La venta El Pantano, el único establecimiento que ha permanecido abierto en los últimos años en el poblado del Charco de los Hurones, tendrá que cerrar sus puertas el próximo 2 de mayo. Tres trabajadores (dos con contrato y uno autónomo) se verán en la calle. Las promesas de la Junta de reubicar este negocio en el bar antiguo no se han cumplido y, de momento, no se ha ofrecido ninguna otra alternativa.
Con el cierre de la venta y las obras de acondicionamiento, seguridad y mejora de las infraestructuras del poblado en marcha –paso previo al proyecto ecoturístico que va a resucitar este enclave–, Los Hurones va a quedarse todavía más huérfano durante los próximos meses. Hasta diciembre está prevista la primera fase de rehabilitación.
Ya hay incluso una cancela a la entrada, colocada en una vía pecuaria, que restringe el acceso por las noches al poblado. La verja se está utilizando como elemento de persuasión para ladrones que intenten llevarse el material que hay para las obras. Entre la semana, son los propios trabajadores los que se encargan de abrir la puerta de entrada al poblado.
En el edificio donde está situado actualmente la venta El Pantano irán unas oficinas de la Junta. Desde 2002, cuando los terrenos eran de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, lleva funcionando este establecimiento. En 2007, el poblado de Los Hurones pasó a ser dominio de la Junta y el bar ha seguido en activo hasta la fecha.
Ahora, de manera apresurada, tiene que decir adiós. En octubre pasado ya estuvo cerrado un mes tras una inspección de Sanidad. La Junta cloraba el agua del poblado y nunca tuvo una empresa externa para calibrar la potabilidad del agua. Sin embargo, en esta ocasión ha mandado a una empresa de El Puerto para el análisis de la misma.
En los aseos de la propia venta se informa desde hace tiempo de que el agua no es potable. Y este es el argumento al que parece que se ha agarrado la Junta, veinte años después, para liquidar por la vía rápida este negocio. Desde el entorno de la venta entienden que al menos podrían haber esperado hasta el final de las obras para que el poblado no quede sin el servicio que prestaban a los visitantes que se acercan cada fin de semana a este paraje natural.