'Huella, Tienda de Artes'. Con este nombre abrió un negocio en la calle Tornería de Jerez en un local que ya acumulaba mucho de arte, porque en origen fue una galería, más tarde una tienda vinculada al flamenco y, hasta este lunes, la tienda de artesanía, un espacio de exposición y venta de las piezas que elabora un taller situado en la barriada de España. Tras nueve meses de experiencia, cierra sus puertas el establecimiento, un hecho que no significa que los productos artesanales que ofrece esta marca no se sigan elaborando. Ahora será en el propio taller y se venderán en mercados muy específicos y también online.
Irene de Francisco, junto a su marido, está a frente de este negocio que clausura su actividad por “falta de clientela” y explica que no es porque no tuvieran clientes, pero no eran suficiente como para mantener el establecimiento abierto y soportar los costes que implica: “La tienda ha gustado mucho, el problema son las ventas y los gastos que tiene abrir el negocio cada día", que por cierto está situada en una zona donde manda la hostelería en detrimento de otro tipo de comercios.
‘Huella, Tienda de Artes’, une varias disciplinas, artistas y artesanos que elaboran “joyería sutil y meticulosa, fusionada con plata, sin moldes, mediante técnica oriental, trabajando a mano cada pieza: gargantillas, pendientes, broches…” Irene cuenta 42 años de edad y abrió la tienda la pasada Navidad. No obstante, lleva con la artesanía más de 20 años.
Trabaja lo que se denomina como joyería cerámica, “estoy especializada en la porcelana espacial para una joyería muy resistente; se pinta con oro y con diseños propios inspirados en la naturaleza”, explica Irene, que añade a la gama de productos la cerámica de uso alimentario y también la decorativa. Al catálogo se suman las creaciones de su marido, Felipe Mejías, que es ilustrador y se ocupa de las estampaciones en textil y en otros soportes.
La artesana recalca que los productos tienen una gran aceptación, “el público nos lo dice, especialmente el que viene de afuera, que nos comenta que no lo han visto en ninguna parte”. Asevera que alcanzar este reconocimiento es el fruto de “muchos años de estudio buscando algo diferente”. “Sabía que la zona en al que estábamos no era un sitio fácil, pero queríamos probar siendo conscientes desde el primer momento que la apertura de la tienda lo tomamos como una prueba. Si no funcionaba, volveríamos al principio”.
Y así ha sucedido. Reconoce que “hay un poco de desilusión, pero no me vengo abajo”. Esta situación, dice, “no me pilla de sorpresa porque la posibilidad de que sucediera siempre estaba presente”. Se muestra agradecida “al público que ha estado con nosotros, que han apreciado nuestros productos. Sin embargo, no ha sido el suficiente para cubrir todos los gastos”, siendo el principal el arrendamiento del local junto a otro inconveniente como es “la obligación de esta aquí mañana y tarde, pese a que tenía aquí instalado un pequeño taller para seguir creando”.
Así las cosas, Irene abrió la tienda por última vez en la mañana de este lunes para cerrar definitivamente a mediodía. Por la tarde, a recoger y echar el cerrojo comercial y sentimental a esta iniciativa que ahora se desarrollara por otros caminos, pero sin dejar de lado la esencia de sus creaciones.
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