Desde el punto en el que acaba el camino en coche hasta el cementerio, hay un trecho que ya parece duro a eso de las diez de la mañana bajo los primeros rayos del sol de julio, minutos antes del acto que da inicio a las exhumaciones de víctimas del fascismo en Jimena de la Frontera, en el cementerio que funcionó en el pueblo hasta los años sesenta, frente al castillo. Por allí sube una mujer, que recela del calor. "Aquí para los entierros se llevaban los ataúdes a hombros", cuenta. Pero muchos no. Los testimonios de los familiares de las víctimas ilustrarán que hubo a quienes llevaron a palos tras horas o días de torturas, físicas y psicológicas. El trabajo con georradares indica que el patio tiene alrededor de cuatro decenas de víctimas enterradas en fosas comunes. Una de ellas, la abuela de la mujer. Melchora, se llamaba como ella. Su pecado, ser libre, formada. Tuvo un hijo fuera del matrimonio. "Mi abuela venía de la Guerra, cuando volvió después de marcharse. La detuvieron en el Ayuntamiento. Mi madre tenía ocho añitos".
En principio, fue tranquila para declarar. "La dejaron en la cárcel con mi madre. Ya tarde. Le dijeron 'anda, el tiro que te vamos a dar mañana va a ser chico'. Ella decía 'por Dios, no matarme, mis hijos', toda la noche llorando, una cosa mala. Era cierto, la mataron. Mi madre la recordaba dando patadas, llorando, chiquitita. A ella le gustaba leer, era una mujer de ideas. Nada más. Quién ha sido, nunca lo he sabido. Nunca me lo dijeron. Siempre nos decían que estaba en Cortes. Pero después nos han dicho que puede estar en otro sitio. No se sabe seguro. Estoy loquita por encontrarla. Por mí. Pero sobre todo por ella. A los hijos después les metieron en la cárcel. Eran comunistas", dice bajito, "no los querían. Mi tío era poeta. Mi madre tiene el apellido de mi abuela, Prieto Moncada, no el de sus hermanos, mis tíos. Mi abuela empezó a trabajar en una casa cuando era viuda y el dueño se enamoró de ella y nació mi madre. Se puede decir que era mi abuelo. Fue alcalde de Jimena después".
Alrededor de un centenar de personas fue asesinada en el pueblo por los golpistas. "No hubo Guerra Civil, no hubo enfrentamiento entre dos bandos en la provincia de Cádiz, lo que hubo aquí fue represión", dice Andrés Rebolledo, del Foro por la Memoria Histórica del Campo de Gibraltar.
Ana María García es otra de esas familiares de víctimas. Mataron a su tío. "Vivían en el campo. Vino a ver a la novia, con un caballo que mi abuelo tenía. Le dijeron en casa que no fuera, pero él dijo que sí. Cuando fue llegando al pueblo, quisieron quitarle el caballo al entrar en el pueblo, pero él se resistió. Lo metieron en la cárcel. Una mañana, mi abuela vino a traerle el desayuno y ya le dijeron que no estaba, que lo habían matado". Así de simple. Así de trágico. "Tenía mucho genio, decía mi abuelo. Tenía 19 o 20 años, era un chiquillo. Eran así. Fue por gusto, ¿esa criatura qué había hecho? Mi abuelo murió. Mi abuela no le puso una flor a su marido nunca porque dijo que no se la ponía hasta que no se la pudiera poner a su hijo. Sabía que estaba aquí -en el cementerio-, pero no sabía dónde estaba. Quiero saber dónde para meterle con mis abuelos".
El proceso de exhumaciones durará alrededor de dos meses. En paralelo a las primeras prospecciones con georradar, los memorialistas del Campo de Gibraltar recabaron testimonios que incidían en un mayor número de víctimas. Luego, vendrá el proceso de cotejo de muestras de ADN de familiares y asesinados, que se alargará años, posiblemente.
Rebolledo explica que "toda sociedad, todo pueblo, todo país, ante un trauma colectivo, requiere solución. Es una asignatura pendiente, por el bien de la sociedad. No se pueden ocultar esos traumas, ese daño, ese terror colectivo, esos fusilamientos... Eso no se resuelve. Este tipo de acciones no son beneficio sólo para las víctimas y quienes luchamos, sino para toda la sociedad, para mirar como país de primera, progresista, democrático, y que resuelve esta cuestión que es de derechos humanos".
Uno de los denominadores comunes de muchas víctimas es una idea de que, en realidad, sus familiares no estaban en ninguna batalla política. Rebolledo lo ve de otra forma. "Todos los habitantes estaban en política, porque la República era democracia. La gente estaba ilusionada, comprometida, y acompañando los proyectos de progreso de los cuales iban a ser beneficiarios. Jornaleros, toneleros... Muchos estaban en los comités, como en la CNT, con un grado de organización muy importante y muy vinculada a la población. Todos eran conscientes de eso". En los años, ha habido mucho silencio, muchas confesiones de mesa camilla. "En Andalucía fue mayor el ensañamiento. Se ha avanzado bastante en eliminar ese miedo a contarlo que aún hace diez años existía. Hay que exigir esa verdad, y se ha hecho mucha pedagogía, aunque pervive sobre todo en los mayores".
La represión fue dura en muchos núcleos. La Sauceda, Grazalema... Jimena sí está en la lista de los más afectados. Una población actual de 7.000 habitantes, y un centenar de asesinatos. Familiares de víctimas y verdugos han convivido durante décadas de Franquismo y democracia, sin olvidar que hay documentados casos hasta 1949, una década después del final de la Guerra Civil.
El alcalde de Jimena, Francisco Gómez, explica que el trabajo de exhumaciones es un trabajo de años. "Cuando termine esta fase, construiremos un panteón para que los familiares que lo consideren estén enterrados dignamente en el cementerio de San Pablo de Buceite. Esto fue una represión, por simplemente tener libertad, o por viejos rencores. Durante muchos años se ha vivido el resquemor. Y desgraciadamente el silencio, el de las familias de estos fusilados. Hoy se da voz y dignifica, se cumple con el objetivo de verdad, justicia y reparación", señala. "El silencio y el miedo ha existido y sigue existiendo. El franquismo sembró miedo. Hay familias a las que les cuesta expresarse. Es un gran error. Vemos cómo la extrema derecha entra en las instituciones porque nuestra historia no se ha contado. En España vivimos un genocidio de manos del fascismo, y no se ha contado en las instituciones educativas". Eso sí, "ningún partido político con representación se ha manifestado en contra de esta exhumación", subraya.
Con una bandera republicana, acompañado de su hija, Enrique Rojas -"rojo por dentro y por fuera"-, explica que "aquí están cinco hermanos de mi abuela y un tío mío, un hermano de mi madre, casi ya en los cincuenta. Pudo haber algo de la propia familia". También mataron a su abuelo y a su abuela. En el 74, "se pegó fuego, por lo visto, un tío mío, pero el carcelero era uno de los que mató a mi abuela, a su madre". Lamenta que "todavía hay miedo". De hecho, a su hija, de 28 años, "nunca la han llamado para trabajar" en lo municipal, "ni con PSOE, ni con izquierda, ni la derecha. No le dan trabajo por ser yo comunista", asegura. Acabó siendo concejal por los comunistas del PCE, metido en política desde el 77, "y nunca he cobrado. Mientras más radical sean, más estoy con ellos". "Aquí hay mucho miedo. Parece que se ríen, pero cuando explicas lo que estoy explicando se quedan mirando como diciendo este tío está tonto, pero no se dan cuenta de que los tontos son ellos. Yo conozco a los tontos de lejos". Le han contado, aunque no sabe seguro, que su abuelo "participó en la II República, y dicen que participó en el fusilamiento de un guardia civil. Y entonces, en la República, él iba cuando en el Ayuntamiento le mandaban a coger una vaca, o dos vacas, a quien las tuviera, para darle de comer al pueblo. Pero él era un mandado".
Jesús Román es el arqueólogo encargado de la labor en el cementerio de Jimena. “Cada ciudad tiene una tragedia similar, fue un verano sangriento porque no hubo guerra. La zona de Jimena fue de lo último que cayó, y eso hizo que las consecuencias fueran peores. Los que resistieron, sufrieron”. También se refiere al miedo. “Cuando se abren fosas, se cuentan cosas contadas en mesa camilla. Después de 83 años, llegamos muy tarde, muy tarde. Hemos perdido ya testimonios fundamentales, se pierde el hilo de los hijos, lo que complica el ADN… Si se hubiera hecho en los 80, con la democracia, como en Argentina o Chile, sería diferente. Muchas fosas, incluso, fueron destruidas intencionadamente. Estamos hablando de derechos humanos”.
Román ya ha estado presente en otras exhumaciones. “Hay un patio, donde hemos hecho el acto, que tiene muchas víctimas. Habrá que estudiar cada cuerpo con el máximo respeto, hay cadáveres de niños, por ejemplo. Los de las víctimas, hasta que no se abra, no se sabe si va a concordar con otros testimonios. En otro patio, el georradar de la UCA ha dado datos más difusos”. Es el patio que se encuentra a la derecha según se entra.
El problema es el ADN. “Dependerá de los conciertos con la Universidad de Granada, que han trabajado muchísimo. En 2016 intervinimos en Puerto Real. Fueron 193 víctimas, se les enviaron 185 muestras, y es un volumen grande por lo que todavía está el estudio por presentar. Hay un atasco porque son muchas localidades, y ahora, el covid no ha ayudado, porque se ha paralizado casi toda actividad en las universidades”.
El ex alcalde de la localidad, el socialista Pascual Collado, también es nieto de un represaliado. Su abuelo, del mismo nombre, fue fusilado. Es uno de los cinco familiares que sí saben que están allí, que ya fueron localizados, y que será desenterrado definitivamente. Cinco familiares que han ido, uno por uno, en un acto simbólico de dar azadas a la tierra para dar inicio a la excavación.
Diputación es el que ha puesto en marcha este estudio y trabajos de exhumación. "Hoy es el primer paso. Aportamos los fondos que otras administraciones no aportan, y así seguiremos en la medida de nuestras posibilidades. En el último año y medio se han dado pasos atrás, pero nos toca a las administraciones municipales y supramunicipales aportar ese impulso. Puede haber entre 40 y 50 asesinados en este cementerio, y tenemos que intentar paliar y que se cumpla el a deseo de enterrar a sus familiares de manera digna", explicaba Daniel Moreno, diputado provincial.
En líneas similares se mostraba la parlamentaria andaluza Inmaculada Nieto, para quien es clave pensar en términos políticos, recordando quien "no está aquí, que es la Junta de Andalucía, apoyada en la extrema derecha". El presidente de la mancomunidad de municipios mostraba también su apoyo, Juan Lozano, hablando de la importancia de la reparación. Manuel Triano, responsable de CCOO, subrayaba que muchos sufrieron esa represión en su condición de trabajadores, sindicalistas, y mandaba "un abrazo grande" a todas las familias que esperan encontrar a los suyos.