En el centro de Sevilla ya huele a incienso. En cada esquina hay una iglesia. En cada iglesia ya hay pasos montados. La ciudad está a punto de pararse. Pero aún no se ha parado. De hecho, desde hace unos meses ha vuelto a andar como andaba antes de la pandemia. Se ha producido un reencuentro como los comercios y bares de siempre. Y también ha surgido una oportunidad para conocer sitios que antes no estaban.
Para hablar de cerveza en Sevilla lo único que se permite es mencionar a 'Cruzcampo'. Otra cosa es pecado. Sin embargo, Cristina Martínez, una joven de 29 años, ha decidido meterse en esta aventura. En parte por la experiencia de su hermano como distribuidor. En parte porque en su sector está la cosa complicada. Es trabajadora social y después de lo más duro de la pandemia se quedó sin trabajo. No renuncia a dedicarse a lo suyo y, de hecho, oposita para ello. Pero de momento prueba suerte en el mundo de la cerveza artesanal e internacional en un local de la calle Regina, en pleno centro de Sevilla, donde cuenta con más de 200 variedades.
Ya que hablamos de 'Cruzcampo', más de uno se ha colado en el local pidiendo una. También hay quien entra creyendo que puede comprar algún vino. Pero no, allí sólo hay cervezas artesanales. Algunas con matices porque se han consolidado y ya se consideran de exportación. Es el caso de las belgas y las alemanas, países con mucha tradición en esta área. Cuenta Cristina que la tienda ha sorprendido muchísimo y ya tiene "público fijo". Antes, para encontrar alguna de estas variedades, había que ir a algún gran supermercado muy concreto.
Sin su hermano, esto no habría podido convertirse en realidad. "Al principio, los pedidos gordos los hacía él porque yo entendía menos. Ahora me he puesto las pilas y he ido aprendiendo. Me he vuelto muy cervecera", confiesa la joven sevillana. Además, añade que aún no ha podido probar todas, pero "de todas las que he probado no ha habido ninguna que no me haya gustado".
En pleno centro, lo que más recibe son turistas extranjeros que, lógicamente, "piden lo local". Este es el próximo reto del negocio, conseguir todas las cervezas artesanas que se fabriquen en Sevilla. No son pocas las que hay, pero la propia Cristina reconoce que ya se está moviendo para que no falte ninguna. Junto a ellas en la estantería encontramos murcianas, madrileñas o cántabras.
Según ha sabido, en otro punto de la ciudad se ha abierto una tienda similar que, además, se inauguró por las mismas fechas. Lejos de ser una preocupación, lo considera positivo para su negocio, "la competencia es buena porque quiere decir que el mercado se está moviendo". De todas formas, no poder ir presencialmente tampoco es un impedimento porque también vende sus productos de forma online, eso sí, hay menos variedad "porque no me da la vida tener la web actualizada cada semana". En cualquier caso, autóctonos de la ciudad con la sorpresa de la primera vez afirmaron que "por fin" iban a poder "dejar de comprar por internet".
Si alguien tiene pensado beberse las cervezas en el propio botellín, que se le quite la idea de la cabeza porque aquí "cada cerveza tiene su copa". Y muchas las encontramos en la tienda. Cristina lamenta que en ese preciso momento no estén todas, "hay mucha demanda", señal de que se han vendido, pero promete que en breve va a reponerlas. Desde vasos largos típicos del Oktoberfest a copas anchas que aquí sólo vemos llenas de ginebra. Pero toda y cada una de ellas tiene elegida a su cerveza. Como las varitas y Hogwarts. Por lo que cuenta Cristina, hay mucho coleccionista de copas y chapas que no se conforman simplemente con la cerveza artesanal.
El nombre de 4 Esencias Beer Shop proviene de los cuatro principales ingredientes de la bebida en cuestión: agua, malta, cebada y lúpulo – hay 100 tipos distintos –. Antes de elegirlo, había barajado otros más locales como 'El Templo de la Birra' o 'El Templo de la Cerveza'. Tanto con el nombre como con el logo se muestra más que satisfecha. Le es suficiente para promocionar el negocio ya que descarta contactar con influencers, "antes meto a una persona y me quito los sábados".
Catas y eventos culturales
No sólo es un lugar de venta. El objetivo es que sea un espacio gourmet donde haya barriles para degustar alguna de las muchas cervezas que hay. Incluso con alguna que otra mesa fuera, a modo de terraza. Convertirlo en bar no "porque no quiero desfases", explica Cristina. Hasta que pueda consolidar su idea, celebra catas en el local. Tanto organizadas para grupos de ocho o diez personas como para desconocidos que se apuntan en fechas determinadas.
Ahí prueban cuatro tipos de cervezas distintas a ciegas. De "menos intensidad a más intensidad". "No quiero que sepas desde antes la que te vas a tomar", afirma. Cada una de ellas lleva un maridaje específico: desde chicharrones con las lager a un bizcocho de yogur 'borracho' para una cerveza con sabor a cacao. El encargado de ofrecerlas es un historiador del arte que se encarga de contar el origen de cada una de las variedades que se degustan.
La tienda no se queda en eso. También hay eventos culturales con artistas locales. "Mi objetivo es que esto sea una showroom mientras doy cervezas", expresa sobre el futuro. El primer evento fue una exposición de pintura a cuya artista conoció gracias a un cliente que fue a comprar vino. Vino no se pudo llevar, pero desde entonces vuelve cada semana para comprar la misma cerveza.
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