El Cerro, barrio industrial y fervoroso, es la alegría del Rocío: "¿Por qué es esto especial? No lo sé"

Es una de las hermandades que más crece y se hace notar, tanto hacia la Aldea como a su llegada. Juan, a sus 78 años, lleva tres décadas, sin ser del barrio, tirando de su carriola. Tres catalanas recorren el camino por primera vez gracias a hermanos que le han abierto las puertas

Una peregrina, con uno de los bueyes a la salida del Cerro.

La Hermandad del Rocío del Cerro toma la calle. A primera hora de esta mañana de miércoles comenzaba una peregrinación que cruzaría la ciudad por el antiguo matadero, por el parque de María Luisa. Pero también por la avenida de Hytasa, la fábrica de telares que hizo florecer al barrio desde los 40, y que llenó la zona de inmigrados de otras ciudades andaluzas.

El Cerro, en Semana Santa, y para su puesta de largo rociera, tiene un aire especial. Con identidad propia, como una pequeña Triana hacia las afueras. Fervoroso, apasionado, el barrio del 'Dolores, guapa', que es solo una manifestación -quisieron hacerlo meme, sacaron un documental- del apasionamiento y el sentimiento de barrio que en otras zonas de la ciudad van perdiendo el latido comunitario.

Mariano Fernández es del barrio de toda la vida. Siente "emociones que me inculcaron mis padres, una tradición de muchos años". El Cerro tiene cerca de 800 hermanos, pero el camino lo harán alrededor de medio millar, en 23 carriolas.  A la llegada a la Aldea, cuando llega El Cerro se genera una alegría comparable, por ejemplo, a la del mencionado barrio de Triana. "Afortunadamente, ha ido creciendo con el paso de los años. Estamos orgullosos todos de que cada año vaya a un poquito más".

Mariano no hará el camino completo, aunque estaba a las puertas esperando la salida, por temas laborales y académicos. Cogerá carretera hacia Huelva el fin de semana. Cosas que pasan, claro. "Soy costalero también del Cerro, y la vinculación con la hermandad es de todas todas". Todo forma una misma idiosincrasia. "Todos han logrado que el saber estar y la devoción rociera de cada año vaya creciendo". 

La petalá al simpecado.  MAURI BUHIGAS

El simpecado, tirado por dos bueyes, recibe una 'petalá' entre vivas. Suenan un poco más adelante guitarras, sevillanas, que bailan mujeres que no harán el camino, sino vecinas del mismo barrio que habían bajado, entre sus quehaceres, a despedir a los vecinos.

Juan tira de una de esas carriolas con varios caballos delante. Lleva 30 años y apenas puede pararse a charlar porque no paran de saludarle, darle besos, los peregrinos, cerreños que le preguntan "dónde está tu niño". "Aquí estoy, contando que sois tós unos mangantes", le grita a un grupo que ya marcha por delante, mientras con su caballo queda rezagado.

Un momento de la salida.  MAURI BUHIGAS
La salida del Cerro.  MAURI BUHIGAS

Es hermano desde hace 30 años. "Vamos, mi gente". En realidad es de Palmete. Hasta hace tres décadas, iba por libre. Ahora tiene 78. "¿No me voy a emocionar de estar con esta gente?". "Ningún año es igual. Los cantes, los bailes... Pero no te puedo decir por qué somos especiales".

Y tiene un algo para recibir a personas de fuera. Raquel bajó desde Barcelona para disfrutar de la Feria de Abril. Compró un traje de gitana. Allí, comentó que le encantaría también vivir el peregrinaje al Rocío. Pero claro, ¿cómo? "Quien me hizo el traje me dijo que podría intentarlo con su hermandad, El Cerro". A fuerza de llamar, hablar, lo consiguieron. 

Flores para el simpecado.  MAURI BUHIGAS
Una mujer, junto a la carreta.  MAURI BUHIGAS

Raquel, Carmen y Sé no son de origen andaluz. Nada de eso. Catalanas o bien con origen en tierras castellanas o de pura cepa, depende, pero nada de abuelos sevillanos. Hacen su primer camino.

De Barcelona a Sevilla.  MAURI BUHIGAS

"Estamos emocionadas, ilusionadas". Llegaron la pasada noche a Sevilla, apenas han dormido para estar antes de las nueve en la salida. "Lo primero que nos dijeron fue que al Rocío se llega de una manera, pero salís totalmente diferentes. Os va a hacer cambiar". Han cogido vacaciones. "Nos preguntan qué hacemos nosotras en El Rocío", lógicamente. Se han sentido muy acogidas en El Cerro, ahora tienen casa preparada allí, hasta el lunes, que vuelven en autobús para emprender la vuelta a Barcelona. Una experiencia flash, rápida. Que bien lo merece.