El respeto al medio ambiente cada vez está más interiorizado en la sociedad. Las familias se decantan por probar productos ecológicos llegando a la conclusión de que, aunque el precio se encarece, los beneficios también. En la calle Bahía de Valdelagrana, ha nacido un negocio que se sube al carro de los que apuestan por los alimentos no alterados con aditivos procedentes de un proceso de producción libre de residuos químicos.
El eco está de moda. Una realidad que acoge la tienda Biorgánica desde hace apenas dos meses. Fue el 1 de diciembre de 2021 cuando la puertorrealeña Mabel Carrión tomó las riendas de este local que ya llevaba aproximadamente una década divulgando este tipo de artículos gracias a la iniciativa de un italiano.
“Yo era clienta de la tienda, en abril, la antigua propietaria avisó a los clientes que iba a cerrar definitivamente y decidí cogerla”, cuenta a lavozdelsur.es una mañana soleada. Mabel aterrizó en Valdelagrana hace 14 años después de haber vivido en Madrid, donde desarrolló su verdadera vocación.
“En otras vidas he sido actriz, siempre me he dedicado al mundo de la cultura”, dice desde el interior rodeada de artículos difíciles de encontrar en un supermercado convencional.
“En otras vidas he sido actriz”
Madre de dos adolescentes, la puertorrealeña se reinventó y le dio un giro a su trabajo. De los escenarios y la programación cultural, pasó a sacar adelante un pequeño comercio que se consolida como el único de la zona donde poder comprar semillas de chia, chufa valenciana o tintes para el pelo.
Biolandia -nombre anterior- se transformó en Biorgánica para seguir satisfaciendo la demanda de estos productos. Aunque es la primera vez que se adentra en una aventura como esta, para Mabel no es un mundo nuevo. Al contrario, según comenta, se ha criado en esta línea.
“Soy consumidora de productos eco de toda la vida. Cuando vivía en el barrio madrileño de Prosperidad, compraba leche de soja en el único herbolario que había entonces”. Todo gracias a su madre, que está presente en la fachada de la tienda, en un mural al que guarda especial cariño.
“Soy consumidora de productos eco de toda la vida”
“Ella es la que nos ha educado así. Las madres nos preocupamos mucho por la alimentación de los hijos y la mía ya lo hacía hace muchísimo tiempo, cuando ni se hablaba de esto”, explica la actriz que en los recreos llevaba zanahorias cuando otros niños comían dulces.
Ahora, ella está encantada de ser la que vende las zanahorias y de estar al otro lado del mostrador. Posición desde la que siempre intenta atender las necesidades de las personas que se acercan a Biorgánica. “Aquí entran muchos universos humanos, gente vegana, deportistas, que consumen suplementos”, señala Mabel, que suele interesarse por las inquietudes de todo el que atraviese la puerta.
Así, ella misma también aprende cosas nuevas y se anota los productos que le mencionan. Por ejemplo, sumó a sus estanterías almidón y ciruelas japonesas buscados por personas que tienen enfermedades autoinmunes relacionadas con la alimentación, colon irritable o de Crohn.
Mabel plantea su proyecto como un pequeño supermercado especializado donde “absolutamente todo es ecológico”. Por eso, hay una gran variedad de opciones, desde alimentación fresca, higiene, cosmética natural y cremas solares hasta braguitas menstruales y copas, moringa y té.
Bajo varias lámparas que cuelgan del techo -también en venta- la puertorrealeña destaca las chuches ecológicas entre las que se encuentra el mítico regaliz Zara o los caramelos Ricola pero “sin azucares o con azúcar de caña integral”.
Junto a las tabletas de chocolate de comercio justo, “tengo unos gusanitos ecológicos que lo están petando”. Mabel recorre la tienda en busca de los artículos más curiosos. Hay comida para animales –“tengo familiares que colaboran con protectoras de animales y traigo cosas para ellos- productos de herboristería y detergentes.
En definitiva, existe la versión eco de todo lo imaginable, o sino de todo, de muchos productos que suelen reposar en los mercados. En el centro, las reinas son las frutas y las verduras. Con una lombarda en la mano, explica que apuesta por los productos locales. “El pan viene de Puerto Real, Facinas y Sevilla y la verdura de huertos ecológicos con certificados de Chipiona y Málaga”.
Frente a unas esculturas y fotografías del proyecto Playaflexia que creó con Juan Rivas -también en venta-, Mabel sale a la puerta, adornada con flores de madera que acompañan el mural “madre naturaleza”. Allí, próximamente, incorporará mesas altas para poder servir té al sol.
La puertorealeña mima este lugar desde donde lanza una reflexión. “No voy a negar que el consumo online es muy cómodo, pero es cierto que es altamente contaminante, entonces, en la medida que uno pueda evitarlo, para eso estamos los pequeños comercios”. Convencida de que algún día desaparecerán, de momento, pone en valor el servicio que dan a la comunidad.
Sin duda, una alternativa más que abraza lo ecológico y lo local en pleno auge del mercado. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el gasto de los consumidores españoles en productos ecológicos alcanzó en el año 2020 los 2.528 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 7 % respecto al año anterior.