"El exilio español empobreció las universidades, los colegios... las mentes. Todo. Los grandes poetas, catedráticos y pintores dieron todos los frutos fuera”. España florecía fuera de sus fronteras. Dentro de sus entrañas, la población involucionaba. Antonina Rodrigo acaricia las peripecias, las sombras y los pensamientos de personajes que pasaron inadvertidos en la historia española no por casualidad, sino por una fuerza política. Rodrigo obtuvo una sensibilidad especial hacia aquellos españoles que no tuvieron más remedio que liarse la manta —los ideales y las esperanzas— a la cabeza para marchar a otra tierra. "Hemos crecido con la pedagogía franquista y necesitábamos la otra parte. Por qué se fueron, por qué lucharon, por qué mantuvieron la nostalgia en vilo siempre esperando volver…". Antonina Rodrigo nació en Granada poco antes del estallido de la Guerra Civil, en 1935. Hoy, es considera la pionera de la memoria histórica. Dedicó su vida a reconstruir el aliento y los suspiros de personas anónimas o célebres de la cultura.
Entre sus biografías destacan la de Mariana Pineda, revolucionara del siglo XIX; Margarita Xirgu, actriz española exiliada durante el franquismo por interpretar obras de García Lorca. El poeta granadino de la Generación del 27 es otra de las vidas que narra Antonina Rodrigo y por la que tiene especial fijación. “Sí, es un amor mío”, confiesa. También dio a conocer las memorias de María Lejárraga, escritora y feminista que llegó a ser diputada en las cortes republicanas hasta 1936; María Teresa Toral, química y farmacéutica que llamó la atención de Marie Curie; o la biografía del amor de Lorca, el pintor surrealista Salvador Dalí. ¿Qué tienen en común sus biografías? “La lucha por la libertad de los demás y por la suya propia. Pero si uno se dedica a la lucha de los demás es porque la suya ya la tiene entre las manos. Ya sabe lo que quiere", responde.
¿Se considera feminista? “Claro, naturalmente, ¡por favor!”, contesta. La pregunta la ofende. “Una mujer que no es feminista es como un militar que no es militarista”, continúa. “Yo soy feminista”, entona con orgullo. “Y que le tengas que explicar a la gente qué es ser feminista hoy…”. “Hoy usted le pregunta a alguien qué cree que es el feminismo. Y te dicen que lesbianismo. ¡No, por favor! Es la defensa de los derechos de la mujer. Estamos defendiendo sus derechos cuando usted está en contra nuestra”, expresa con rabia. No con histeria, sino con una rabia entendida como impotencia acumulada. "Comencé a hacer un libro sobre mujeres granadinas, y cuando llegué a Mariana de Pineda...". Sin duda, otro de sus grandes amores. Cuenta que se topó con la historia de Pineda gracias a la memoria oral, que los niños en su tierra cantaban en coro: "Oh, qué día tan triste en Granada, que a las piedras hacía llorar al ver que Mariana se muere, en defensa de la libertad". Cuando empezó a investigar sobre ella se encontró con una historia diferente. Destapó una mentira. Mariana Pineda, que fue guillotinada por bordar "Ley, libertas, igualdad" en una bandera durante el reinado absolutista de Fernando VII, no murió por amor. Si es considerada una mujer romántica no es porque muriera por amor, sino por la libertad.
"Siempre digo que si estuviéramos en otra Europa, en cada plaza de España habría una estatua de Mariana Pineda”
"Mariana Pineda se hubiera salvado de subir al patíbulo si ella hubiera denunciado a sus compañeros de causa, los liberales. Pero dijo que no, que eran miles de familias las que estaban implicadas. Es una mujer maravillosa. Es la libertad universal: la mujer que muere por la libertad de los demás". Antonina Rodrigo se dijo así misma: "Esta no es una mujer que borda, esta es una mujer comprometida hasta las cachas". Mariana Pineda fue una feminista cuando todavía el movimiento no había sido reconocido y teorizado en la sociedad inglesa. "Siempre digo que si estuviéramos en otra Europa, en cada plaza de España habría una estatua de Mariana Pineda. Una mujer que en la Guerra Civil la temieron, cuando ya había pasado más de un siglo…".