El arte del belenismo no descansa en todo el año. Un trabajo tan elaborado y minucioso como este requiere comenzar a planificar y organizar lo que se va a exponer casi desde que se termina la temporada navideña y se desmonta el anterior. En Jerez, uno de los belenes más importantes es el que se monta en la sede de la ONCE situada en la calle Porvera y en el que colabora un personaje de lo más singular.
Se trata de Manuel Cruzado, un hombre de 60 años natural de Sevilla. Manuel es una persona simpática y dicharachera, pero llama la atención que se dedique a fabricar y montar belenes siendo invidente. A causa de una enfermedad degenerativa, fue perdiendo la visión progresivamente desde los 18 años y muy pronto se quedó ciego.
Manuel estuvo trabajando más de 15 años en la ONCE de Jerez, por lo que se siente muy ligado a la ciudad. Desde hace más de 10 colabora con el proyecto de la fundación y, pese a lo que se pudiera pensar, a él nadie le controla ni le dirige. Al principio solo colaboraba en el montaje, pero explica que "tras pasar por la Escuela de Arte se me ocurrió que igual también podía fabricar yo las figuras". Y comenzó a probar con buen resultado. "Es un atrevimiento", reconoce, pero se siente orgulloso de la mejoría que ha notado en su trabajo, pese a que "todavía me falta mucho por aprender".
El principal motivo por el que se atrevió a dar este paso fue para personalizar por completo el belén y poder adaptarlo a la idea que había desarrollado. "Si compras las figuras en otro establecimiento es posible que no se ajusten exactamente a lo que he planificado. Si quieres que algo sea personal y acorde a tu idea es mejor que lo hagas tú mismo al completo", cuenta. Y es que Manuel planifica cada detalle del nacimiento "imaginándome una postal" y a partir de ahí estudia lo que necesita y cómo tiene que fabricarlo para presentarlo como desea.
Aproximadamente en el mes de marzo comienza a fabricar las figuras. Esta año, por ejemplo, el nacimiento contará con un total de 25 así que conviene no dormirse en los laureles porque "no es un trabajo fácil, lleva mucho tiempo y tienes que dar cada paso con seguridad". Ahora están ya organizando y diseñando lo que serán el escenario y las estrucuturas donde se colocarán y resulta muy llamativo observar a Manuel tallando en corcho con mimo cada esquina de los edificios y rasgando con extrema delicadeza la simulación del quebrado de las piedras o los quicios de las puertas.
El manejo que tiene del cúter resulta muy sorprendente -y no se puede negar que agobia un poco verle utilizándolo sin agachar la cabeza- y, a pesar de estar enfrascado en una tarea concreta, no pierde comba de todo lo que le rodea. A la vez que él va preparando los trozos de corcho para unirlos, otros compañeros están colocando los cables y estructuras para cubrir el resultado final y está atento a cómo avanza también su trabajo.
Una vez concluya la colocación de los edificios será el turno de los caminos y demás añadidos que haya planificado este experto belenista. En esta ocasión ha tenido la idea de colocar un par de artículos con los que hasta ahora no había contado este belén y que prefiere no desvelar para mantener la sorpresa cuando el público acuda a visitarlo y para esto antes hará falta probar si encaja como está previsto y si los sistemas eléctricos que necesitan funcionan correctamente. Todo ese trabajo recaerá principalmente en Manuel que trabajará sin descanso hasta casi última hora para dejar impoluto un nacimiento de lo más especial.
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