La Laguna del Sapo, ubicada en Sevilla Este, es un espacio lleno de vida, de flora y fauna, que mantenía un aspecto tristón a cuenta de la sequía. Pero la borrasca 'Karlotta', que ha descargado alrededor de 100 litros por metro cuadrado en la capital, ha dibujado una nueva realidad.
El parque municipal es suelo inundable con colonias de anfibios -de ahí su nombre-, aves y grandes invertebrados, como libélulas, coleópteros acuáticos y grandes branquiópodos, explican desde Ecologistas en Acción, además de otras especies endémicas, algunas protegidas. En total, 21 especies. El aspecto estos días es el de animales recuperados en su hábitat, unas lluvias además que darán agua a los árboles de la zona, que tanto la necesitan.
Hay que recordar que esta charca temporal ubicada en el término municipal de la capital se encuentra, por desgracia, amenazada por un proyecto urbanístico que pretende, en una primera inversión, construir 3.000 viviendas, con una carretera que cruzaría el parque. En total, a largo plazo, se proyectan hasta 17.000 pisos en una zona que reúne las cuencas de dos arroyos, el del Tamarguillo y Ranillas.
La Junta de Andalucía decidió no incluir la Laguna del Sapo en el catálogo de humedales. Y todo, a pesar de que el pleno municipal apoyó en 2023 su inclusión, reconociendo la biodiversidad de este entorno.
La laguna "acumula múltiples servicios ecológicos y, dada la escasez de espacios como este, constituyen el único refugio para la reproducción de una nutrida comunidad natural de especies autóctonas. Su situación periférica y el actual estado de abandono de algunos de estos espacios, víctimas de la degradación en el extrarradio, lo convierten en el lugar elegido para edificar una gran bolsa de suelos", denunciaban las organizaciones ecologistas, reunidas bajo la La Plataforma Salvemos el Anillo Verde.
El Gobierno andaluz explicó que no incluyó este espacio en el catálogo porque "no puede considerarse que el humedal tenga un especial valor dado su carácter artificial, altamente antropizado". Las organizaciones ecologistas insisten en que es suelo inundable, que lleva más de un siglo sin ser cultivado.
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