Un sinfín de objetos reposan en un espacio de El Colorado, en Conil, donde esperan a que alguien les dé una segunda vida. Una tahona, apero de labranza usado por los nómadas del sur del desierto del Sáhara para sembrar, unos contratos de uso de tierras de agadires o unas tinajas utilizadas para el comercio entre Turquía y Marruecos. Todos han llegado a AQUA, un proyecto de economía circular que arrancó el argentino Pablo González en 2002 para dar una oportunidad a cosas que, seguramente, hoy estarían en una escombrera, y no a la venta.
“Recuperamos materiales de casas de toda la provincia de Cádiz que se van a derribar, algunas tienen relevancia histórica porque fueron comerciales”, explica Felipe Cáceres, encargado del negocio. Una vez que tienen el material, lo restauran y lo vuelven a introducir en el mercado.
“Buscamos que los elementos vuelvan a reintegrarse, vuelvan a tener una utilidad y que las piezas sean originales e irrepetibles”, comenta Felipe mientras se adentra en el local. A su alrededor, hay objetos de decoración, muebles o jarrones que tienen una historia que contar. Algunos, incluso, presentan un código QR para que los clientes puedan descubrir su procedencia.
Algunas llegan desde anticuarios de Marruecos y otras, de los armarios de las casas de Cádiz. Objetos cotidianos que se usaban a diario y que se convierten en desechos cuando ya nadie los usa. “A veces nos traen las cosas y otras vamos nosotros a otear el terreno y ver qué nos puede servir”, explica Felipe, que destaca que todas son antigüedades “con carácter”.
“No son piezas que se puedan repetir en serie, traen un bagaje, una historia y cuentan una forma de vivir, suelen tener más de 100 años”, dice a lavozdelsur.es, rodeado de reliquias.
Todos los objetos llegan en bruto, por lo que, se encargan de darles forma y llevar a cabo los trabajos pertinentes de limpieza y restauración. Desde el taller, un equipo de profesionales con conocimientos de carpintería trata minuciosamente cada pieza. Los artesanos Alí y Osmani cepillan la madera recuperada de unas vigas procedentes del techo de una bodega de El Puerto.
“Todos los materiales que usamos iban a ser desechos, no trabajamos con materiales nuevos, los reutilizamos y les damos otra oportunidad, de otra forma, se hubieran perdido. Es importante porque no generamos huella contaminante”, comenta Felipe poniendo en valor el respeto por el medio ambiente.
También recuperan puertas que antaño atravesaron familias enteras. Las manos de estos trabajadores las restauran sin que pierdan su esencia. “Las adaptamos a los tamaños que necesiten los clientes y les ponemos sistemas más modernos”, añade Felipe mientras el ruido de una máquina de cortar madera inunda el lugar.
Al otro lado del taller, Abdul limpia y corta una losa. AQUA también se dedica a la recuperación de suelos hidráulicos, muy demandado desde Inglaterra. Las piezas llegan sucias y, algunas de ellas, conserva el nombre de su fabricante. Diferentes motivos y colores que, una vez pulidas, volverán a formar parte de un hogar.
Además del trabajo manual, el equipo cuenta con una cámara de tratamiento para polillas y otros insectos que congela en seco y no daña la pintura. Felipe se adentra entre los trozos de madera y señala unos arcos que serán una cava de vino. A partir de los materiales, crean otros a base de combinar varios elementos. “Hay mucha creatividad en lo que se hace. Estas son vigas de roble de un astillero de Francia, las patas son de una fábrica de azucarera y el eje es de una carreta. Con todo eso hemos montado esta mesa”, explica frente al mueble único.
Tras más de 20 años, son muchas las personas que se han interesado por su propuesta, tanto de España como de otros países. Han trabajado con casas rurales, con pequeños hoteles de la zona, con familias que están construyendo su hogar en Novo Sancti Petri o con extranjeros que buscan decorar una casa antigua recién adquirida.
“Son personas que quieren darle a su casa un poco de carácter, de romper con la arquitectura tan moderna, tan lineal o tan minimalista, e integrar elementos un poco más orgánicos como madera, piedra, suelo antiguo. Incluso los lavabos de piedra. Los clientes participan en el proceso”, dice Felipe que también envía objetos terminados a Inglaterra, Alemania o a Portugal. “Una vez llevamos unas puertas a una bodega castillo del siglo XIII”, recuerda.
Con paciencia y dedicación, el equipo crea muebles originales sin impacto ambiental. “La gente cada vez valora más poner en sus casas piezas originales con un bagaje anterior”, dice.
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