Hace siete años que Daniel Moreno dimitió para hacerse autónomo. "Y yo firmo otros siete años igual", confiesa. En la cresta de la crisis económica de 2008, Moreno, barcelonés de nacimiento y arcense desde que empezó a caminar, decidió dejar su empleo a los casi 40 años de edad para montar Sin Hume, su propia empresa de revestimiento de piscinas y cubiertas. "La verdad es que me aventuré por mi cuenta cuando peor estaba la cosa", analiza, al tiempo en que insiste en que lo haría otra vez.
Tres años antes, en 2007, Curro Ureba apostó por abrir, junto con un socio, Dog House, un estudio de grabación en Sevilla. Pero al año, el joven gaditano del barrio La Viña echó el cierre para probar suerte más tarde en El Puerto, y luego, casi una década después, en El Palmar, sede actual de su empresa Trafalgar Estudios. "En Sevilla fue bien, pero no era rentable. Y lo que falta en Cádiz es financiación, ideas hay muchas".
"Emprender es estar fracasando constantemente”
Hace 10 años los bancos daban créditos a mansalva, regando cualquier proyecto con grandes financiaciones. En la actualidad, la realidad es otra muy distinta. Y Lorena Barroso lo sabe. "Lo más complicado es arrancar, porque no paras de pagar cosas a las que no le ves el beneficio", indica la gaditana, de 30 años de edad. En 2018 su empresa, Gastrokook, un obrador-pastelería creativa instalada en Castellar de la Frontera, cumple dos años. "Esto era lanzarte a la piscina sin agua", sonríe. Pero como dice Ureba, "emprender es estar fracasando constantemente”.
Cada uno de su padre, su madre y su sector, con edades distintas y diferentes miradas, hablan sobre el emprendimiento en el Sur de España. Y es que aunque en 2007 el número de autónomos creció en Andalucía, con 511.924 nuevos emprendedores —de los cuales 201 son de la provincia de Cádiz— todos piensan que emprender en Cádiz "está muy complicado" si no trabajas en el mercado del turismo.
Si bien todos tienen sede en la provincia, trabajan para artistas, empresas o restaurantes externos a esta. Gracias al vínculo que hizo con una empresa alemana, Daniel Moreno ha trabajado en Australia, Estados Unidos, Colombia, México, Nueva Zelanda, India, Singapur... Y lo más cercano: Málaga, Estepona, Lebrija y Jerez, entre otras localidades. Lorena Barroso hace pastelería de vanguardia, ecológica, artesana y de kilómetro cero que distribuye por la Costa del Sol y de La Luz. Y Curro Ureba graba trabajos discográficos de artistas que siempre bajan por Despeñaperros: "No grabo para casi nadie de Cádiz".
No obstante, con amor (a su tierra) y pasión (hacia su profesión) los tres consiguieron sacar su empresa adelante en unos años de depresión económica. "Echo muchísimas horas, pero creo en lo que hago y para mí ahí está la base de todo", expresa Barroso. En un principio, la gaditana, como su paisano Curro Ureba, decidió caminar por un oficio distinto al primero que estudió.
Ella se licenció en Turismo y Empresariales, en el Campus de Jerez, y luego hizo un master en Dirección Hotelera en Málaga, donde estuvo trabajando varios años de recepcionista hasta que terminó su contrato. Desencantada con su puesto, Barroso pidió la plaza de una baja de ayudante de cocina en el departamento de pastelería del mismo hotel. Tan solo estuvo un mes rodeada de azúcar, pero le valió para decir: "Vale, esta es mi vocación".
"La vocación la he creado con el trabajo, porque a mí lo que me gusta es trabajar"
En su caso, Ureba acabó la carrera de Química en la Universidad de Granada "basándome en lo que tiene salidas y no en lo que en realidad me gusta". Por lo que cuando recibió el diploma, se marchó a Madrid para cursar un grado superior de Sonido, oficio que sí le apasionaba.
La historia de Daniel Moreno tampoco es muy distinta, pero él no terminó de concluir la diplomatura de Turismo que empezó por la UNED. "Llevo desde 1996 trabajando en la impermeabilización de las cubiertas de los edificios, después de que mi novia me consiguiera un empleo junto a su hermano, dejé de estudiar y me fui a trabajar a Sevilla". No obstante, él se fue enamorando poco a poco de su trabajo. "La vocación la he creado con el trabajo, porque a mí lo que me gusta es trabajar. Mi padre era así". Y desde entonces lleva más de 20 años con las cubiertas y 15, con las piscinas. "¡Y voy a tope, con mucha energía!", sonríe. Y es que desde que emprendió, se siente libre.
"Me fui de la empresa porque me cortaban las alas…, y dices, ya es el momento de volar por otro lado. Yo proponía mucho, porque siempre intento mejorar, avanzar, pero no me hacían caso…". Y ahora sus ideas, su empresa tiene tanto éxito que han abierto una filial en Estados Unidos, Sin Hume Of America. El caso de Ureba, ha grabado estudios discográficos de Antonio Lizana, Burbon, Juanito Makandé, La Canalla, parte del disco de Antonio Carmona, Manolo Sanlúcar…, y acaba de terminar la gira navideña de ¡Que suene con alegría!, de Estrella Morente y Ainhoa Arteta, en la que él se encargaba del sonido en directo. "Y ahora estoy grabando seis discos a la vez", destaca.
Barroso y su pareja Daniel Rivera, natural de La Línea y la segunda parte del proyecto Gastrokook, tienen tanto éxito que hace unos días han ganado el el premio a mejor iniciativa de emprendimiento que otorga cada año la Asociación de Jóvenes Empresarios de Cádiz (AJE). "Intentamos ser diferentes y que cuando la gente entre en nuestra pastelería viva una experiencia dulce, que encuentre lo que no hay en otro sitio", explica la joven gaditana.
"Es verdad que el emprendimiento estaba parado aquí en Cádiz, pero estoy viendo, de unos años para acá, un auge. Pienso que la gente no tiene otros medio para subsistir y tiran del emprendimiento", expone Barroso, mientras que Curro Ureba piens que "hay que ser emprendedor, aunque España no sea un país donde haya cultura emprendedora". "En España se castiga el fracaso, está mal visto fracasar y emprender es estar fracasando constantemente. Hay que acabar ya con ese estigma", defiende.