La Trompeta Verde ha sido durante 10 años un espacio autogestionado dentro Los Corralones de Sevilla, que ha apostado por los movimientos alternativos de la ciudad. Un lugar que habla de resistencia y lucha, con poso underground y raigambre de barrio. Contaba con un equipo que desarrollaba actividades entre las que destacaban conciertos, mercadillos, una radio, exposiciones o talleres. Y una idea central por encima de todo: la acogida.
Una de sus actuales habitantes recuerda que "acogía a aquellas personas que no tenían voz o lugar, que no sabían con quién estar o dónde hacer". La Trompeta Verde acogió a quien empezaba en la música y a las que se reafirmaban en ella, añade. Un espacio para quien "venía con ideas locas y no sabían donde compartirlas, regalarlas o sacarle beneficio". Era tal su acogida, que allí se iba a buscar ropa, lectura o arte de forma gratuita.
Llegó 2020 y con este una pandemia, que sumado al maltrato recibido por parte de las gestiones de la propiedad, propició el cierre del espacio hasta el pasado mes de enero, cuando una pareja que vivía en Los Corralones desde hacía años, decidió recuperarlo.
Pero ayer La Trompeta Verde volvió a verse amenazada. "Estamos saliendo del shock", cuenta una de sus dos habitantes, que relata a lavozdelsur.es lo sucedido con una parte de la propiedad. "Mi pareja bajaba de arreglar un problema de goteras en la azotea por la mañana cuando llamaron a la puerta", recuerda. "Era una de las propietarias con su marido y tres trabajadores, que le dijo que quería hablar con él", prosigue. Una vez abierta la puerta, se encontró a uno de los trabajadores con una machota, quien no dudó en intimidarle y llevarle hasta el fondo del espacio. "Venían a quitarnos la puerta por la fuerza", lamenta.
"No nos los esperábamos", advierte la joven, que cuando llegó de su trabajo se encontró sin la puerta del que ahora es su hogar y a tres de los propietarios hablando con su pareja. En ese momento se personaron dos agentes de policía. Asegura que "el tema del acoso con los inquilinos es bastante fuerte". Tanto, que al poco de entrar en el espacio a principios del mes de enero y cambiar la cerradura, los trabajadores de la propiedad entraron por el balcón e intentaron forcejear con su pareja para echarlo a la fuerza.
"La intención es recuperar el centro social y tener de vivienda los pequeños espacios, pero por ahora hay un problema de goteras y tenemos que arreglarlo", cuenta esta joven artista que da clases de pintura a mayores y que lleva años vinculada a Los Corralones de la calle Castellar. "Nos hemos sentido muy indefensos", insiste.
Al lugar se personaron por segunda vez otra pareja de agentes para mediar entre propietaios e inquilinos, que actualmente se encuentran en situación de ocupación después de un reciente desahucio dentro de los propios Corralones. "La propiedad reclamaba una zona común que es la entrada de la vivienda y sin previo aviso nos quitaron la puerta", revela. La policía reconoció que no deberían haber quitado la puerta, ya que supone una ilegalidad, e invitaron a la negociación entre las partes.
Con los agentes presentes, relata la joven, la propietaria aseguró haberse acercado para negociar y al poco tiempo apareció el trabajador con la puerta de nuevo. "Dijeron que tenían una carta del juzgado que les da derecho a quitar toda las puertas de las zonas comunes para evitar situaciones de ocupación, pero lo cierto es que lo han hecho antes de recibir la carta". La abogada, Ana Castaño, estuvo representando a la pareja inquilina durante la segunda intervención policial, además de la compañía de un grupo de apoyo.
A esta pareja solo le queda negociar. "La propiedad dice de hacernos un contrato, pero por otro lado nos reprenden que no tengamos dinero", comenta la joven, que actualmente es la única que trabaja, mientras su pareja se dedica a rehabilitar el espacio de La Trompeta como inversión de futuro. "Ahora mismo no estamos preparados para afrontar un contrato, pero nuestra intención es conseguir un alquiler".
Pero sobre todo, haciendo memoria, buscan que el espacio sea un lugar disponible para el barrio. Continúa la resistencia.