Ya huele a feria en un barrio de Jerez donde se palpa alegría. “Cantaban a la Virgen, poemas”, entona Juan, recordando ese verso de Los Romeros de la Puebla, mientras María se prueba el traje de flamenca que se está haciendo. Un taconeo y buen ambiente. La asociación de vecinos de Torresoto e Hijuela de las Coles vuelve a tener vida tras un año de trabajo y dos de inactividad.
“Empezamos con 70 y ahora vamos por más de 180 socios. La gente ha empezado a ver que estamos trabajando de forma distinta y está volviendo”, comenta Pedro Saborido, secretario de la asociación, desde el salón de la sede. Allí, unas niñas crean bolsos mientras otras se hacen un chaleco de macramé. Alicia Sánchez, jerezana de 55 años, es una de las vecinas que, desde verano, participa en la oferta cultural con la que resurge la organización.
“Me apunté para echar el ratito con las vecinas, tener un momento para mí después del trabajo, la casa, los niños. Aquí somos productivas, no solo charlamos sin hacer nada”, comenta a lavozdelsur.es mientras hace nudos. El grupo valora poder acceder a este tipo de actividades cerca de sus casas, “sin tener que coger el autobús”.
Frente a un escenario –es una de las pocas entidades que tiene uno– otras vecinas cosen telas con lunares en este espacio pensado para la convivencia. Pedro, nacido en Guadalcacín, pero afincado en Torresoto desde 2008, muestra las salas del edificio que antaño “construyeron los vecinos con su esfuerzo”. De la sala de juego, con billar incluido, pasa a la cocina, a la ludoteca y al cuarto para dibujo. Este último, con bocetos de Juan, un portuense que disfruta en la asociación y no le importa venir desde El Puerto a participar.
Sus pies pisan un barrio que se construyó en los terrenos que cedió el marqués de Torresoto a los trabajadores de sus bodegas. Por eso, los nombres de las calles están relacionadas con él. Pero no fue hasta el año 1986 cuando los vecinos se unieron para crear esta asociación. Desde el principio, sus actividades se organizaban en este inmueble construido para uso social.
“El Ayuntamiento cedió estos terrenos a la asociación Prosuburbios, una parte para la parroquia y otra para los vecinos, pero acabó dejando el edificio a la Fundación Cajasol por problemas económicos”, explica Pedro, que recuerda que este espacio “se convirtió en el punto de encuentro del barrio donde, en aquella época, se hacían muchísimas actuaciones y todo el mundo sentía esto como su sitio”.
Con el tiempo, surgió otra asociación y ambas compartieron el edificio, sin embargo, se produjeron una serie de disputas y no llegaron a ponerse de acuerdo. “Eso mermó mucho la presencia de los vecinos y el nombre de la asociación”, lamenta el secretario. Tan solo quedó un colectivo de mujeres que usaban las instalaciones para sus actividades y el barrio quedó huérfano del movimiento vecinal y activo del que gozaba.
Tras dos años paralizada, a principios de 2023 la asociación resurgió como el ave fénix gracias a un grupo de personas que decidieron implicarse y crear una nueva junta directiva. Juan José García es el actual presidente y Merci García, la vicepresidenta junto a otros miembros como Laura, Inma o Rocío. Juntos llevan un año dando savia nueva a este lugar y luchando por romper el estigma que dejaron los desencuentros entre las dos antiguas asociaciones.
“La inacción propició un conflicto con la Fundación Cajasol, que planteaba un desahucio al ver que no se estaban haciendo actividades, que era para lo que se había creado, pero con el apoyo del Ayuntamiento de Jerez pudimos hablar con los abogados y transmitirles que lo vamos a utilizar, estamos negociando un nuevo convenio”, detalla Pedro mientras los vecinos están concentrados en los talleres.
Para llenar de sonrisas esta sede, la asociación ha desarrollado un potente proyecto cultural compuesto por talleres de dibujo, macramé, punto romano, corte y confección o pilates. “Este es un barrio obrero, pobre, y hay muchas personas en riesgo de vulnerabilidad. Creemos que las dos vías para combatirlo son la cultura y lo lúdico”, comenta el secretario.
Para ellos, fomentar la cultura es fundamental. “Las personas con pocos recursos no tienen acceso a ella, nosotros intentamos traerla al barrio”, añade. En ocasiones, organizan ponencias de pintura al cargo del pintor jerezano David Saborido y otros encuentros que, de alguna forma, también sirven para recaudar fondos que les permitan seguir funcionando. Su fuente de financiación son las aportaciones de un euro que pagan los socios al mes y la barra del bar que abren en cada evento. El próximo será la Cruz de Mayo.
Desde que la asociación ha renacido, cada viernes más de 60 personas se reúnen para pasarlo bien y desconectar. “Queremos que esto sea un lugar de encuentro, aquí da igual el tinte político y de donde venga, cualquier persona es bienvenida”, sostiene el secretario.
También transmite que quisieran atraer a más vecinos de Hijuela de las Coles que, por la distancia, participan menos. “Tenemos una barrera arquitectónica que es la avenida Blas Infante... entonces cuesta trabajo, nos gustaría que ellos sintieran esto como más suyo”, añaden.
Además de animar a la convivencia y a aprender hobbies nuevos, esta asociación también se encarga de tramitar las denuncias vecinales relacionadas con ocupaciones, droga o problemas en el mobiliario urbano. Y, a su vez, trabaja en otros proyectos como una pista de petanca o el embellecimiento de algunas zonas.
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