Esto no es un cuento de Navidad pero podría serlo. Esto no es una historia de sacrificios y renuncias pero, vaya, claro que podría serlo. Esta historia va de amar a tu profesión por encima de todas las cosas. De convertirte en reina maga de carne y hueso. Y, sobre todo, va de sobrevivir y de intentar hacer reír en esos lugares del mundo donde más difícil es creer en la raza humana pero, a la vez, donde el alma respira más puro. Volvió Beatriz Garrido de Costa de Marfil y estuvo encerrada en su piso de Jerez durante días. La experiencia fue devastadora. En el país africano, asolado por la guerra civil, tuvo que aguantar el tipo para dibujar ilusión entre los más pequeños mientras oía tiroteos por las calles. Tuvo que mantenerse firme casi sin comer y sin ducharse para colocarse cada día, como si nada, su nariz de payaso.
Cuando regresó, Lola Mento era otra vez Beatriz. La maga y la payasa se desnudaban del alter ego y la persona podía llorar a lágrima viva y digerir todo lo vivido. Eso sí, retornando a algunas de las comodidades que pocas veces valoramos en esta cara del mundo: una ducha, un váter, sábanas limpias, una botella de vino, algo de chocolate. Una o dos veces al año, esta artista jerezana hace su mochila y se marcha con Payasos sin fronteras a practicar el idioma universal de la risa en zonas de conflicto. Colombia, Líbano y Palestina son otros de los estados a los que ya ha viajado de expedición. “Es un choque muy fuerte pero es maravilloso e intento no quejarme. Tengo la suerte de que, con los problemas que hay hoy en día, hago lo que me gusta, aunque a veces me vaya muy bien y otras veces regular”, asegura Beatriz al otro lado del móvil.
En paralelo a su rostro más solidario, esta jerezana de 36 años —"aunque aparento menos (asegura entre risas)"— y que decidió hace veinte que quería dedicarse al espectáculo, no para de trabajar por todo el país presentando su espectáculo de magia y humor Lolamentando. "Digo a casi todo que sí porque luego llegan meses malos. Estoy acostumbrada en estas fechas a la carretera. El día de Navidad lo pasaré sola en el coche viajando a León; y ya el año pasado me tocó volar a Colombia la noche de Reyes, pero bueno, no me quejo, me encanta porque al final es trabajo", reconoce. Rebobinando hacia atrás en el tiempo, Beatriz se marchó a Madrid con veinte años y "100.000 pesetas" para formarse en interpretación. "Desde el principio me divirtió improvisar, sorprender, jugar, escuchar las risas del público...", cuenta ella misma en la presentación de su web.
Juan Tamariz, Miguel Ángel Gea, Arnold Taraborrelli, Begoña Valle, José Pedro Carrión, Eduardo Fuentes... "Junto a ellos aprendí a superar las dificultades y a no rendirme jamás", admite en su web la artista, que asegura en su conversación con este medio que prefiere "no pensar en la inestabilidad porque acojona un poco". "Mi coche lo comparto con mi madre, vivo de alquiler, no tengo hijos, ni propiedades... En el momento en que no me vaya bien cojo la maleta y me piro, y no me da miedo. Este mundo es difícil pero si la lucha es constante y con alegría al final siempre salen las cosas. Soy feliz con lo que hago y mucha gente no puede decir eso; con lo cual, afortunada de mí".
Su filosofía de vida tiene mucho que ver con el ilusionismo y, en lugar de lamentarse, Lola/Beatriz se pone su nariz de payaso y se vuelve inmune a las bombas de la crisis y a los recortes en Cultura. "Si no hay trabajo, a veces es muy difícil, pero la opción es irte o buscarte otra cosa que sepas hacer y con la que puedas vivir. Lo mismo soy una ilusa por mis circunstancias pero prefiero pensar un poco más con alegría". Esto, ya ven, no era una historia de Navidad, pero sí de ilusión y esperanza.