historiador José García Cabral la documentación aportada).
En 1855, la gaditana Dª María Josefa Díaz de Sarabia, esposa del militar mencionado, comenzó a construir casas y bodegas en el lugar, denominado expresamente “muladar de Santo Domingo”, construcciones llevadas a cabo por el arquitecto José Esteve y López. De dichas construcciones solo ha quedado el casco bodeguero de “Callejón de los Bolos”. En 1861 se construyó una puerta de acceso por el mismo arquitecto al que solo tenían acceso los bodegueros del lugar, ya que el antiguo muladar se transformó en un espacio bodeguero, estableciéndose frente a las bodegas de Díaz Sarabia las bodegas de Paúl.
Las bodegas de Díaz Sarabia fueron adquiridas en 1893 por José E. Yvison. Finalmente, tanto las bodegas de Paúl, establecidas en el mismo muladar, como las de Díaz Sarabia pertenecieron al comerciante gaditano Agustín Blázquez, vendiéndolas sus descendientes en los años 70 del siglo XX para construirse la urbanización Puertas de Sevilla. (AMJF, Protocolos Municipales nº 63 de 1855, nº 89 de 1859, nº 92 de 1860, nº 97 de 1861. Policía urbana. Varios cabildos).
En Jerez han existido numerosos vertederos o basureros que no han despertado el interés arqueológico deseado. Sin embargo, estos vertederos aportan interesantes datos sociológicos importantes como la alimentación del momento o la cerámica empleada. Hay que constatar que en Jerez no ha habido un serio control arqueológico hasta la llegada de Rosalía González y su equipo de arqueólogos al Museo de Jerez a mitad de los años 80 del siglo XX.
En el siglo XIX hay constatado importantes basureros en la zona del Tinte (zona de Madre de Dios, frente a la actual estación de trenes), El Campillo (entre la Ermita de El Calvario y la Puerta del Sol) y frente a la Ermita de El Calvario. Todas estas zonas se edificaron en el siglo XX y nadie echó cuenta a los restos encontrados. Es más, ninguna noticia se tiene de los restos aparecidos en la construcción del parking de Mamelón, donde originariamente estuvo el muladar de Santo Domingo, ni constan restos arqueológicos cuando se edificó la urbanización de Puertas de Sevilla.
En las obras los restos han aparecido apenas a un metro de la superficie, por lo que creo que debajo debe haber restos más antiguos. Es más, en la zona de jardín cercana a Plaza de Madrid en la misma urbanización al realizar una tubería y excavarse solo medio metro han seguido apareciendo restos cerámicos de diferentes siglos, lo que prueba que el yacimiento tiene una gran amplitud. Espero que en próximas obras que se realicen en este lugar o en los lugares mencionados donde hubo vertederos, se consideren zonas sensibles de actuación arqueológica y se actúe con mayor profundidad sobre ellos para aumentar más nuestros conocimientos sobre el pasado.