Milton Glaser, el conocido diseñador norteamericano que creó el archiconocido logo de Nueva York, y que ha muerto de un infarto a los 91 años días antes de publicarse este artículo, recomendó a sus estudiantes, entre otras cosas, decir siempre la verdad. A Salva García Ripoll (Cádiz, 1980) y Nuria López (Jerez, 1992) no se les pasa por la cabeza cuando afrontan sus proyectos otra cosa que no sea ser honestos con la materia prima con la que trabajan en su estudio de diseño. El diseño gráfico, el branding, el packaging, son demasiadas veces caramelos envenenados. Envoltorios que seducen y disimulan con la forma el fondo de un mal producto.
"Nos hemos negado a poner en una etiqueta gourmet o artesano porque los productos que querían vender no eran ni gourmet ni artesanos", cuenta desde el otro lado de la videollamada el creativo gaditano, que ha celebrado en plena pandemia su 40 cumpleaños en cuarentena y una década sosteniendo una consultoría especializada en construir o reflotar marcas, Salvartes Design. "Hay gente que quiere jugar con pequeñas mentiras en el mercado, pero nosotros intentamos ser honestos con los proyectos en los que trabajamos. Trabajamos desde siempre con buenos productos que a lo mejor no habían sabido comercializarse bien, pero que siempre son grandes productos", expresa. Forma sí, pero siempre con fondo.
Nadie habría imaginado que para celebrar los diez años de esta idea que alumbró en un centro de apoyo al emprendedor de la Junta de Andalucía en Cádiz hubiese tenido que estar casi tres meses confinado. No obstante, tanto él mismo como su compañera Nuria López, la otra parte de este "proyecto compartido", defienden la cara positiva de este acuartelamiento. "Nos ha servido para ver cómo mejorar cosas, la organización, la visibilización del estudio en las redes sociales...", expresa esta joven que se formó en la Escuela de Arte de Jerez y que ha sido premiada en 2018 por crear una tipografía que incorpora el sistema braille. "Yo pensaba que no volveríamos a hacer un logo hasta 2021, y en cambio, no han parado de llegar proyectos; por suerte, nos va bien", reconoce Salva, diplomado en Artes Visuales y comunicación en Tracor Arts School, y fiel seguidor de la escuela de Pati Núñez, Premio Nacional de Diseño, y de la que ha bebido en diferentes workshops.
"No imponemos un estilo, como hay estudios donde impera e minimalismo, barroco... y todos esos proyectos son de ese palo, ese sello; eso tiene sus pros, su autor, su identificación rápida, pero también sus contras porque no se sabe lo que puede durar ese estilo, tiene más sentido para nosotros ser más flexibles, utilizar todos los estilos posibles dependiendo de qué encaje en el proyecto", remacha Nuria. En diez años contabilizan unos 200 encargos y solo de La Isla de Siltolá ya acumulan casi cien tapas que ilustran libros como los de la colección de aforismos de esta editorial sevillana.
"Llevamos diez años funcionando por boca-oído y la verdad es que no nos ha ido mal", dice Salva, amante de Allen, los Beatles y Millás, quien se alegra de que, una década después, "podemos decir que nos ganamos la vida con nuestro trabajo y disfrutamos con lo que hacemos, y aprendemos cosas todos los días, nos informamos, leemos muchísimo...". Nuria, a la que le tiran Burton, Vetusta Morla y Saramago, confiesa que, tras entrar en el estudio en 2013 como empleada en prácticas, "vi que la Escuela no dejaba de ser una burbuja y aquí pude aplicar lo que había aprendido". "Lo que he mamado desde chica como diseñadora ha sido esta creencia, de ser honestos y fieles a nuestros principios", añade ahora que ya es el 50% de Salvartes.
"No salvamos vidas, pero sí se la dotamos a tu marca", defiende este estudio que ahora teletrabaja, al que le gusta "colaborar con otros compañeros, estar abiertos a otras aportaciones", y que se autodefine como una "boutique". "Diseñamos a medida, cada proyecto es un traje a medida, basándonos en iconos culturales y populares para dotar de vida a las marcas, para que así vivan por más tiempo, sin olvidar su especial cuidado y atractivo visual". Son altamente especializados en el sector de la cosmética, gastronomía y moda, y encaran los trabajos, cuentan, "como el doctor House; muchas veces a partir de palabras sueltas, las vas componiendo y aparecen las soluciones". Todo "sin dar gato por liebre" y "sin ego, que el ego sea del proyecto, de la marca". Porque en este mundillo también hay mucho egocéntrico.
O como dice Nuria: "Hay mucha estrella del rock and roll en el diseño". Más políticamente correcto, Salva matiza: "Hay de todo, hay gente que hace trabajos muy buenos y es humilde, y hay gente que sí, que es un poco egocéntrica; no sé, en general en la gente que conocemos no veo ese rollo egocéntrico, aunque sí hay un mundo dentro de esto". Ellos desde luego rehuyen de la imagen clásica del tópico diseñador-creativo de gafas de pasta, camisa colorida, y las zapatillas Van... "Lo importante es que todo resulte útil al cliente", insiste Salva. Dan fe de ello grandes empresas como Barceló, Osborne o Grupo Arsenio Manila, habituales en su portfolio.
¿Y ahora, en la nueva normalidad, qué? "La gente se ha puesto las pilas para reposicionar marcas, y hay dos caminos: el que va a invertir y se va a gastar un dinero para hacer las cosas bien, o el que no", defienden. Nuria puntualiza: "Es la selección de Darwin aplicada al entorno empresarial, el que no ofrezca calidad básicamente va a ir a la calle". "Y nosotros siempre hemos intentado ofrecer calidad, no nos vamos a bajar ni dos escalones, especialmente con esa gente que ha entendido que ahora hay que cuidar su imagen más que nunca", apostilla Salva. Marcas pequeñas, medianas y grandes tienen cabida en esta consultoría que también es orgullosa colaboradora del proyecto Alborear, capitaneado por Ángel León y enfocado a recaudar fondos en la lucha contra el cáncer de mama. Esa utilidad social del diseño es también una obsesión en Salvartes. Tanto que Nuria fantasea como "un Ministerio de Diseño, que trabaje con verdaderos profesionales cosas como la señalética; veríamos menos chapuzas por las calles".