El magnate filipino Andrew L. Tan toma posesión de los activos procedentes de Domecq Jerez que compró por 275 millones de euros a Beam Suntory.
De la época colonial española queda poco en Filipinas. Quedan algunos edificios, seguir poniendo a los niños nombres de pila españoles (no así precisamente el empresario Andrew L. Tan) y la afición al brandy (propio e importado), poco más. Hay que tener en cuenta que el español dejó de ser idioma oficial hace 25 años, desplazado definitivamente por el inglés y el tagalo. Hoy solo lo habla el 3% de la población (que no dejan de ser unos tres millones de personas), pero eso no resulta ningún impedimento para conocer y apreciar la palabra internacional brandy, y si es español y de Jerez, mejor.
Andrew L. Tan lo sabe bien. Este magnate filipino de origen chino, con importantes intereses en distintos sectores económicos (inmobiliarios, restauración, turismo, alimentación y bebidas) es lo que los anglosajones denominan un self made man, una persona de extracción humilde que hoy, a los 63 años, cuenta con una fortuna personal superior a los 3.000 millones de euros, lo que le convierte en uno de los hombres más ricos de su país. Tan acaba de tomar posesión en Jerez de los activos de la antigua Domecq que adquirió hace dos meses a Beam Suntory -a través del Grupo Emperador, de su propiedad- por 275 millones de euros. Estos activos son básicamente las instalaciones bodegueras de Jerez, la viña el Majuelo, la destilería de Tomelloso (Ciudad Real), las marcas de Terry (Centenario) y Harveys (Bristol Cream) y los brandies Tres Cepas y Fundador. Sobre todo Fundador. De hecho, todo este paquete pasará a llamarse desde ahora Bodegas Fundador, lo que supone una clara declaración de intenciones de Tan, que se ha convertido con esta compra en el principal productor de brandy del mundo.
El magnate filipino ya tenía desde hace unos años intereses en el Marco de Jerez, tras firmar un acuerdo de suministro con González Byass para sus propias marcas. Ahora, con esta compra da un paso más y se convierte de un día para otro en una pieza clave en el sector, un sector que, por cierto, ve con buenos ojos esta llegada, porque es la primera vez en años que alguien aparece sin intereses espurios y, en general, ha creado expectación que de su apuesta por Fundador –“comienza una nueva era”, han sido sus primeras declaraciones tras la compra- se pueda beneficiar el brandy de Jerez en su conjunto.
Para los más jóvenes, hay que decir que Fundador fue una marca clave en el sector hasta los años 80. En realidad siguió siendo importante, pero las sucesivas incorporaciones de marcas a lo que denominaremos, para entendernos, Domecq Jerez, hizo que sus responsables centraran sus esfuerzos en España en Centenario, de Terry, y Fundador fuera el buque insignia en Filipinas, el segundo mercado del espirituoso jerezano. Mientras que en España habitualmente se ha comercializado como solera, en Filipinas Fundador da nombre a toda la gama de producto, apareciendo incluso como gran reserva lujosamente presentado. Por eso Fundador es un nombre con un prestigio que probablemente no se acaba de apreciar desde Jerez y es la bebida con la que, sin ningún tipo de duda, se cerró esta compra-venta, la marca que Tan, hijo de obreros, veía seguro en la casa de la gente bien. Hoy esa marca, ese trozo de Jerez, es suyo.