Teresa Rodríguez (Rota, 1981) lidera Podemos en Andalucía desde 2015, pero lleva en política "desde que tengo uso de razón". Eso sí, no como profesional, "es la diferencia entre casta y no casta". Ya con 18 años, su nombre figuró en las listas de Izquierda Unida a las elecciones al Parlamento de Andalucía de 2000, e incluso llegó a concurrir como alcaldable a la Alcaldía de Cádiz en 2011 por Izquierda Anticapitalista (solo obtuvo unos 900 votos; ahora solo su página de Facebook la siguen más de 185.000 usuarios). Este encuentro se produce un lunes de Feria del Caballo, en la caseta de lavozdelsur.es, y en la misma semana en la que barómetro del CIS revela las escasas diferencias en intención de voto que manejan los cuatro grandes partidos de España. El círculo morado, en su versión Unidos Podemos, crece levemente y roza el 20%.
Esta dirigente política gaditana, activista y profesora, tiene claro que ya el contexto no es el mismo que el que colocó a Cs en la cresta de la ola a raíz del conflicto catalán. "Todo se frena un poco", analiza. ¿Y Podemos? Las mareas feministas y de pensionistas le llevan a confiar en que el hecho de que la gente pise las calles nuevamente acabe desembocando en una buena cosecha electoral en los escenarios que se vienen encima en la próxima primavera: autonómicas y municipales. No obstante, Rodríguez asegura que en Andalucía huele a adelanto electoral. Anticapitalista, sindicalista, ecologista y feminista, la máxima responsable del partido morado en la comunidad autonóma se declara amante de la Feria de Jerez y del Carnaval de Cádiz. "No es por bien queda. Soy de Rota, y allí el Carnaval tiene mucho tirón, sobre todo de unos años a esta parte, pero fundamentalmente la Feria es la fiesta de Rota. Mi madre es de Sevilla y también he vivido mucho la Feria de Sevilla. Así que me quedo con los dos, y además como no coinciden, no tienes que elegir".
¿Cómo se frena la ola de Ciudadanos?
Todo se frena un poco. Siempre hay subidas y bajadas, y cuando hay subidas muy rápidas, también habitualmente hay bajadas muy rápidas, o estabilización. No es lo mismo el contexto de Cataluña que el del 8M, digo respecto de Ciudadanos. El contexto también hace que una fuerza política pueda coger más vuelo o todo lo contrario.
Ha sido profesora de Lengua, ¿ahora cómo se conjuga Podemos?
Es una pregunta que tiene sentido y creo que habría que conjugarlo seguramente en condicional. ¿Podríamos? Sí... Hay un nuevo impulso de movilización de la gente; podríamos si la gente no se resigna a vivir sin derechos a perder servicios públicos, a ver cómo los recortes y la precariedad se instalan en sus vidas; podríamos si, además de no resignarse, se rebelan contra eso y hay otra oleada de movilización para recuperar los derechos... ahí sí podríamos, y es lo que nos toca también construir ahora, aparte de consolidar nuestra presencia en las instituciones, demostrar que somos capaces de hacer las cosas mejor de lo que las hicieron ellos, hay que recuperar el pulso de la calle, volver a poner un pie en las calles.
Nació en Rota y peleó contra aquello que tenía por lema 'Bases fuera', ¿en Podemos han llegado a 'expulsar' a las bases del día a día de la organización, se han olvidado de ellas?
Lo que pasa que era difícil igualmente sobrevivir sin desestabilizarse en tres años de presencia acelerada en las instituciones. Ciudadanos está creciendo ahora pero es que nació en 2009 y tenía ya representación en Cataluña. Nosotros desde 2015 hasta ahora tenemos presencia en todos los parlamentos de este país, gobernamos en las principales ciudades, y tenemos un grupo parlamentario que se acerca al 20% en el Congreso de los Diputados, eso jamás había ocurrido antes en ninguna fuerza política. Y claro, sobrevivir orgánicamente a eso es complejo. ¿Ahora qué toca? Toca poner el balón en el suelo, mirar al campo, y recuperar otra vez la parte de abajo, no desfondarse.
Está habiendo movimientos dentro del partido, como un supuesto documento auspiciado por Bescansa y Errejón, que buscan descabalgar a Pablo Iglesias. ¿Usted es crítica pero no tanto...?
No son tan importantes las personas como los mecanismos de coordinación; mi pelea fundamental es la de la descentralización, y es aquello para lo que me ha mandatado la base de Podemos en Andalucía, es aquello a lo que se comprometía nuestro documento político en Andalucía, y es conseguir una organización que sea más parecida al modelo de Estado que defendemos: un modelo plurinacional, descentralizado, donde se da autonomía a los territorios para que se hagan su propia realidad, donde seamos vistos no como la sucursal de Pablo Iglesias, de Íñigo Errejón o Carolina Bescansa, no una sucursal de Madrid, sino una organización que ha nacido en Andalucía con la gente que lleva años planteando alternativas en el ámbito de lo social, en otras organización políticas, o que viene de la calle porque se ha incorporado por la necesidad de construir una alternativa política para nuestra tierra tras 40 años de socialismo.
¿Podemos escucha a Podemos Andalucía, pinta?
Sí, además pinta mucho porque es la comunidad que tiene más inscritos, la que tiene más círculos, y por tanto claro que se la escucha, es una federación importante para cualquier partido político.
¿Sigue siendo un círculo Podemos o se ha pasado al triángulo o a otra forma geométrica?
(Risas). Seguimos construyendo un círculo e intentamos que los círculos estén cada vez más coordinados entre sí, tengan espacios adyacentes y tengan más protagonismo.
Sus padres regentaban una perfumería en Rota. ¿Huele mucho a podrido en política?
(Risas). Mucho, fatal. De hecho, antes que la perfumería tenían una droguería, y cuando era droguería tenían muchos productos de limpieza que nos vendrían también muy bien en política. Creo que la principal cosa putrefacta que huele en política es el cinismo. Esa sensación de que en verdad las cosas dan igual, de que llevas apoltronado demasiados años en un lugar que se parece muy poco al de las condiciones de vida de la mayoría de la gente, y en realidad no te importa pero finges que te importa permanentemente, eso es lo más... fíjate, la corrupción es pestilente pero el cinismo es peor.
Sueldos políticos: "Queremos no cobrar un dinero que entendemos que es excesivo, entre otras cosas porque tú cómo representas a la gente si no te pareces absolutamente en nada a la gente"
Ha aclarado varias veces cuánto cobra, primero como eurodiputada, y ahora como parlamentaria andaluza, ¿cuánto cobra, es una barbaridad lo que cobran los políticos?
Aquí el señor Saldaña ha ido a una comisión del Parlamento cinco minutos y atesoró en tres años 18.000 euros. ¿A quién le pagan eso? A nosotros los diputados nos pagan en torno a 4.000 euros al mes y luego, en mi caso, por ejemplo, que tengo un cargo, 1.500 euros en dietas sin justificar, que es una realidad que hemos intentado cambiar con la reforma del reglamento, pero que nos hemos encontrado la negativa de PP, PSOE y Ciudadanos, por eso no ha salido adelante. ¿Yo cuánto cobro? Cobro lo mismo que cobraba de profe y es lo mismo que he cobrado cuando era eurodiputada, y cuando ahora soy diputada andaluza. Está en torno a 1.800 euros. ¿Qué hacemos con el resto? Lo metemos en una caja de solidaridad que va a distintas causas sociales, como recientemente con la defensa de Helena Maleno, una activista pro derechos humanos, como los tres bomberos juzgados en Grecia. No es que queramos donar, es que queremos no cobrar un dinero que entendemos que es excesivo, entre otras cosas porque tú cómo representas a la gente si no te pareces absolutamente en nada a la gente.
A veces la han atacado diciendo que lleva en política desde los 18 años, ¿eso es casta, qué ha respondido a esas críticas?
Llevo en política desde que tengo uso de razón. Estaba en el colegio y un profesor puso una cinta de Carlos Cano, un cómic de Mafalda, la imagen de los somalíes en los años 90 en el telediario... todo eso me llevó a comprometerme en política de forma natural, y eso me llevó a comprometerme en la asociación de estudiantes, en las asociaciones de mujeres que se iban construyendo, luego ya en la universidad, en la Marea Verde cuando fui profesora, en el sindicalismo alternativo cuando trabajé de camarera... lo que no he vivido es profesionalmente de la política. Decimos que la política no debe ser una profesión, es una vocación de servicio a la comunidad, una vocación por saciar una necesidad de mucha gente que quiere transformar su realidad y no ser impasible ante esta, y eso puede ser el voluntariado, la política, las bases, o el compromiso con el entorno más cercano. Hay muchas gentes que no soportan las injusticias y la política es un mecanismo para luchar contra eso. ¿Profesionalmente? Nosotros hemos puesto un límite y hemos dicho que más de ocho años no es recomendable que una persona viva profesionalmente de la política. Primero, porque va a ser muy difícil que luego se reincorpore a su entorno laboral, y luego porque creo que después de ocho años es difícil que uno se sienta vinculado a la comunidad que le elige.
"Le dije a Susana Díaz que cuando tuviera su edad volvería a ser profesora de Secundaria, y le pregunté si ella tenía algún lugar al que volver. Es la diferencia entre casta y no casta"
Entonces, usted se ha puesto fecha de caducidad como política 'profesional'.
Sí, sí, le dije a Susana Díaz que cuando tuviera su edad volvería a ser profesora de Secundaria, y le pregunté si ella tenía algún lugar al que volver. Es la diferencia entre casta y no casta, no es en sí negativo, sino que forma parte de una clase social diferente. Cuando uno lleva viviendo de la política desde que cumplió la edad de trabajar hasta que se jubila, pues uno se parece muy poco a la mayoría de la gente, que muchas veces no llega a mil euros y está en unas condiciones durísimas.
Y ahora que hablaba de Susana Díaz, después de varios años de relaciones más que tensas y con un objetivo que ya usted ha subrayado en rojo, cerrar el paso al PP y Cs, ¿se han puesto ojitos con vistas a 2019?
Hemos dejado con mucha claridad cuál es nuestra actitud en política de alianzas y no hay opción de equivocarse: el PP no va a gobernar en ningún sitio por acción u omisión en nuestro voto en una investidura. En ningún sitio. Y por eso, por ejemplo, no gobierna en Sevilla, Córdoba o Jerez. Y en segundo lugar, no queremos gobernar con el PSOE, ya que entendemos que lleva acumuladas también una serie de mochilas que le hacen formar parte del régimen, y queremos acabar con el bipartidismo. Vamos a llegar a acuerdos puntuales con el PSOE siempre que ellos quieran, y podemos llegar a acuerdos, por ejemplo, como hemos hecho con la ley de servicios sociales, de discapacidad, de memoria histórica y democrática, el acuerdo para la financiación autonómica de Andalucía, la ley contra la lgtbifobia, la ley de senderos y de caminos públicos... Hay muchas cosas en las que permanentemente tratamos de buscar el consenso para ser una fuerza política útil. El PSOE nos va a buscar cuando no llegue a un acuerdo con Cs, pero el problema es que en Andalucía hemos visto una preferencia permanente por llegar a acuerdos con la derecha, y es algo que no entendemos de un partido con la tradición histórica que tiene el PSOE.
El otro día me decía en una entrevista en este medio el senador socialista gaditano Paco González Cabaña que cuando Podemos ha llegado a la instituciones es "pragmático" y ponía como ejemplo al alcalde de Cádiz, al que recientemente se le ha visto, incluso, recibiendo honores del Consejo de Hermandades de la ciudad por su apoyo en la organización de la pasada Semana Santa. Al final, hay que gobernar para todos, ¿no?
Claro que sí. Desde el punto de vista identitario y cultural lo que tiene que haber es el máximo respeto a la mayoría social que ha elegido a uno. Uno no elige, sino que cumple con compromisos electorales como, por ejemplo, determinadas medidas concretadas relacionadas con el laicismo, que va en nuestro programa electoral. Pero en ningún momento nadie ha llevado en el programa de Podemos que no íbamos a formar parte de una corriente mayoritaria en la cultura que, además, entendemos que respetuosa con los derechos humanos, de los animales... hay unos mínimos, y dándose esos mínimos, máximo respeto e incluso fomento de la identidad colectiva, y de esos espacios de socialización. Es que si no todos seríamos iguales, comeríamos todos palomitas, beberíamos los mismos refrescos e iríamos a los mismos cines, seríamos pasto del capitalismo mundial. Para nosotros la cultura de los pueblos es importantísima porque es una forma de autoestima colectiva, no es un estorbo con el que hay lidiar. No me visto de flamenca solo porque forme parte de mi tradición o porque quede bien, me visto porque quiero que la gente se siga vistiendo de flamenca porque forma parte de nuestra identidad como pueblo, y eso hay que potenciarlo.
"Esa España que nosotros llevamos en nuestros corazones y todos deseamos es la España de la igualdad social, y la igualdad de género, y del respeto entre las distintas naciones que pueblan el Estado español"
¿Y con la bandera de España qué hacemos?
La bandera de España nos encantaría que representara una sociedad donde lo más importante es la unidad entre los pueblos y la solidaridad, y la cohesión social, pero es que en este país, desde que empezó la crisis, hay cada vez más separación y desigualdad que nunca, pero entre las clases sociales, no ya entre los territorios. Es que tres personas tienen lo mismo que catorce millones, esa es la verdadera ruptura de este país y no que no sé quién quiere hacer un referéndum. Esa España que nosotros llevamos en nuestros corazones y todos deseamos es la España de la igualdad social, y la igualdad de género, y del respeto entre las distintas naciones que pueblan el Estado español. Consideramos España un país plurinacional y lo llevamos a gala como una riqueza de nuestra tierra. Dicho esto, yo soy especialmente andalucista, no solo por tradición familiar o porque forma parte de mi trayectoria ideológica personal, sino porque creo que en Andalucía hace falta una identidad andalucista para salir de la situación de subdesarrollo histórico respecto al resto de España y Europa. Igual que las mujeres necesitamos una identidad que nos identifique como la mitad de la población que está siendo oprimida por la otra, Andalucía necesita identificarse como una tierra que ha sido oprimida históricamente y ha estado en una situación perdedora.
¿Se apropió el PSOE de ese sentimiento andalucista?
Claro, ponerse la 'A' de Andalucía y después guardar todos los sueños de autonomía en un cajón es muy fácil, y es exactamente lo que ha ocurrido. Nosotros queremos recuperar esos sueños de la autonomía andaluza. Esos que esperan que nadie se tenga que ir fuera a trabajar porque hay aquí industria y desarrollo endógeno propio. Aún tenemos eso pendiente después de 40 años. El balance no es positivo, tenemos más desempleados y aportamos menos a la renta nacional que en el año 81.
Hablando de 2019, ¿cómo ve la confluencia con Izquierda Unida y con todas las marcas blancas o reinos de taifas políticos que surgieron al calor del boom de Podemos en 2014?
La clave es la flexibilidad. En ningún sitio la confluencia va a ser una imposición, nosotros no lo vamos a imponer a nadie, serán decisiones que se tomen en los sitios donde las fuerzas del cambio quieran confluir y construir una alternativa. A nivel andaluz, las cosas van muy bien; y a nivel local, también van yendo muy bien, hay conversaciones en todos los ámbitos que llevan su curso e incorporan no solo a IU sino al municipalismo alternativo dentro de un espacio amplio y flexible. No queremos construir un aparato burocrático que dure 140 años, queremos dar una herramienta de cambio para quienes seguimos pensando que es necesario no aclimatarnos a la precariedad y a los recortes sociales.
A propósito de las confluencias: "No queremos construir un aparato burocrático que dure 140 años, queremos dar una herramienta de cambio para quienes seguimos pensando que es necesario no aclimatarnos a la precariedad y a los recortes sociales"
Con todo el lío de Cifuentes, ¿ha revisado el currículo o ha recordado si puede haber algún vídeo de la adolescencia donde pegaba algún 'mangazo'?
(Risas) Madre mía, yo lo he pensado... en Cádiz había un supermercado que se llamaba Simago y le pusieron el Simango pero yo nunca mangué nada porque me daba mucho apuro... porque era muy cagada, en verdad. Mi amiga y mi entorno más cercano entró alguna vez para llevarse algo. Pero a mí lo que me da coraje es que esta mujer haya dimitido por llevarse dos cremas de un Eroski, y no por lo del máster, que es poner a su disposición, por un mero privilegio de partido, una universidad pública, habiendo gente que se parte los cuernos para sacarse un título, o por estar en el PP con su trayectoria en la comunidad de Madrid: Púnica, Gürtel, Lezo... Esto habla muy mal de nuestra sociedad porque parece que la delincuencia común es lo peor que puede pasar y luego con la corrupción sistémica y estructural no pasa nada. En cuanto al currículo, yo siempre he sido muy cortita y con sifón. De hecho, siempre que los he puesto, he hecho poca referencia a mi trayectoria académica, aunque soy filóloga árabe, y eso tiene su cosa, pero siempre he hablado de mi trayectoria militante y activista. Soy el resultado de la lucha que me tocó dar como mujer, estudiante, profesora, y como persona sensibilizada con el medio ambiente... todo eso soy yo, más allá de mi expediente académico. Yo no entiendo esa cosa de querer inflar los currículos porque hay gente sin máster y sin tesis doctorales son más fieles a la representación pública.
¿Tiene que ver eso de engordar el currículo académico con garantizarse buenos puestos al entrar en las puertas giratorias que abre la política?
Bueno, no creo que Felipe González estuviese muy formado en energía y acabó en el consejo de Gas Natural. Creo que tiene más que ver eso con a quién eres tú leal. Si uno es leal a los de abajo, difícilmente una multinacional le va a abrir la puerta de un consejo de administración.
¿Qué consejo se dan como pareja el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi', y Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía y parlamentaria, que nunca cumplen?
Dos fines de semana al mes son para descansar...
"Que haya gente que reaccione de forma tan virulenta al movimiento feminista significa que estamos cambiando cosas"
Hablaba de política... no sé, hace poco leí que usted le había recomendado que, cumpliendo con la ley de Memoria Democrática, suprimiera el nombre de equipamientos públicos en Cádiz como el Teatro Pemán...
(Risas) Sí... yo lo que intento es darle la perspectiva de quien está fuera del marrón de ser alcalde. Creo que ser alcalde o alcaldesa es una de las cosas más difíciles que hay en política, seas del partido que seas. El compromiso es super cercano, la gente atribuye a tu trabajo si tiene condiciones de vida digna, es culpa o gracias al alcalde o alcaldesa y eso es súper duro. Por eso siempre intento sacarlo de ese sitio en el que está metido para que intente ver las cosas con un poco más de perspectiva y no entre en una cierta saturación a la que puede llegar cualquier alcalde o alcaldesa con un mínimo de sensibilidad social. Él muchas veces me dice: cuando tú gobiernes te enterarás...
¿Cómo se le pone el cuerpo cuando escucha la palabra feminazi?
Pues a veces siento cierto orgullo porque hay compañeras que reivindican incluso el orgullo feminazi. Que haya gente que reaccione de forma tan virulenta al movimiento feminista significa que estamos cambiando cosas. Ningún caso se produce sin ninguna reacción por la otra parte, ninguno. Siempre que uno pone en cuestión los privilegios de otro colectivo, la reacción naturalmente es violenta. Y si no hay esa reacción es que uno no está cambiando absolutamente nada. Está esa reacción del neomachismo que también se está cultivando en nuestra sociedad porque el feminismo está dando pasos adelante.
Ahora lo que tenemos que hacer es tratar de convencer a la mayoría social de que todo el mundo va a ser más feliz en una sociedad igualitaria, de que todo el mundo tiene que aprender y disfrutar de las enseñanzas del feminismo, hombres y mujeres. Todos tenemos cosas que ganar en esta batalla, aunque los hombres tienen cosas que perder y eso hay que reconocerlo de forma abierta. Se acabó estar en casa y no asumir las tareas domésticas o desprenderse de asumir las tareas de cuidados, pero por otro lado se abre un escenario enorme de nuevas paternidades, nuevas formas de relacionarnos entre hombres y mujeres, nuevas masculinidades... que son beneficiosas para todos y todas.