Mueren buscando el sueño de llegar a Europa. Ahogados en las costas de Tarifa. Muchos son enterrados sin nombre y sin flores, pero hay alguien que cuida de sus lápidas desde hace 35 años.
La historia de José María, un colaborador de la Diócesis de Migraciones del Obispado de Cádiz, ha sido recogida por Telecinco. Desde 1988, este hombre sube una vez a la semana al cementerio de Tarifa para ver que las tumbas de los casi 40 inmigrantes que han recibido sepultura en dicho camposanto están en buen estado. "Es muy doloroso ver que nadie les pase un trapo por la lápida ni le ponga una margarita", cuenta este hombre.
Para el día de Todos los Santos, José María ha preparado flores. "Tengo seis ramos pequeños para los nichos y uno grande para la fosa", ha manifestado. En la fosa descansan los restos de 21 marroquíes. La mayoría de ellos murieron en una patera que llegó a la playa de los Lances un 1 de noviembre de 1988.
Por entonces no había protocolos para enterrar a los que perdían la vida en las aguas del Estrecho. José María colaboró en las gestiones para el entierro de los migrantes que perdieron la vida en aquella patera. Pusieron cuatro vigas y una placa, que él se encarga de renovar cuando se deteriora, para recordarlos.
José María ha conseguido incluso que algunos de los fallecidos puedan ser identificados, como en el caso de Yacouba Kone. Este colaborador de la Diócesis de Cádiz pidió que le dejaran revisar la ropa del migrante y en uno de los bolsillos encontraron su nombre escrito.