Cuando a Edu Bernal (Sevilla, 1986) se le ha cerrado una puerta, siempre ha hecho todo lo posible para fabricarse una ventana desde cero. Coge los hierros, los suelda con pulso, pinta los marcos y maquea los cristales de las ventanas con una rasqueta. Un "buscavidas", le dicen.
Este joven sevillano de 31 años de edad no llegó a terminar el Bachillerato de Arte, frustrado por el bajo nivel de entonces, según cuenta. De padre ceramista, Edu creció viendo cómo su progenitor jamás pudo vivir del arte, una ambición que mamó y que él mismo decidió dejar aparcada desde los 16 años hasta hace cuestión de cinco, en 2013, cuando conoció el arte de la tinta y soñó con ser tatuador.
No contento con triunfar en EEUU, hace apenas tres meses que Edu 'Tendons Tattoo' abrió en Jerez Baco Tattoo, el estudio de tatuaje más grande de Andalucía y uno de los primeros de Europa en implantar el modelo americano en el que los tatuadores trabajan como autónomos y no van por porcentaje en cuestión de trabajos.
Criado en Los Pajaritos, Edu tuvo el privilegio de usar un pincel a temprana edad. "Desde pequeño pintaba cerámica con mi padre. Él me enseñó a bañar losa de cerámica y pintaba cuadros pequeños de Goku y Dragon Ball en ellos. Yo quería hacer lo mismo que hacía él", narra. De crío jugaba en la calle, patinaba y, sobre todo, pintaba. "Quise seguir con ese ambiente y me apunté al Bachillerato de Arte". Allí jugueteó con algunas disciplinas que desconocía: la acuarela, la escultura... Pero tal cual abandonó los estudios, dejó de lado el arte.
De familia obrera, empezó a trabar con 16 años recién cumplidos, también para ayudar en casa. Comenzó como camarero en un bar de Nervión Plaza, "donde acabé de encargado a los dos meses de manera fortuita". Pero lo dejó al cabo de pocos meses. Estrés, ansiedad..., dice. Luego continuó repartiendo publicidad, abrillantando suelos, pintando, como peón de fontanería... "Pero nunca me he sentido bien y lo he dejado todo muy pronto", confiesa.
Buscando una profesión que le motivara, se interesó por la metalurgia. "Me metí en la soldadura, porque había que tener muy buena mano", relata. A los 19 años de edad se profesionalizó como trabajador del metal y se fue a currar a Algeciras. "Pero me duró un mes", sonríe. Con 21, llegó a Sierra Nevada a través de su amigo Johnny, de la Sala Microlibre: "Me dijo un día, vente a hacer snow... Fue conocer el deporte y decir, me quiero quedar aquí". Fue entonces cuando trabajó quitando nieve de la entrada de restaurantes, pub, comercios... "El dinero que ganaba, era para hacer snowbord".
En Sierra Nevada el dueño del célebre restaurante Tito Luigi, le dio la oportunidad de trabajar de camarero en su negocio. "Estuve tres años allí, hasta que me saqué el título de técnico deportivo de snow. Fue entonces cuando empecé una vida de temporero, los inviernos estaba en Sierra Nevada y los veranos en Tarifa". Su etapa laboral más longeva. Edu llegó a mantenerse así unos siete años, hasta que su amigo Johnny le dijo que probase el arte del tatuaje.
En 2014 le pasan el teléfono de Patán Tattoo, un estudio de tatuaje jerezano que buscaba recepcionista. "La gente de Unity Granada –uno de los mejores estudios de España— me dijeron que allí trabajaba Pol y que era un estudio serio... Así que dejé atrás todo a lo que me dedicaba para empezar a trabajar de recepcionista", ríe.
No obstante, se mudó a Jerez con la ambición de poder aprender a tatuar en Patán Tattoo. "De allí Lorena (Lady Shen) fue la que apostó más por mí, pero no quisieron darme la oportunidad", apunta. Convencido de que tatuar era lo que quería hacer el resto de su vida, le regalan una máquina y se pone a tatuar en casa a amigos y familiares, a gente muy cercana. "Llegó un momento en que intenté encontrar estudios por Jerez, Sevilla..., pero no es tan fácil meter a alguien de aprendiz". Así que decidió cruzar el charco y envió más de 40 currículums por América.
"Y dentro de todos lo que me aceptaron, un italoamericano llamado David Zarfati insistió en mí". A caballo entre Nueva York y Nueva Jersey, trabajó en varios estudios del mismo jefe, como autónomo. "Podía trabajar desde las diez de la mañana hasta las dos de la madrugada... Fue ahí cuando perfeccioné la técnica". Estuvo así tres veranos completos y en los inviernos se volvía a Sierra Nevada para seguir tatuando. "Aquí hacía un trabajo más artístico y en EEUU me iba a trabajar como el que hace la vendimia".
Y fue en diciembre de 2017 cuando, en una noche jerezana con amigos del gremio, surgió la idea de abrir un estudio diferente a los que se fomentan en Europa. "Había la necesidad de crear un estudio de tatuaje como los que existen en EEUU para aquellos tatuadores que no quieren trabajar por porcentajes con el dueño del local, sino de manera autónoma pagando el alquiler de un box", explica Edu. Con algo de dinero ahorrado, encontró un local en la plaza del Progreso, en pleno centro de Jerez, del que se enamoró para erigir su sueño: Baco Tattoo.
Lo curioso es que Edu 'Tendons Tattoo', que fue rechazado por el estudio Patán Tattoo, ha terminado abriendo el suyo propio en la misma ciudad con un equipo de tatuadores autónomos que trabajaban en Patán: Pol Tattoo, Lady Shen y Hubal Tattoo. Con Eider en la recepción. "Estoy tatuando, que era lo que yo quería hacer. Nunca dejaré el estudio ni dejaré de tatuar... No hago esto por dinero, porque de haberlo hecho, lo habría montado en Brooklyn, porque mi jefe me lo llegó a ofrecer, pero le dije que no".
"Yo he perseguido ser tatuador", sonríe casi sin creerse que ahora sea empresario. "El conseguir haber encontrado lo que realmente quiero hacer en mi vida... Y el orgullo de decir que al final es lo que me enseñó mi padre...", concluye sin terminar, momento en el que se da cuenta de que finalmente ha conseguido vivir del arte.