Pasaban las tres y media del 29 de agosto y Pedro Romero, alcalde de Espera, lanzaba un vídeo en las redes sociales de su Ayuntamiento. Con voz grave, jugueteaba con un bolígrafo en sus manos. Apenas unos días antes, este periódico publicaba que era una de las localidades sin casos en la provincia de Cádiz. Por entonces eran cinco. No fue gafe, ha sido la realidad del tiempo. A 25 de septiembre, solo hay un municipio así, Torre Alháquime, escondido en la Sierra. De un día para otro, Espera, que roza pero no llega a los 4.000 habitantes oficialmente, tenía 19 casos. Y el miedo en el cuerpo porque los números seguían creciendo.
Entonces se habló de un brote, pero en realidad fueron dos las vías de entrada en la localidad. Una, por unas vacaciones. A la vuelta tuvieron una comida con algunos familiares. Y así se fue ampliando. Otra, por una persona que trabaja fuera, pero que apenas habría generado ningún nuevo contagio.
La realidad de las pequeñas localidades como la de Espera en la lucha contra el coronavirus es muy diferente a la de las grandes cifras de grandes ciudades. En estas localidades, un gobierno municipal conoce el nombre de cada vecino y de qué familia es. Todos se conocen. Eso es una ventaja. El problema, por otro lado, es la falta de atención, pues los espereños acudieron a Jerez, a Villamartín o a Arcos para realizarse las pruebas. Y Espera es, digamos, un problema menor para las autoridades sanitarias.
"Ni SAS ni Junta se han puesto en contacto con nosotros en estas semanas. Lo hemos echado de menos, hemos tomado decisiones sin saber si eran acertadas", lamenta Romero. De hecho, oficialmente, no puede decirse que hubo de verdad un brote o si tenía las características sin declararse públicamente. "Hemos llegado a esa conclusión porque todo empezó con una familia, donde hubo dos o tres casos, y estos fueron ampliando a amigos, otros familiares...".
En sus mensajes de los últimos días, el regidor anunció medidas como el cierre de centros deportivos o parques de la localidad. En la misma línea que otros municipios. "Nadie se lo esperaba y nos surgió". De hecho, Espera tiene una residencia, de personas con diversas discapacidades físicas y psíquicas. El peor ejemplo al respecto es Alcalá del Valle, donde se produjo uno de los primeros brotes en residencias de Andalucía y el covid costó la vida a 13 personas, a los que se suman otras muertes de residentes empadronados en otras localidades que efectivamente vivían allí. "No admitimos visitas este tiempo para paralizarlo. No ha habido positivos".
Tareas de desinfección en las calles de Espera, días atrás.
Lo importante, eso sí, era actuar con decisión. Fue fundamental que casi cada día el alcalde se dirigiera a sus vecinos transmitiendo la gravedad de lo ocurrido pero subrayando las recomendaciones sanitarias. "Hemos estado actuando con un mensaje de tranquilidad. Hemos hecho lo posible dentro de nuestras competencias". En uno de sus mensajes, atajaba los rumores desatados sobre quién estaba contagiado y quién no con la complicidad de saber quién es cada uno, y teniendo una oreja puesta en lo que se movía en el pueblo. "No levantemos falsos bulos. Se hace mucho daño con muchos comentarios sobre si hay una guardería o no afectada. Nadie tiene culpa de contagiarse", remarcaba. De hecho, el inicio de clases no ha llevado aparejado ningún caso.
El seis de septiembre debía celebrarse la fiesta del pueblo. No pudo ser. "Hoy es un día muy especial", decía entonces Romero, de IU, "que muchos esberábamos, las del Santísimo Cristo de la Antigua. Este año no podrá celebrarse la bajada. Y hoy", por el seis de septiembre, "os puedo decir que todas las pruebas que se han hecho la familia directa de los que están confinados han dado negativo, que es una muy buena noticia. ¿Casualidad? No lo sé, pero ha coincidido con esta semana grande de nuestro pueblo. Mejor noticia no podíamos dar", celebraba. De hecho, desde entonces, la situación se ha ido reconduciendo.
Tan rápida es la actuación de un pequeño ayuntamiento que las cifras, llego el momento no le sorprendían. "Todos han cumplido su aislamiento y se ha notado. Había algo de menos gente en la calle y había miedo, pero la clave es la responsabilidad de la gente". A principios de esta semana indicaba que "ayer tuvimos un caso, pero lo esperábamos, el de una chica que ya estaba confinada". Y esa es la clave. Porque Espera, el pequeño pueblo, va ganando al gigante covid. "Se cogieron los 19 casos y ya está todo controlado", añadía este jueves a lavozdelsur.es. "Ya hay ocho de alta. Seguramente se den más en los próximos días. De aquí al miércoles 30 de septiembre llegarán las demás. Somos un pueblo de 3.900 habitantes. Solo algunos han tenido síntomas, dos con mucha fiebre, pero han sido sobre todo personas jóvenes de entre 20 y 60 años". Y la enfermedad la vencen, por ahora, desde Espera, porque las salidas de la localidad solo se han producido para las pruebas PCR, no para hospitalizaciones. "Nadie lo ha necesitado".
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