Sin ventilación ni agua y con las salidas de emergencias bloqueadas, las puertas cerradas y unas vallas metálicas que impedían el acceso. Estas son algunas de las medidas de seguridad que se saltó el responsable de la fiesta de menores, con motivo de Halloween, celebrada anoche en Sevilla. Un total de trece menores tuvieron que ser atendidos en el lugar de los hechos, siendo trasladados dos de ellos a hospitales. Casi todos presentaban síntomas de deshidratación debido al calor. No había ni aire acondicionado ni agua en el establecimiento.
Por todo esto, la Policía Local de Sevilla ha instruido diligencias contra el responsable de una fiesta para menores que tuvo que ser desalojada al incumplir las medidas de seguridad. “Ha sido un caso de gravísima irresponsabilidad. A los ciudadanos en general, y a los padres y madres en particular, les pido que tengan presentes las medidas de seguridad cuando se acuda a una fiesta y que denuncien ante la Policía Local cualquier irregularidad que puedan detectar”, ha manifestado el delegado de Gobernación, Fiestas Mayores y Área Metropolitana, Juan Carlos Cabrera.
Agentes de la Policía Local de Sevilla, adscritos a la Delegación de Gobernación, Fiestas Mayores y Área Metropolitana, han sido los encargados de abrir diligencias ante la autoridad judicial contra un hombre de 42 años, en calidad de imputado no detenido, como responsable de una fiesta que tuvo que ser precintada.
Desde hace varias semanas, la Policía Local ya viene rastreando las redes sociales para localizar convocatorias de fiestas de Halloween. Una de las numerosas convocatorias detectadas en redes sociales, anunciaba un concierto en una fiesta, dirigida a menores de 14 a 17 años de edad, en una sala del Polígono Industrial Carretera Amarilla. Sobre las 20:30 horas, el 092 recibió llamadas denunciando la saturación de personas en el interior de este local, de ahí que se desplazaron al lugar más efectivos. A su llegada. los agentes comprobaron cómo una chica de 14 años estaba siendo atendida por una ambulancia, siendo trasladada posteriormente a un hospital, por una crisis de ansiedad, mareos, pérdida de verticalidad y extremidades adormecidas. A la vista la situación y la existencia de más casos, solicitaron más ambulancias en el lugar.
Mientras algunos de los agentes policiales atendían a las y los menores que requerían asistencia, otros se dirigieron al establecimiento y verificaron cómo las salidas de emergencias estaban bloqueadas. Algunas puertas estaban cerradas y existían vallas metálicas que impedían la salida de las personas. Al tiempo, una de las personas del dispositivo de seguridad privada denunció a los agentes las condiciones infrahumanas para los asistentes a la fiesta que los responsables del evento habían provocado al haberse agotado las botellas de agua, no disponiendo de sistema de aire acondicionado y cortando el agua de los aseos.
Ante esta situación, los agentes retiraron las vallas y liberaron las salidas de emergencias, permitiendo la salida de los asistentes al exterior. Tras esto, accedieron al interior y encontraron completamente saturadas las diferentes estancias. Encontraron a jóvenes caídos en el suelo que estaban siendo atendidos por otros menores. Todos presentaban la piel enrojecida, fatigados, con exceso de sudoración y mareos, y se quejaban a los agentes de la falta de agua para su hidratación.
Los agentes comprobaron la sensación de ausencia de aire y calor que estaban soportando los asistentes, que producía náuseas y agotamiento. “Como en el interior de una sauna”, reconocieron los agentes, que pudieron verificar cómo en los aseos no había agua en los grifos. Un total de 13 menores de edad (de 14 a 17 años) fueron asistidos in situ. En dos casos fue preciso su traslado a centros hospitalarios. En el interior del establecimiento, los agentes contactaron con el denunciado, responsable del evento, para que justificase las condiciones del interior del local, sin que tuviera respuestas para lo que allí estaba sucediendo y apelando a la necesidad de hacer negocio: “De alguna forma tengo que ganar dinero”, les dijo a los agentes.
Así las cosas, los agentes procedieron al total desalojo del establecimiento y su precinto cautelar, al tiempo que informaron al denunciado de la instrucción de diligencias judiciales por los hechos observados. Para facilitar el desalojo del público, el tráfico en la calle Economía fue cortado por Policía Local.
Respecto a los menores afectados, los agentes contactaron con sus padres o tutores legales para informarle de los derechos que les asisten como personas perjudicadas víctimas de delito. No se descarta la existencia de más afectados que fuesen trasladados por sus propios medios a centros médicos. La investigación continúa abierta para esclarecer los extremos de interés para las diligencias en curso.
“Quiero felicitar a la Policía Local de Sevilla por su rápida actuación y diligencia en este caso. Es una gravísima irresponsabilidad jugar de esta forma con la vida de las personas, y particularmente de las y los menores, para hacer negocio al cumpliendo las mínimas normas de seguridad en un establecimiento hostelero. A los ciudadanos en general, y a los padres y madres en particular, les pido que tengan presentes las medidas de seguridad cuando se acuda a una fiesta y que denuncien ante la Policía Local cualquier irregularidad que puedan detectar. Porque, como en este caso, está en juego la propia vida”, ha dicho Juan Carlos Cabrera.