En estos días donde surgen todo tipo de planes con los que ocupar los días de ocio, no es raro que se proponga ir al Peñón de Gibraltar, lo que inmediatamente nos dibuja en el consciente que vamos a ir a repostar gasolina, comprar alcohol, tabaco y otros productos que al cambio de moneda y por ventajas fiscales, que disfruta el comercio gibraltareño, compensan o compensaban económicamente. A día de hoy es menos, en el caso de la gasolina, por ejemplo. Se fuma menos e ir a comprar alcohol, chocolate o el queso de bola está más que a la baja por razones culturales y porque de lo que allí se amontona en las gasolineras-supermercados lo hay de sobra, incluso más barato, pasando la frontera.
Entonces, ¿para qué ir a Gibraltar? A esta cuestión las repuestas son muchas porque el Peñón ofrece no solo sumergirse en una ciudad donde se respira lo 'british' por todas partes, observar la multiculturalidad que allí convive incluso hacer alguna compra de algún producto exclusivo, un corte de traje puramente inglés o, si se tiene la cartera ancha, comprar algún luxury, que salen a bien precio al cambio.
Su monumentalidad podría decirse que es al atractivo más agradecido del Peñón, tanto su historia contemporánea, que bien merece la pena porque cuenta mucho sobre los episodios más reciente sucedidos allí, como por su pasado más pretérito. Para empezar, Gibraltar fue durante ocho siglos territorio musulmán. De esa época quedan los famoso Macacos de Berbería y un castillo del siglo XIV construido por Abu-Hassan, sultán que reinó en lo que hoy es Marruecos entre los años 1331 y 1351, fortaleza que se puede visitar.
Además se pueden entrar y recorrer los largos túneles excavados en la roca tanto por el gran asedio de 1779 por el que España intentó por tercera vez recuperar el Peñón; o las defensas subterráneas creadas con motivo de la II Guerra Mundial ante los intentos alemanes de ocupar el estratégico emplazamiento.
Estos túneles están tematizados con maniquíes vestidos de época ocupando trincheras en la misma vertical de la roca o en las oquedades que se abre a lo largo de las galerías excavadas sobre el granito la granítica. En lo militar también quedan antiguos emplazamientos de piezas de artillería y puntos de visualización en los que se puede ver todo el Estrecho, la fusión entre el Mediterráneo y el Atlántico, e incluso las montañas del Atlas de Marruecos.
Pero para los amantes de la naturaleza, Gibraltar da la posibilidad de sumergirse en un parque natural, declarado como tal en 1993, donde se proponen diferentes senderos para disfrutar de la zoolología y botánica tan singular que ofrece un espacio aislado del continente, dicen que desgajado del norte de África, y a 426 metros de altura.
Como señalan los inputs turísticos del Peñón, “al subir a lo más alto del Peñón sentirá que está en la cima del mundo. Europa está a sus pies. África se divisa en el horizonte, mientras que las puertas del Mediterráneo y el Atlántico quedan a cada lado”.
Históricamente, es probable que la vegetación original encontrada en el Upper Rock, como llaman los ‘llanitos’ a la parte más alta del Peñón, fuera en sus orígenes un bosque, que acabó siendo destruido a lo largo de los siglos por la tala de árboles. Ahora el maquis o matorral es el tipo de hábitat dominante.
La reserva natural de Gibraltar es también famosa por sus exclusivos senderos, que serpentean por toda la extensión de la misma. Belleza natural e impresionantes vistas, son las sorpresas que esperan al visitante. Se han desarrollado cuatro redes de senderos denominadas: Nature Lover, para los amantes de la naturaleza; History Buff un repaso por la historia de Gibraltar; Thrill Seeker, para los visitantes más atrevidos; y Monkey Trail, en el que los macacos son los que mandan.
La reserva natural del Peñón de Gibraltar ocupa la mitad superior de la roca, un 40 % de la superficie terrestre. Este dato da buena cuenta de lo mucho que se puede ver en el Peñón, que permite incluso entrar en una cueva, la de San Miguel, de gran belleza en la que se han instalado juegos de luces para resaltar la arquitectura natural que exhibe, con una gran variedad de estalagmitas y estalactitas.