El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, ha anunciado una batería de medidas para tratar de reducir el impacto de los pisos turísticos en la ciudad.
En general, se trata de una revisión más o menos profunda, caso por caso, para tratar de acabar con la proliferación de viviendas, toda vez que no hubo acuerdo en el pleno con la oposición para poner en pie una legislación restrictiva, al menos en los barrios con más viviendas de uso turístico.
Una de las medidas más llamativas del Ayuntamiento será cortar el agua en las viviendas turísticas ilegales. No hay muchos más detalles sobre cómo se pondrá en marcha, pero irán aparejadas de sanciones a los titulares reincidentes que sigan poniendo en plataformas de alquiler por día estos pisos.
Asimismo, el Ayuntamiento solicitará a la Junta que sean retiradas 715 licencias que incumplen la normativa. En Sevilla, teóricamente, aunque en la práctica en ocasiones no es así, se trata de viviendas que se ubican en las plantas superiores de los bloques de pisos. Solo podrían en bajo y primera planta, y es obligado que haya ascensor. Hay otros incumplimientos como no contar con medidas suficientes de seguridad.
El alcalde ha prometido, mientras no haya legislación específica, "actuar con firmeza y tolerancia cero en aquellos casos en los que no se cumpla con los requisitos que marca la normativa y estén operando de forma irregular".
"La convivencia entre el turismo, motor fundamental de la ciudad, y el día a día del sevillano es y seguirá siendo una prioridad".
Actualmente, Sevilla sigue recibiendo turistas, incluso cuando no es temporada alta en la ciudad, porque para muchos viajeros, que cuentan ahora con vacaciones, la ciudad es como una segunda o tercera línea de costa, y se trasladan a localidades del entorno para realizar turismo activo -en la provincia-, pasear por las calles, parques y otros atractivos de la ciudad que son más realizables a casi 40 grados cada tarde.
Pero el impacto especialmente se notará en los meses más allá del periodo estival, cuando coincidan en la ciudad tanto los habitantes -ahora hay muchos en segundas residencias fuera de la capital, o de viaje- como los turistas. Es decir, la primavera sevillana. Si para entonces está en marcha los cortes de agua, posiblemente más de un turista vaya a la Feria y las procesiones sin darse una ducha.
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