"Ella es la echá palante", ríe Mercedes Chilla mientras mira de reojo a su amiga y socia, Begoña García. "Sí, ella se tiene que pensar mucho las cosas", le devuelve. Hace poco más de tres años que ambas decidieron emprender en Jerez un proyecto que un tercero les planteó. Dedicadas al deporte desde que eran unas crías, las dos se encontraron dos veces en el camino —en los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004, y una mañana de entrenamiento en Chapín, en 2009— para, ya a la tercera, forjar en 2015, Crossfit Jerez, un método de entrenamiento al que acuden aquellos que están "aburridos del gimnasio convencional", que quieren perder peso o desconectar absolutamente de todo.
Ambas son vivos ejemplos de lucha y superación, con el deporte como vehículo o modo de vida. Mercedes Chilla (Jerez, 1980) creció en la barriada de Los Naranjos y desde niña jugó a baloncesto, balonmano y atletismo. Recuerda que en balonmano el entrenador la renegó en la portería debido a su potencia en el tiro. "El entrenador no quería nada conmigo, y una de las jugadas habituales que hacíamos era que yo, desde mi portería, la enviara a la otra portería para que mi compañera anotara". Con 12 años ya apuntaba maneras. En un partido, un ojeador vio su fuerza y le dijo que si quería entrenar atletismo. Empezó con lanzamiento de peso con 14. Pero a los 16 comenzó a lanzar jabalina y, desde entonces, no ha dejado de disfrutar de ese desgarro, esa emoción que siente al ver volar la jabalina.
"Quería jugar en un equipo, pero no había en mi colegio. Entonces vi unos anuncios por Cádiz, para captar a jugadoras para el CB Cádiz. Pero no me dejaron entrar porque medía 1,50 metros y no tenía la altura mínima", relata García. Fue tanto lo que le insistió al club, que finalmente terminó formando parte de la plantilla de baloncestistas. A Chilla el físico también le supuso un problema. "Me he tenido que basar siempre en mi explosividad. A nivel físico, yo creo que puedo ser una de las lanzadoras que más partido le ha sacado a su físico". Con 1,70 metros de altura y 60 kilos, "no hay nadie que haya pasado de 60 metros con jabalina (nueva)". Si bien su género o sus cuerpos les puso límites en la mente de algunos, para ellas no había nada que les impidiese conseguir su sueño: vivir del deporte.
"Sentía, desde pequeña, que mi forma de vida era estar vinculada al deporte, era feliz en el movimiento"
Crossfit es una técnica de entrenamiento reciente que nació en 2001 de la mano de Greg Glasman para preparar a policías. Gracias a los buenos resultados que obtuvo, se extendió a más áreas y sirvió para preparar a diversos cuerpos de seguridad. En esta técnica multidisciplinar, ya extendida por gimnasios de todos los países, se trabaja la resistencia cardiovascular y energética, la fuerza, flexibilidad, potencia, velocidad, coordinación, agilidad, equilibrio y precisión, entre otras habilidades. Por ello en el proyecto de ambas deportistas gaditanas dan clases de máximo 14 personas, o individuales, para adultos, adolescentes o niños. "Hemos ido segregando actividades y sacando modalidades a gente que necesitaba un extra", explica Chilla.
"Sí, tenemos atletas que están más fuertes, pero no es nuestro objetivo. Preferimos apostar por algo que dé calidad de vida. Para nosotras es muy gratificante que te llegue la señora que acaba de tener dos niños y que tú le ayudes a restablecer su suelo pélvico", comparte la atleta jerezana, al tiempo en que dice que el perfil habitual es el treinteañero que "está aburrido del gimnasio", pero que al crossfit acuden personas de más de 60 años, como niños. "Es muy adaptable". En un principio, Crossfit Jerez trabajaba con 60 personas y hoy tiene más de 300 socios. Su éxito es más que evidente, y ambas coinciden en que la satisfacción de los usuarios "es lo que nos da la vida". "Esto lo sientes como tu hijo. Vas viendo crecer algo que has creado tu..., es bonito", finaliza Chilla.