En un pequeño pueblo de montaña de la provincia de Huesca, en Alquézar, enclavado la Sierra de Guara, a sus 14 años La Tate se enamoró del flamenco. “Mis padres tienen allí un restaurante y compraban música de todos los estilos para ponerla como hilo musical. Un día pusieron flamenco y, al escucharlo, se me puso el vello de punta”, confiesa. Desde ese momento despertaron en ella unas ganas insaciables de bailar.
No obstante, su carrera profesional comenzó en el campo de la psicología. Fue estudiando esta carrera en Salamanca cuando comenzó a recibir clases de baile en una academia. Al terminar sus estudios se fue a Barcelona donde trabajó como psicóloga en un hospital. Pero seguía notando que sus ganas de bailar se anteponían a todo lo demás. “Yo sentía que quería ser bailaora, yo quería hacer bolos en el extranjero y veía que, trabajando en el hospital, no iba a poder alcanzar mi sueño”. Así fue como La Tate dio un giro radical a su vida y dejó su trabajo en el hospital para dedicarse de lleno al baile flamenco. Tuvo la oportunidad de actuar en ciudades como Moscú y participó en una producción con Rafael Amargo entre otros logros como bailaora. Tanto le apasionaba el baile que se lanzó a dar clases en una academia. Las faldas que vendían entonces para ensayar no le gustaban nada, así que se fue al mercado, compró varias telas y le pidió a una amiga argentina que le hiciera un patrón básico al que La Tate imprimió su sello personal.
Sus primeras faldas tenían un patrón estándar con una llamativa combinación de tejidos de muy alta calidad y con una marcada inspiración flamenca, que igual valían para ensayar como para la calle. Sus alumnas quedaron encantadas con los diseños y una de ellas le pidió que le vendiera una de las faldas. Tanto insistió que finalmente se la vendió, y la estuvo luciendo por Sevilla. Tal fue el éxito de la falda que varias firmas llamaron a La Tate para ofrecerle vender sus diseños y así fue como La Tate, allá por el año 2012, se convirtió en diseñadora de trajes de flamenca. Sus diseños empezaron a exhibirse en los mejores escaparates de Madrid y Barcelona o Sevilla. Había nacido la firma La Tate.
La marca comenzó produciendo una línea de baile que ha ido evolucionando a una línea de lujo para fiesta de corte flamenco. “Empecé a mezclar pieles, pedrería y tejidos muy variados. Acudía a ferias en toda Europa, me encargaban vestidos para celebraciones familiares y eventos”. A día de hoy La Tate compagina su profesión de psicóloga con el diseño de vestidos de alta gama, muy coloristas y llamativos, que mezclan tejidos, mantones texturizados, seda, estampados de Roberto Cavalli, piel de Loewe… hablamos de diseños muy exclusivos, únicos y de muy alta calidad. Ha diseñado varias piezas para Ara Malikian. Una de las más destacadas fue un chaleco elaborado con hasta 10 texturas diferentes, piel forrada en seda natural, con encajes, plumas naturales cosidas a manos, botones de plata de ley y piedras semi preciosas.
Faldas, toreras en piel, chalecos de corte taurino en seda, vestidos con pedrería... visitar el taller de La Tate, en la calle Medina número 5 en Jerez, es toda una delicia para la vista. En este pequeño local, que hace las veces de show room, La Tate montó su taller de diseño donde trabaja con la ayuda de su asistente, Laura. “Yo desde los 17 años estoy viniendo mucho a Jerez por ser la cuna del flamenco. También soy una enamorada de la Costa de la Luz, y siempre he visitado mucho la provincia de Cádiz. Una vez vine al Festival de Jerez y me dediqué a ver tiendas. Había clientas mías de Sevilla que se venía a Jerez a montar un pequeño local para vender los diseños, entonces supe que me tenía que venir aquí”, explica La Tate. “Está muy justificado que yo esté aquí porque Jerez es la cuna del flamenco, es la cuna del arte y yo soy flamenca, yo siento flamenco y vivo flamenco, por lo tanto, tenía que estar en Jerez”.
No obstante, reconoce que tener una tienda en el centro es muy complicado porque “el centro en invierno está muy parado, por delante del escaparate pasa muy poca gente, no hay facilidades para aparcar. Por eso en invierno la gente prefiere irse a los centros comerciales. Es a partir de febrero cuando las ventas comienzan a animarse con vistas a las ferias. Los meses de primavera y verano son los más fuertes para la venta de diseños flamencos”.
La Tate diseña un producto de lujo, con tejidos caros, que va dirigido a un público de un alto poder adquisitivo, de hecho, sus diseños se ofrecerán como experiencia Haute Couture junto con una clase de flamenco para turistas que se alojen en el hotel Gran Meliá Sancti Petri en Chiclana. El producto de La Tate es para quien busca algo especial, para quien no quiere algo al uso. Sus ediciones limitadas tienen, como mucho, 15 piezas, por lo tanto, son prendas únicas que tienen diseño, tienen calidad y una justificación a nivel creativo. “Mis diseños transmiten la magia del flamenco como son sus raíces”, apunta La Tate.
Además del sentimiento flamenco, La Tate también se ayuda de su experiencia como psicóloga para dar rienda suelta a su creatividad a la hora de elaborar una pieza personalizada. “Yo hago un estudio de esa persona, de cómo es su personalidad, su carisma, cómo es en el escenario, como se mueve... También me gusta conectar mis sentimientos con los suyos, eso me lleva a elegir una determinada gama cromática, un determinado corte y patronaje”.
Una de sus colecciones está dedicada a las raíces del flamenco. Sus diseños mezclan, entre otros materiales, piel de Marruecos y pedrería de la India, las dos culturas, la india y la árabe, que dieron origen al flamenco. También tiene una colección de vestidos pintados a mano y otra elaborada con pañuelos de seda inspirada en los atardeceres de la Costa de La Luz, en tonos azules, naranjas y violetas, con estampados de caballos. Esta es una de las colecciones que La Tate exhibirá este domingo, 9 de febrero, en la Pasarela Flamenca Tío Pepe con la que seguro que conseguirá sorprender y encandilar al público.