El activista Juan Clavero, detenido por tráfico de drogas, se muestra seguro de su defensa y ha solicitado a la Subdelegación del Gobierno que investigue la actuación de los guardias civiles que le detuvieron.
A Juan Clavero (1953, Cazalla de la Sierra, Sevilla) lo paran por la calle. Este catedrático, conocido activista medioambiental y profesor de cientos de portuenses repite una y otra vez que está bien y recibe muestras de apoyo a cada paso que da por la concurrida calle Abastos del centro de El Puerto de Santa María. Muy cerca del instituto donde ha sido profesor durante 24 años, el Santo Domingo, Clavero cuenta a lavozdelsur.es su particular pesadilla. Hecho en las luchas ecologistas tras más de 30 años de activismo y en épocas de burbujas inmobiliarias y recalificaciones, lo que le ocurrió el pasado sábado le sigue alucinando. Tanto que “no se lo cree nadie”.
Usted había salido a participar en una marcha reivindicativa y terminó en el calabozo acusado de tráfico de drogas. ¿Qué pasó?
Efectivamente, el sábado hicimos una excursión por la Colada del Argamazón para comprobar si los caminos públicos que discurren por una serie de fincas privadas estaban abiertos. Íbamos con la sentencia que obliga a su apertura, por si nos paraba la Guardia Civil, con los planos, las coordenadas, el GPS. En la Colada, no nos pusieron pegas aunque nos estuvieron acosando cinco guardias de seguridad privados, nos estuvieron haciendo fotos constantemente. Vimos que había varias vallas que tuvimos que saltar, o sea, que sigue acotado. Pero en el punto en el que la vía pecuaria se cruza con el camino público, se montó la bronca: nos prohibieron el paso, les enseñamos la sentencia judicial, les hicieron una fotografía y se la mandaron al administrador de la empresa, José Miguel Herrera, que dijo que le daba igual que hubiera sentencia. En todo caso, nosotros pasamos y a partir de ahí, aquello fue un acoso increíble: insultándonos, escoltándonos dos guardas mientras que otro delante iba grabándonos a medio metro. Y así fuimos todo el día.
A todo esto, cuando salimos vino una persona que no conocíamos que nos solicitó venir con nosotros. A la vuelta, me pidió que si lo podía acercar en mi coche. Primero me dijo que lo dejara en un sitio, luego recibió una llamada y me dijo que en otro y nada más dejarlo me estaba esperando la Guardia Civil. Él desapareció. La Guardia Civil ha dicho que era un control rutinario pero es mentira. Fui al único coche que pararon y me hicieron un registro antidroga: tocaron la tapicería del coche, golpearon los laterales, sacaron todo lo que tenía el coche, que estaba cargado de cosas del campo,…una cosa alucinante. Entonces me dijo un guardia civil que me separara del coche porque yo quería ver qué me estaban haciendo. Me separé y me vino uno con una bolsa en la mano preguntándome que qué era. Yo me imaginé que mis amigos me habían dejado una bolsita de cacahuetes y sin abrir la bolsa me dijo que eso era droga.
A partir de ahí…
A partir de ahí, una pesadilla. Pedí que me hicieran un test antidroga y no me lo quisieron hacer, que tomaran las huellas dactilares a la bolsa y se rieron de mí diciendo que había visto muchas películas. Pero la película era que me pasé una noche en el calabozo. Yo nada más que había estado en el calabozo en la época de Franco y no me imaginaba que a estas alturas hubiera calabozos que fueran zulos, porque no tienen luz exterior, no tienen ventilación, tienen unas luces LED que estuvieron toda la noche encendidas y se negaron a apagármelas. Te quitan el reloj y ya no sabes si son la una, las tres o las nueve de la mañana. A esa hora me abrió una agente de la Policía Local de Ubrique y a las diez me recibió el juez, cosa que agradezco porque podía haber esperado al lunes. Me tomó declaración por la mañana y fue estupendamente porque le expliqué absolutamente todo. Como abajo se congregaron familiares y amigos, pidió también que declarasen los dos amigos que vinieron conmigo a la marcha y sin ni siquiera verlos, declaramos exactamente lo mismo. Así que me puso en libertad sin ninguna medida cautelar y ha abierto una investigación: ahora mismo el investigado soy yo pero vamos a pedir que se identifique a esta persona que se unió a la marcha.
¿Y qué cree que pasó?
Pues que me han metido droga para machacarme. El quid de la cuestión es que hemos conseguido que deslinden la Colada del Argamazón que es una vía pecuaria de 33 kilómetros por donde hay varias fincas. Todas son propiedad de una empresa que se llama Breña del Agua Inversiones SL y tienen cientos de hectáreas cada una: el Navazo, Breña del Agua, Valdihuelo, el Argamazón. Hemos conseguido que la Junta haga el deslinde y el Ayuntamiento de Grazalema inscriba el camino público. La empresa lo recurrió, lo perdió en el Contencioso Administrativo de Jerez, lo volvió a recurrir y lo ha vuelto a perder en el TSJA. Ya hay sentencia firme de que eso es un camino público. Resulta además que esta empresa ha pedido autorización para hacer una mansión de 800 metros cuadrados en lo alto de la Sierra en pleno parque natural. Los únicos que nos hemos opuesto hemos sido los de Ecologistas en Acción. Y tienen que estar histéricos porque ellos quieren hacerse allí un bunker, una mansión de lujo, por lo visto quieren hacerse un helipuerto… Es rarísima toda esta historia y los únicos que hemos estado enfrentándonos a esta gente desde un principio hemos sido los ecologistas.
"Hay que investigar a esa gente que te mete droga para intentar quitarse enemigos: le puede ocurrir a un alcalde o un policía honesto"
Es usted una persona incómoda.
Claro pero les ha salido el tiro por la culata porque la noticia que ellos buscaban era ‘Juan Clavero, destacado ecologista, detenido por tráfico de droga’ pero después ha habido tal avalancha de apoyos que la noticia es ‘le han tendido una trampa a Juan Clavero’. ¡Pero cómo voy a vender cocaína en un pueblo de 400 habitantes que se va a enterar hasta el último pinsapo! Yo creo además que esto ha servido para que todo el mundo se pregunte qué está pasando en la Sierra y cómo aparece tanta droga en esta zona. Ya se sabe lo que ocurrió en el campo de Gibraltar, en Barbate, en Sanlúcar y cómo las mafias de droga se hicieron los dueños de la zona pero en la Sierra nunca había pasado. Yo creo que la preocupación es que en un pueblecito tranquilo haya gente que pueda manejar esas cantidades de droga. Si me han metido 40 gramos de coca, que me dijo la Guardia Civil que equivalían a 3.000 euros, qué no tendrán. Esto es muy serio y los alcaldes ya han dicho que hay que investigarlo, no a mí, sino que el hecho se maneje esa droga en la Sierra. Hay que investigar a esa gente que te mete droga para intentar quitarse a enemigos de delante: le puede ocurrir a un alcalde, a un policía honesto…en los pueblos la gente tiene mucho miedo.
Y usted, ¿lo tiene?
No tengo miedo pero cuando estuve detenido me asusté porque la actitud de los guardias civiles fue muy extraña. Tendrán que aclarar porqué estaban esperándome, quién le dijo que yo iba a pasar por allí y porqué hicieron ese registro. No tuvieron una actuación correcta y desde luego vamos a pedir a Subdelegación del Gobierno que se investigue la actuación de los agentes. Hay muchas sombras. Cuando registraron mi casa, a lo que me ofrecí voluntariamente, uno de los agentes confiscó una balanza de precisión, como dijo, y que cogió entre la harina, la pasta, el azúcar. Le vi mirarla y le pedí que le hiciera una prueba de droga y que escribiera en el informe lo que ponía en el aparato: balanza de cocina. En todo caso, sí voy a tomar muchas precauciones. Yo vivo en Benamahoma a cien metros de la finca de esta gente. Los veo todos los días con lo cual vamos a pedir ahora al subdelegado del Gobierno medidas de protección porque tienen que pasar obligatoriamente por mi casa. Yo estoy preocupado porque si te meten droga en el coche no sé de qué son capaces. Esto llega a pasar hace cien años en la época de los cortijeros, y me meten dos tiros. Ahora no son cortijeros sino sociedades, pero es lo mismo. La diferencia es que yo tengo la confianza de un pueblo, de unos vecinos que como vean algo raro me lo van a decir. Tengo más de mil guardaespaldas.
Los apoyos no han parado de sucederse.
Es que nadie se cree esto. Ahora venía para acá y no me dejan ni andar. Me acabo de encontrar con un guarda forestal y desde el coche me ha gritado: “Juan, estamos contigo”. He recibido apoyos del alcalde de El Puerto, la alcaldesa de El Bosque, el alcalde de Zahara de la Sierra, el de Villaluenga, incluso Patricia Ibarra, concejala del PP de El Puerto. Me ha llamado Pepe Chamizo, Miguel Delibes, Miguel González Saucedo. La Federación de Montaña ha hecho un comunicado precioso y van a organizar una marcha en El Bosque en defensa de otros caminos y me la van a dedicar. Ayer hasta recibí una del presidente de la Cofradía de Pescadores de Canarias.
Y ahora, ¿qué va a hacer?
Ahora estoy con una moto. Esto no se va a quedar así. En el ámbito judicial quiero que se investigue quién me metió la droga. Tengo clarísimo que a mí no me va a pasar nada. Yo no voy a defenderme porque mi defensa está clara, nadie se lo cree. Yo voy a descubrir quién está detrás de esto y a desmontar la mafia que hay en la Sierra. En la vía ciudadana, vamos a organizar movilizaciones en la Sierra porque creo que los ayuntamientos ya han tomado conciencia de que esto no puede ser, que no se pueden hacer dueños de la sierra mafias que lo que van es a lavar dinero comprando esas fincas, según todos los indicios.