Un estudio del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba sobre un "líquido rojizo" conservado en tal estado en una urna de vidrio que contenía huesos de un difunto ha descartado que dicho líquido se tratase de vino o aceite, considerando los expertos que se trataría de "una disolución acuosa de esencias de plantas aromáticas".
La investigación surgió después de que en 2019 Carmona (Sevilla) fuese el escenario del descubrimiento de un espectacular mausoleo subterráneo legado de la antigua Carmo romana, con una cronología que se remontaría al primer siglo de la era actual.
La cámara sepulcral, hallada en el marco de un proyecto de obras promovido en una vivienda particular de la calle Sevilla del casco urbano de Carmona, en el sector de la necrópolis principal de la antigua Carmo romana, cuenta como se informó en su momento con ocho 'loculi' o nichos, seis de los cuales estaban ocupados por urnas funerarias de distinta tipología: piedra de alcor, piedra caliza y vidrio, toda vez que estas últimas, a su vez, estaban protegidas por recipientes de plomo.
Las urnas, en cualquier caso, contenían los huesos incinerados de los difuntos, así como ajuares funerarios con elementos como ungüentarios u otros efectos.
Al respecto, el arqueólogo municipal de Carmona, Juan Manuel Román, ha recordado a Europa Press que este descubrimiento supuso todo un "hito" para la arqueología de la localidad, dado que al permanecer plenamente sellada a lo largo de los siglos, esta cámara sepulcral subterránea había "mantenido unas condiciones ambientales que permitieron la conservación de material orgánico", con lo que "los restos óseos de los difuntos y los objetos relacionados con los rituales, principalmente los ajuares y los recipientes para las ofrendas, se mantuvieron intactos".
A ello se suma, según este arqueólogo, "la calidad y singularidad de algunas de las piezas, lo convierten en un hallazgo realmente excepcional y del que se han abierto distintas líneas de investigación científica que está proporcionando información de extraordinario interés".
Entre los efectos descubiertos en las seis urnas funerarias que contenían restos óseos, dos de ellas de vidrio y las otras cuatro de piedra, figuran especialmente un anillo de oro con un entalle con representación de Jano, tres cuentas de ámbar, un pequeño ungüentario tallado en cristal de roca y con forma de ánfora que conservaba su tapón y restos de su contenido y varios recipientes de vidrio, entre los que se encuentra un plato de vidrio mosaico que, por su rareza, podría ser "la pieza más singular de todo el conjunto".
Fruto del análisis de los materiales, en cualquier caso, los expertos han determinado que la cámara funeraria habría sido usada durante unos 50 años, entre principios del siglo primero de la era actual y mediados de dicha centuria.
Actualmente, la investigación se centra en los análisis químicos de los materiales orgánicos y de los pigmentos de las decoraciones murales, el estudio antropológico de los restos óseos, el análisis de los fragmentos de tejidos conservados o el estudio de los epígrafes con los nombre de los difuntos de algunas de las urnas, según el arqueólogo municipal de Carmona.
En ese contexto, los análisis químicos de los doctores José Rafael Ruiz Arrebola y Daniel Cosano Hidalgo, del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, están proporcionando resultados "de gran interés", como la procedencia báltica del ámbar encontrado o que el tapón del ungüentario fue fabricado con dolomita, un mineral compuesto de carbonato de calcio y magnesio.
El líquido rojizo consevado durante 2.000 años
En ese sentido, destaca el caso de una de las grandes urnas de vidrio, que además de contener los huesos del difunto había sido rellenada completamente con "varios litros de un líquido rojizo" conservado en tal estado durante unos 2.000 años gracias a las condiciones que mantuvo la cámara.
Aunque los análisis se encuentran aún en marcha, los primeros resultados descartarían que el líquido correspondiese a vino o a aceite e indicarían inicialmente que se trataba de "una disolución acuosa de esencias de plantas aromáticas".
En paralelo, el estudio de los huesos de los cadáveres, realizado por la arqueóloga especializada en antropología física Inmaculada López Flores, ha permitido confirmar que en el mausoleo se enterraron seis individuos adultos, tres masculinos y tres femeninos, sus edades y distintas patologías que sufrieron en vida estas personas, así como otros aspectos relacionados con los rituales funerarios