Los datos oficiales de la Junta de Andalucía hechos públicos el lunes 5 de octubre sobre la situación del covid en cada municipio de la provincia generaron un importante desconcierto en Barbate. La localidad, marcada en la segunda ola por la crisis del coronavirus, ha sufrido cierres de aulas por la enfermedad y cuenta con 139 casos en esa fecha de 5 octubre, de los cuales 30 se dieron en los 14 días previos.
Con algo más de 22.000 habitantes en Barbate, cualquier fallecimiento es bien conocido entre los vecinos, toda vez que, prácticamente, "todos se conocen". Barbate tiene sus apellidos comunes que son casi únicos de esa localidad, un término municipal de gran extensión pero un núcleo urbano bien definido, al igual que algunas barriadas rurales o ELAs de origen marinero.
Por eso, el anuncio de ese fallecimiento generó a lo largo del lunes un gran revuelo. Según fuentes municipales, desde que conocieron la noticia están tratando de conocer quién es la persona fallecida. "Nadie sabía nada. Preguntamos para ver quién había sido y nada, al menos de momento. Nos sorprendieron los datos de la Junta, pero la realidad es que está contrastado por ese dato", señalan desde el Ayuntamiento de Barbate.
Lo cierto es que ese dato se refiere al periodo comprendido entre las primera horas del viernes y las primeras del lunes, el periodo en el que se reflejan los datos municipales publicados cada lunes. Esto generó rumores sobre si habrían dado positivo personas fallecidas, pero la Junta, obviamente, no ofrece datos concretos sobre personas fallecidas.
La opción más lógica, habida cuenta del dato y la extrañeza que ha generado en la localidad, es que se trate de alguien "empadronado en Barbate pero que es de fuera". Todo conduce a los criterios de imputación de casos en cada localidad, un criterio que sí generó situaciones que no gustaron en algunos ayuntamientos de la provincia tiempo atras. Porque si los datos reflejan los positivos de un pueblo para conocer su situación, si deben reforzar servicios, por ejemplo, en zonas concretas, desconocen esos datos y no pueden actuar. Y generan situaciones de alarma, como algunas localidades de la Sierra cuyos alcaldes indicaron con sus primeros casos que se trataban de vecinos empadronados pero no residentes de forma efectiva.
Así, los ayuntamientos pequeños se han convertido en auténticos rastreadores. Aprovechando eso de que todo el mundo se conoce, tratan de conocer, por ejemplo, en qué barrios habría algún caso, o si los hubiera en zonas rurales fuera del núcleo urbano, o si ha afectado a algún negocio. Un esfuerzo en tareas oficiosas, es decir, que supone recomponer el puzzle que ofrece la Junta diariamente con los datos de covid por localidad.
En este caso, Barbate no sabe quién ha fallecido. Pero lo que sí está claro es que la muerte se ha imputado a la localidad por alguna razón, quizás, administrativa. Una enorme confusión al respecto de una crisis sanitaria donde se trata de evitar, precisamente, que la falta de información derive en bulos y señalamientos. Si la Junta ha hecho un esfuerzo que hay que reconocer ofreciendo datos por localidad, algo que no hacen muchas otras comunidades autónomas, lo cierto es que ésta a menudo se queda corta, como ha ocurrido esta vez en Barbate, donde ni Ayuntamiento ni vecinos encuentran explicación al dato.
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