Aquellos pellets antiguos que tanto en Galicia dieron que hablar han esquivado, esta vez, las playas de la provincia de Cádiz. La pequeña alerta emitida los días 9 y 10 de enero al aparecer algunas de estas bolitas de plástico en las orillas de la playa de Bolonia (Tarifa) queda desactivada según confirma el alcalde de Tarifa, José Antonio Santos.
La contaminación en la zona es la habitual en cualquier otro momento del año. En una visita este miércoles 17 de enero, en el paseo hasta la orilla aparece una botella de cerveza vacía, una hoguera apagada, dos cañitas para beber zumos o batidos y una copa menstrual.
Luego, a dos metros de las olas, entre diminutas piedras y conchas, se puede recoger en toda la playa una veintena de estas bolas plásticas que se han hecho célebres en las primeras semanas de 2024. Consuelo para unos, desconsuelo para otros, el nivel de suciedad humana en Bolonia es el mismo que en cualquier otro momento de los últimos 20 inviernos.
Los pellets son pequeñas piezas plásticas (entre tres y seis milímetros de diámetro) transportadas y utilizadas por millones hasta distintas fábricas para construir con ellas objetos, desde botellas y tapones a componentes de aparatos electrónicos, entre otro centenar de usos.
Algunos accidentes marítimos (caídas de contenedores al agua por mala mar, especialmente) y la actividad cotidiana de distintos centros industriales provocan vertidos de forma regular. La provincia de Cádiz parece haberse librado del último, ocurrido el 8 de diciembre. Un barco de bandera liberiana, Toconao, perdió al menos un contenedor de los que transportaba durante una tormenta.
El buque hacía la ruta Algeciras-Rotterdam (partió el 5 de diciembre) con 26 toneladas de esas micropiezas plásticas. El gran cajón cayó a unos 80 kilómetros mar adentro, a la altura de Viana do Castelo (Portugal). Las corrientes han llevado hasta playas gallegas, sobre todo, cántabras y asturianas buena parte de estos desperdicios.
En las costas de Tarifa, Bolonia y Valdevaqueros, aparecieron hace una semana mínimas cantidades que hacían temer una contaminación mayor. Finalmente, no se ha producido. Los técnicos descartan que, mes y medio después del accidente, puedan llegar más pellets. Al menos "en cantidades preocupantes".
De hecho, la sospecha es que los pellets encontrados sean los mismos que, por desgracia, están de forma constante desde hace más de una década en muchas playas españolas. Sólo que el accidente de diciembre les ha dado relevancia.
Bolonia, todas las playas tarifeñas y las gaditanas quedan ahora bajo un sistema de vigilancia muy similar al aplicado cualquier día del año sin ningún aviso previo por accidente marítimo. Este dispositivo suplirá a las inspecciones que se han reproducido durante los últimos siete días.
Tanto representantes de la asociación de residentes de Bolonia como la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Tarifa han confirmado que las piezas encontradas han sido muy pocas.
Tan escasa es la presencia de pellets en Cádiz, y tan desgastado su aspecto, que el alcalde de Tarifa, José Antonio Santos, incluso niega que las halladas en Bolonia procedan del Toconao: "En estos días han estado en las playas varios grupos para recoger pellets y apenas han sacado 10 ó 15 unidades. Prácticamente, no hay nada".
Los plásticos hallados, añade Santos, tienen aspecto de ser antiguos, correspondientes a vertidos y oleadas que se suceden de forma regular y silenciosa hace mucho tiempo: "Lo que se ha encontrado llevaría ahí mucho tiempo porque está muy desgastado. Creo que no tiene ninguna relación con el barco de Portugal".
El alcalde de Tarifa recuerda que durante una semana se han sucedido visitas, inspecciones y controles de "Policía Autonómica, Policía Local, Guardia Civil, agentes de la Consejería de Medio Ambiente... Todos han estado ahí varios días, revisando. Y así seguirá la vigilancia coordinada por el consejero Ramón Fernández-Pacheco. Está llevando esto tan desagradable".
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