La Torre de Perdigones, situada en el barrio de San Gil de Sevilla y junto al Puente de la Barqueta, uno de los principales accesos a la Expo 92, destaca como un monumento industrial de gran relevancia en la ciudad. Esta torre es parte integral de la antigua Fábrica de San Francisco de Paula, comúnmente conocida como la Fábrica de Perdigones.
Tal como sugiere su nombre, esta fábrica estaba dedicada principalmente a la producción de perdigones, un proceso que tenía lugar en la propia torre, además de la fabricación de balas y planchas de zinc para la confección de bañeras de zinc, que eran sumamente populares en su época. Esta construcción se erigió en 1885 y pertenecía a Manuel Mata.
El proceso de manufactura de los perdigones implicaba la fusión del plomo en un horno y su vertido en cribas con diferentes calibres, dependiendo del tamaño requerido para los perdigones. La estructura de la torre, provista de ventanas para la ventilación, desempeñaba un papel crucial, ya que permitía que los perdigones cayeran en un patrón parecido a la lluvia debido a la gravedad.
En los años previos a la Expo 92, el terreno circundante a la torre albergaba un asentamiento chabolista que permaneció hasta 2001. Tras su restauración, esta área se convirtió en un extenso espacio ajardinado que incluye una fuente significativa. Además, se construyeron oficinas, viviendas y centros educativos, entre ellos, la Facultad de Odontología.
En 2007, la torre fue inaugurada como una cámara oscura, una atracción que permite observar la ciudad en movimiento desde una altura de 45 metros, aproximadamente la mitad de la altura de la Giralda. Este efecto se logra a través de un dispositivo óptico compuesto por una pantalla blanca, un espejo y lentes de aumento, brindando a los visitantes una perspectiva única de Sevilla.
Tal y como explica el Ayuntamiento de Sevilla, la Torre de los Perdigones permanece hoy como un testimonio aislado de un contexto industrial, urbanístico, técnico y social que ya no existe. Sin embargo, debido a su relevancia arquitectónica y su valor simbólico, esta torre puede ser analizada históricamente como un vestigio de una realidad pasada.
D. Manuel Mata y Muñoz, fundador de la Fábrica de Manufacturas de Plomo San Francisco de Paula, es una figura de la que no poseemos abundante información. Sabemos que ocupó el cargo de Factor en la Compañía MZA, una posición de gran relevancia en el ámbito ferroviario que implicaba supervisar la circulación de los trenes y la gestión de tareas comerciales relacionadas con el despacho de mercancías. Dada su experiencia en este cargo, es plausible que Manuel Mata conociera el valor añadido que podía obtener del tráfico de minerales entre Córdoba y Sevilla, los cuales procedían de la cuenca minera del Guadiato, una región rica en plomo y otros minerales. De esta conexión surge la idea de fundar esta industria metalúrgica.
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