Los guardianes de las letras callejeras sevillanas: la historia de los rótulos de comercios históricos rescatados

Una exposición de la identidad gráfica de la ciudad recopila mucho de la memoria que se ha ido perdiendo, de establecimientos como Casa Manolo a farmacias o tiendas de calzado

Fabiola Muñoz y Ricardo Barquín, impulsores de la exposición de rótulos de las calles de Sevilla que se estaban perdiendo.

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Las obras en Sevilla son el día a día. La ciudad se mueve. No está claro en qué dirección, pero moverse, se mueve. Hay actividad, nuevos comercios, aperturas, reconversiones de espacios... En muchos casos, para ser viviendas turísticas, pero hay actividad económica, desde luego. Aunque, en un término municipal donde apenas quedan metros cuadrados disponibles, a falta de territorio virgen, donde nace algo, quizás, antes había muerto lo viejo. Así se transforma una ciudad, si es que Sevilla alguna vez ha dejado de transformarse. Y en lo viejo y en su estética se han fijado la arquitecta Fabiola Muñoz y el diseñador gráfico Ricardo Barquín. Ambos comisionan la exposición 'No hay futuro cuando se pierde el encanto: patrimonio gráfico sevillano', que se estrenará en el LAB, calle Peral 57, el próximo jueves 10 de octubre, y permanecerá abierta hasta el 3 de noviembre.

Ambos explican sus motivaciones. El primero en arrancar en recordar lo viejo fue Barquín, que gestiona la cuenta en redes @sevillatipo y que pertenece a la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico. "Esto empezó siendo un instagram donde colgaba fotos de rótulos de comercios antiguos, pero cuando te lo encuentras en una cuba o en la basura, tienes que actuar", explica. Rótulos de comercios de toda la vida que, cuando el negocio ha cambiado o se ha renovado, se ha quedado atrás. "Son parte de la memoria colectiva. Por algo se dice eso de que 'tienes más mala cara que los pollos del Simago', o 'más gordo que las moscas del Marciano'. A La Campana se le llama así por el comercio, como a la Cuesta del Bacalao". 

El rótulo de Casa Manolo.  MAURI BUHIGAS
La 'M' de Casa Manolo.  MAURI BUHIGAS
Casa Manolo, en la exposición.  MAURI BUHIGAS

Por su parte, Muñoz gestiona una cuenta que colecciona 'letritas', @aphantasticletters, también centrada, desde Sevilla, en el encanto de la identidad visual que dan los comercios. "En Sevilla solo estaba Ricardo cuando empecé, hemos ido rescatando esos rótulos entre ambos y creando conciencia en la gente para que sea algo a proteger, parte de la ciudad, porque influyen en cómo percibimos la calle". En su caso, "perdí la vergüenza a acercarme a una obra y preguntar, insistir, y explicar que queríamos el rótulo no para venderlo, sino para custodiarlo, y a menudo nos ayudan el propietario o la empresa de la obra a descolgarlo y poderlo guardar".

Ahora, en esta exposición, esa obsesión se convierte en una manera de recopilar y reivindicar. Quien pase por ahí recordará su infancia, para comprobar que muchas cosas que creía perdidas con el tiempo solo estaban guardadas. Pero "no es un ejercicio de nostalgia", señala Barquín, porque el paso del tiempo "es inexorable y no tiene sentido quedarse atrás. Es la memoria colectiva, las vivencias humanas de un cacho de plástico". 

Ambos comisarios e impulsores de la exposición.  MAURI BUHIGAS

Actualmente, la legislación reconoce protección a cerámica, en la ciudad de la cerámica trianera, o a la metálica, pero no al plástico. Un elemento que supuso un cambio de rumbo fue la orden municipal en 2018 de retirar la imagen de Calzados Catedral, en la avenida de la Constitución, para homogeneizar la estética. Precisamente, para que se parezca más a la de cualquier calle de cualquier capital. "Yo he pasado por el Burger King frente a la Mezquita de Córdoba y ves cómo al menos le obligaron a disimularlo y que fuera metálico". Pero en Sevilla "vemos pintar de blanco fachadas de mármol, o franquicias que no dicen nada. Tetuán es como la calle Preciados de Madrid. Es normal que los comercios desaparezcan, pero apenas quedan rótulos de comercios singulares, todo son franquicias, viviendas turísticocas...".

Muñoz señala que gracias a su actividad en redes han logrado que sean muchos usuarios los que se pongan en contacto y les den aviso de inicios de obras o carteles que están en una cuba, "te explican que se los han llevado a casa quizás y que vayas a recogerlo". Como arquitecta, "puedes entender que se imponga una homogeneidad en el entorno BIC de Catedral, pero se pierde la heterogeneidad de la calle, que es identidad. Ahora, es lo mismo si hay un comercio o una zapatería, que la riqueza gráfica se pierde".

Una carta 'feísta'.   MAURI BUHIGAS

La solución pasa por una combinación de iniciativa pública y privada. Normativas como el PGOU que recojan cierta singularidad y obligación a respetar al menos parcialmente esos carteles y rótulos. En muchos casos, son segundas generaciones de negocios que deciden, al tomar las riendas, dar un giro al local. "Lo ideal es que al menos se guarde y se meta dentro el antiguo rótulo". Pero no funcionaría siempre. Si, por ejemplo, donde hubo una mercería hoy hay apartamentos turísticos, guardarlo dentro sería como un recuerdo de lo que ya no se es. "Eso es un riesgo de que la ciudad sea de cartón piedra".

Hay de todo en la exposición, que están ultimando. Desde una farmacia que ha cambiado de manos en la Macarena, donde uno de los rótulos ha pasado a su custodia y el otro de este local en esquina, se va a mantener, en la calle Romero. Aunque una de las joyas es Casa Manolo, en Triana, un cartel enorme y para el que encontraron colaboración en la empresa que tiene el local.

Gambrinus, clave en la exposición.  MAURI BUHIGAS
El libro editado con imágenes de rótulos de Sevilla.  MAURI BUHIGAS

Sobre todo, es plástico de los años 70 y 80, "estética feísta de aquella época, de rótulo de neón, porque no es tan respetado como la cerámica", remacha Barquín. Por decisión artística, no expondrán la cerámica, el pan de oro o el metal. Es aquello que, dentro de lo protegible, menos protección ha encontrado. La Sevilla normal, ni barata ni cara. Sevilla, a fin de cuentas.