Fue ya en la década de los 40, en los primero años del franquismo profundo, cuando Juan Casas decidió inaugurar un negocio de tejidos y confecciones en Jerez. ¿El porqué? Su hija, Trini Casas, desconoce el origen, pero recuerda que tanto su padre como su primo, Justo Pérez Casas, ayudaban en los comercios de algunas amistades. "Siempre estaban metidos en negocios", detalla. Por lo que no era de extrañar que Juan Casas abriera La Innovación en mitad de la calle Santa María, con la ayuda de su sobrino Justo. Vendía gabardinas, telas y ropa confeccionada. En la misma época se erigieron otros establecimientos del mismo corte como Confecciones Mena, Casa Rosa, la famosa Rianal, Confecciones Anguita y los almacenes Tomás García. Pero pocos son los que han perdurado en el tiempo. La construcción de las grandes superficies en el exterior de la ciudad provocaron el cierre de muchos de estos negocios que anidan en el centro de Jerez. De todos ellos, solo dos siguen existiendo: Confecciones Anguita y La Innovación. No obstante, este último sufrió una metamorfosis a lo largo de los años y pasó a llamarse Justo Confecciones.
Hoy, casi 80 años después, es la tercera generación la que lleva las riendas del negocio: Justo Pérez —hijo de Justo Pérez Casas— y Almudena Gómez. El matrimonio hace memoria y narra sus vivencias en la mítica tienda que ha llegado a establecerse en tres enclaves diferentes del centro. Si bien La Innovación se fundó en los años cuarenta del siglo pasado, Justo Confecciones nació en la fecha que marca el propio comercio, en 1968. "Fue cuando mi padre se separó de mi tío y se fue a la calle Unión", relata Justo Pérez, al tiempo en que señala que ambos negocios estuvieron abiertos durante un tiempo, hasta que su tío Juan Casas se jubiló. "Duró poco, él estaba ya muy mayor". añade.
Una vez instalado en la calle Unión, Justo Confecciones empezó a convertirse en un punto clave del comercio jerezano. Almudena, criada en San Enrique y que lleva diez años casada con el actual propietario, recuerda que de pequeña no soportaba acompañar a su madre a la tienda por las largas colas que se formaban. "Mi madre siempre venía a comprar en temporada, pero yo nunca quería entrar y entonces me quedaba en el kiosco de Rafael, de la calle Arcos", ríe. Hoy, casi 50 años después, todavía se acercan vecinas que con orgullo se tiran de la prenda y le confiesan a Justo o Almudena: "Si yo esto me lo compré hace 30 años".
Si algún equipo de fútbol venía a jugar en domingo y daba mal tiempo, él abría y se hartaba de vender gabardinas y chubasqueros"
"Qué de cosas baratas me llevé de tu tienda", es una de las muletillas que Trini Casas escucha a cada paso que da por su ciudad natal. Tampoco es que la suerte les haya llovido del cielo, sino que su trabajo se ha traducido en éxito. "Mi padre tenía muy buen ojo para los negocios y siempre dio el callo. Si algún partido de fútbol se jugaba en domingo y daban mal tiempo, él abría y se hartaba de vender gabardinas y chubasqueros", sonríe Trini. Su sobrino Justo Pérez Casas, el padre del actual dueño de Justo Confecciones, aprendió la lección e imitó el empeño y esfuerzo que su tío libraba cada día por sacar adelante su negocio.
Trini, que estuvo trabajando en el establecimiento los años previos a que Almudena dejase su empleo para ocuparse de la tienda, comenta que hace unos doce años sacaron del almacén —que tienen en la calle Medina— un gran número de ropa de los años 60 que empezó a venderse como rosquillas en la década de los 90. "Cazadoras y abrigos de ante de buena calidad, como ya no se venden por aquí", concreta Trini. La moda es cíclica, pero la producción del sector textil incrementa cada vez más, por lo que ahora la gente consume más ropa, pero de peor calidad. Una tendencia que Justo Confecciones tiene presente, pero en la que no quiere entrar. "Así es como competimos con las multinacionales. Ropa de calidad y un 90% fabricada en España".
La familia dice que ni si quiera sufrieron los peores años de la mal llamada crisis de 2008. ¿Su estrategia? Escuchar a la clientela y saber qué es lo que demandaba, además de rebajar costes y traer nuevos productos que fuesen más asequibles para el público. Si bien pudieron hacerle frente al desempleo generalizado que azotó la ciudad, vivieron atemorizados por la ley de renta antigua, la cual les dejó solo con dos opciones: trasladar el negocio o cerrar. "Justo vivió esos años como una cuenta atrás. No sabíamos qué íbamos a hacer", confiesa Almudena. Todos tenían guardado en la retina la ubicación de Justo Confecciones en la calle Unión, por lo que desplazarse suponía un riesgo. No obstante, ahora dicen que agradecen el cambio a la calle Bodegas, sobre todo por la amplitud y la modernidad. "El otro local estaba muy viejo, y este, desde que nos cambiamos en junio de 2014, nos ha permitido vender muchos más productos aquí", explica la pareja.
En la actualidad, Justo Confecciones oferta corsetería, ropa de baño de primeras marcas, camisas, pijamas y paquetería. Además de artículos únicos que solo venden ellos, como tallas grandes —a precios rentables—, ropa de señora mayor o la camisa guayabera. "Aquí es habitual que venga gente de Madrid a comprarle camisas a todo el bloque de vecinos", incide Almudena, algo que pasó de anecdótico a algo habitual. Pero si algo de lo que tiene que presumir este negocio es la clientela fija, que pasa de generación en generación. "Aquí el que viene sale bien atendido y se sorprende, porque siempre encuentra cosas que no se podía imaginar", apostilla Trini.