España está avanzando cada vez más deprisa para reducir sus emisiones de CO2 en prácticamente todas las industrias. Los resultados son particularmente buenos a la hora de construir nuevas centrales de energías renovables, con una potencia instalada que ya es superior al 60% de toda la producción eléctrica del país. Sin embargo, todavía nos queda mucho camino por recorrer para renovar y electrificar el parqué de vehículos español.
El lado positivo es que la tecnología de los vehículos eléctricos ha mejorado de forma considerable en los últimos años. Hace una década, mucha gente consideraba impensable la posibilidad de adquirir un EV en lugar de un coche de gasolina, pero ahora se van consolidando cada vez más como la opción más lógica. Sin embargo, renovar por completo el parqué de vehículos puede suponer una carga considerable para nuestra red eléctrica.
Vehículos con mayor autonomía
Entre las principales inquietudes de quienes dudaban sobre si comprarse un EV o no estaban tanto la autonomía como la durabilidad de la batería. La autonomía era quizá la mayor preocupación, porque los primeros vehículos eléctricos debían cargarse con mucha frecuencia y tenían una autonomía inferior a los 50 km por carga. Ahora, en cambio, la autonomía de un EV puede ser incluso superior a la de un vehículo de gasolina, dependiendo del modelo.
No tendremos que cambiar demasiado nuestros hábitos de conducción al pasarnos de un vehículo de gasolina a un EV. Solamente tendremos que calcular un mayor tiempo de carga de la batería, lo que se puede solucionar si utilizamos garajes con puntos de carga en espacios como los centros comerciales o los edificios de oficinas. Será más frecuente cargar el coche mientras hacemos la compra o trabajamos, pero nada más.
Tanto la autonomía como la durabilidad de las baterías –es decir, la cantidad de años que mantendrán niveles de carga aceptables– está mejorando de forma continua gracias a los avances en la tecnología de refinado y procesado del litio. Los sistemas de valoración química permiten analizar de forma exhaustiva la composición química de las baterías y facilitan la eliminación de impurezas, lo que se traduce en baterías más estables y duraderas.
El aumento de la carga en la red eléctrica
Una de las grandes claves en el incremento de las energías renovables en el sistema eléctrico español es la reducción del consumo a nivel nacional, algo que se ha logrado mediante la distribución de electrodomésticos de última generación, las mejoras en el aislamiento térmico de los edificios, y una concienciación de la población. Sin embargo, esto podría revertirse si el despliegue del parqué de EVs avanza más deprisa que la ampliación de la red eléctrica.
Parte del problema está en la producción de energía. Un parqué eléctrico trasladaría a la red eléctrica la demanda energética que hoy por hoy están cubriendo la gasolina y el diésel. Esto requeriría un aumento considerable de la producción eléctrica, que, si se produce muy deprisa, podría forzarnos a recurrir de nuevo a centrales de carbón o gas, lo que dispararía de nuevo las emisiones de CO2 en nuestro país.
Pero no se trata de la única dificultad. Aunque menos tratado en los medios, también existe el problema de la capacidad de la red eléctrica en sí misma para transportar toda esa energía entre las centrales eléctricas y las ciudades. Se hace necesario multiplicar los esfuerzos para actualizar toda la red eléctrica del país, no solo ante la demanda inminente de los EVs, sino también en previsión de su demanda futura.
Los beneficios de los EVs superan con creces las dificultades
A pesar de las dificultades que tenemos por delante a la hora de actualizar el parqué de vehículos en nuestro país, los beneficios de lograrlo superan de forma considerable los esfuerzos a los que tendremos que hacer frente. Por ejemplo, cuanto mayor sea la producción eléctrica procedente de energías renovables en nuestro país, menor será el costo de la electricidad, lo que permitirá reinvertir ese dinero en renovar la red.
El objetivo es alcanzar un grado de electrificación en España que permita reducir al mínimo –y eliminar eventualmente– cualquier clase de dependencia de los combustibles fósiles. Esto nos permitirá pagar menos por la energía y disfrutar de ciudades limpias y libres de emisiones tóxicas, reduciendo nuestra presión sobre el calentamiento global, e incluso dándonos la oportunidad de exportar energía a otros países de la UE.
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