Una rueda pintada de rosa mece a unas rosas. Las paredes, rosas, acogen multitud de flores, también rosas. Y hasta el recipiente del agua es rosa. Este color es el protagonista en una cafetería fotogénica ideal para grabar un videoclip donde una muñeca Marín con un traje de flamenca rosa recibe a los visitantes desde la vitrina. No es un local convencional ni a lo que está acostumbrada Chiclana, ciudad que acoge Rose Café, un establecimiento “cuqui” en el que quedarse embobados mirando la decoración.
El alma máter de este coqueto rincón para desayunos y meriendas que llama la atención nada más entrar en el municipio es Miguel Eguez Justiniano, de 43 años. “En realidad se llama Rose Café”, dice pronunciando la primera palabra en inglés, y la segunda en español. Sin embargo, el público lo ha rebautizado y dice Rose o Rosé, sin cambiar de idioma.
Este boliviano de madre boliviana y padre japonés dejó volar su imaginación hace dos años, cuando, junto a su pareja, el chiclanero Juan Manuel Flores, se aventuró a montar su propio negocio.
FOTOS MANU GARCÍA