Un zombi es un no muerto, un ser en descomposición, habitualmente violento, que infecta todo lo que toca. Y genera seres que propagan la infección y producen descomposición y enfermedad. El zombi o no muerto se reconoce, además, porque no respeta su sepultura, que no es la definitiva. Dicho está.
El 29 de noviembre de 2011, Ramón Jáuregui, en aquel momento ministro de la Presidencia, rogó a Mariano Rajoy. El empeño lo merecía, pero llegaba tarde. “Le pido por favor al nuevo Gobierno que no meta este informe en un cajón”, fueron sus palabras. Acababa de presentar el Informe de la comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos. El escrito planteaba, entre otras cosas, la necesidad de trasladar los restos del dictador fascista Francisco Franco del Valle de los Caídos, el monumento levantado entre 1940 y 1958 por presos republicanos antifranquistas esclavizados, muchos de cuyos huesos terminaron allí.
La propuesta era “hacer del Valle un lugar de memorias compartidas”, donde se pudiera honrar a “los caídos” homenajeados por Franco y, a la vez, a las víctimas republicanas enterradas o trasladadas allí a la fuerza.
Cuando Jáuregui entregó el Informe, súplica incluida, a Mariano Rajoy, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estaba ya en funciones; 21 días después, Rajoy sería investido presidente del Gobierno de España.
Para entender cuál iba a ser la postura del PP al respecto, basta con repasar la respuesta que el propio Rajoy da en la entrevista recogida AQUÍ, en noviembre de 2015, supuestamente a la pregunta de un televidente:
—¿Por qué no derogó la Ley de Memoria Histórica?
—Bueno… La Ley de Memoria Histórica, la asignación presupuestaria que ha hecho este Gobierno, las últimas cinco… ha sido cero. La media es cero, y después cero todos los años… ¡Cero!
Esta semana, el PSOE ha presentado una Proposición no de Ley para sacar los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. Inevitablemente, la acción se relaciona con el informe encargado por el último Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero (2008-11). Aquella fue la primera vez que España se planteó en serio desenterrar a Francisco Franco y trasladar sus restos. 41 años después de su muerte y 81 de su Golpe de Estado, el padre de una dictadura cruenta y católica sigue ocupando un lugar privilegiado, donde sus seguidores le rinden culto. Es, además, un lugar de titularidad pública, construido con la sangre del trabajo esclavo de millares de presos represaliados por el franquismo.
Choca la contundencia actual del PSOE con aquella entrega inútil de 2011 al Gobierno del PP. Paco Ferrándiz, antropólogo que ha participado en numerosas exhumaciones relacionadas con el franquismo, fue uno de los redactores del Informe. A la pregunta de por qué se presentó tan tarde dicha propuesta, responde:
“Yo interpreto que Jáuregui tuvo al final prisa por acabar algunos temas pendientes. Nosotros se lo entregamos al Gobierno cuando ya estaba en funciones. Pero no pusimos en absoluto el timing, sino que sencillamente respondimos a la llamada del Gobierno cuando esta llegó”.
“En este sentido, veo un poco de postureo en el planteamiento de la Proposición actual del PSOE. La Ley de Memoria Histórica es de 2007, y en 2008 los socialistas tenían mayoría para haber hecho lo que quisieran. ¿Qué hicieron hasta 2011? Da la sensación de que ahora piden al Partido Popular lo que ellos mismos podían haber hecho.”
Rafael Escudero, profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III, es de la misma opinión:
“El Gobierno del PP no está por la labor, como en su día no lo estuvo el PSOE. Y ahí me pregunto: ¿Está el PSOE sosteniendo ahora justo lo contrario que cuando estaba en el Gobierno? Quiero que conste que, cuando reclamamos la nulidad de las sentencias de los consejos de guerra franquistas, tanto Jáuregui como Fernández de la Vega respondieron que no. ¡Tenemos la memoria corta, pero no tanto! Hicieron una Ley tan mala, que ahora, cuando tienen que buscar espacio para crecer por otros lados, se contradicen”.
“La Ley de Memoria Histórica contaba con una disposición final que consiste en dar un sentido distinto al Valle de los Caídos, un lugar para la memoria y la reconciliación.”
“Un lugar para la memoria necesita eludir las soluciones extremas, desde derruir el Valle hasta mantenerlo como lugar de culto nacional-católico cuyas misas se retransmiten por ciertos canales de televisión. Existía, en fin, una postura general [entre los redactores del Informe] favorable a convertirlo en un lugar para la memoria reconciliada donde todos fuéramos a honrar a quienes allí descansan.”
“Inicialmente fue concebido por Franco como espacio donde honrar a 'los caídos'. En los años sesenta, Franco ordenó trasladar a los columbarios del Valle a los republicanos de la represión franquista fusilados en las paredes de los cementerios, de manera que, a los restos de 12.000 personas que ya había allí, se sumaron los de otros 20.000 republicanos fusilados. Esa mezcla motivaba el objetivo de establecer un homenaje a todas las víctimas. Y más, teniendo en cuenta los informes de los forenses, que establecían la imposibilidad de recuperar e identificar los restos individualmente”.
“Mi idea fue siempre acabar haciendo algo parecido al Memorial a los muertos en la Guerra de Vietnam en Washington. Lo que yo pretendía era mantener una pequeña llama encendida en la explanada del Valle, hacer de aquello un lugar adecuado para la memoria de la reconciliación. Que allí constaran todos los nombres de todas las víctimas sin distinción. Es decir, adecentar y dignificar los columbarios, estableciendo en la explanada un memorial a las víctimas. En ese sentido, no era razonable que en el centro de todo aquello permaneciera la tumba de Franco”.
“La exclusión de José Antonio no parecía adecuada, ya que él también fue fusilado y víctima de la Guerra”.
“Además, se construiría un pequeño museo explicativo para recoger el nuevo espíritu del Valle, pero que contara también su historia. De manera que el visitante pudiera ver el memorial, buscar un nombre si es que constaba allí, visitar el museo. Un lugar cargado de lógica y simbolismo para lograr el fin de esta memoria que nos golpea constantemente”.
“No puedo comprender por qué el PP no ha aprovechado inteligentemente esta oportunidad que supondría para ellos un centraje político. No entiendo, de verdad, por qué tienen tantas dificultades para colocarse en este caso al lado de la Democracia, rechazando el golpe que dio lugar a la guerra.”
“Adolfo Suárez fue el primero que reconoció a las víctimas del bando republicano y aprobó las indemnizaciones a mutilados, presos y familiares… Nunca entendí por qué el PP se puso en contra de la Ley de Memoria Histórica, dando la espalda a los deberes que la democracia española tiene para con los que sufrieron la Guerra.”
“En cuanto al momento en el que se presentó: el informe se estuvo elaborando durante un año y no quisimos presentarlo en campaña electoral por evitar el oportunismo y las interpretaciones partidarias. Por eso lo presentamos en ese momento.”
Sin embargo, lo cierto es que aquellas intenciones llegaron tan tarde que ya el PSOE no tenía el Gobierno; y ahora la Proposición planteada por el PSOE no obliga a nada, en ningún sentido, al Ejecutivo del PP, claramente contrario a trasladar los restos del dictador.
Escudero –profesor de Filosofía del Derecho– puntualiza aún un detalle más:
“Tal y como está redactada la Ley de Memoria Histórica, es totalmente falso que se trate de una cuestión de Estado. La normativa de cementerio público se aplica donde están los republicanos y los otros. Pero el lugar donde están Franco y José Antonio no es lugar público, sino que se rige por la Iglesia católica. Y hasta tal punto los protege el artículo 16, que cuando se votó la Ley, el PP pidió que se votara artículo a artículo… Y votó a favor del 16, porque bloquea el tema”.
[Artículo 16 de la Ley de Memoria Histórica: El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.]
—¿Entonces…?
—El artículo 16 lo deja muy claro. La competencia absoluta es de la Iglesia, y si la Iglesia no quiere, no se saca a Franco de ahí.
—¿Y si la familia quisiera?
—Si la familia quiere, mañana se le saca.
Si nos basamos en las afirmaciones de Jáuregui a CTXT, ahí podría encontrarse una de las salidas para esta cuestión y los restos de Franco podrían trasladarse en cuanto lo decida el Gobierno, ya que las conversaciones con sus sucesores no han dado como fruto una negativa rotunda.
“He trabajado durante tiempo, con discreción, sotto voce, con la familia Franco, a través de interlocutores, para trasladar los restos al cementerio del Pardo, donde están depositados los de su esposa”, revela el ex ministro socialista y hoy eurodiputado. “La familia no lo va a hacer de forma voluntaria, pero tampoco se niegan. Consideran que corresponde al Estado tomar esa decisión”.
O sea, que la mayoría del Parlamento español está a favor de trasladar los restos de Francisco Franco. Y, según se desprende de las conversaciones de Jáuregui, la familia del dictador no moverá un dedo para hacerlo, pero tampoco se opondrá si el Gobierno lo decide.
Hay quienes comparan el caso de Franco con la reciente exhumación de Mola y Sanjurjo en Pamplona. El ayuntamiento de la ciudad desenterró los restos de ambos y los entregó a sus familias. Sin embargo, la cripta en la que descansaban estaba desacralizada. El dictador de Ferrol yace en lugar sagrado.
—La última palabra la tienen los Benedictinos– asegura José María Contreras, catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, en relación con la orden que gestiona la iglesia del recinto, aquella que alberga los restos de Franco.
—¿Podrían negarse?
—Tú no puedes entrar a un lugar sagrado con un ordeno y mando. Habría que comunicar a la congregación la decisión de trasladar los restos, y la lógica lleva a una negociación con el abad.
—¿Excepto si fuera la familia quien decidiera?
—Claro, si la familia decide, ellos tienen la última palabra. Pero en el caso del Gobierno, se trata de una negociación. Mi impresión es que se tiran la pelota unos a otros para no tomar ninguno la decisión definitiva.
—En cualquier caso, el Gobierno español debería “negociar”, no tiene la última palabra.
—Claro, y márgenes de negociación hay… Pero ¿se quieren esos márgenes? Yo creo que no.
Escudero añade que “los benedictinos tienen ahí un negocio montado, donde incluso alquilan habitaciones… Se les puede presionar con medidas económicas indirectas, como retirarles subvenciones, pero…”. Pero los monjes benedictinos que custodian el Valle de los Caídos se han negado en todo momento a ofrecer datos de sus actividades o colaborar con los gobiernos que lo han solicitado, hasta el punto que ni siquiera se sabe si pagan o no impuestos de la Hospedería que explotan.
En cuanto a la Fundación Francisco Franco, “herederos” del dictador, Francisco Torres García, patrono y portavoz, insiste en que la necesidad de la aquiescencia de la Iglesia ya consta en la Ley de Memoria Histórica: “Debemos recordar que la mal llamada 'Ley de Memoria Histórica' estaba vinculada, en el tema que nos ocupa, al dictamen de una Comisión de Expertos presidida por el diputado socialista señor Ramón Jáuregui; que en esta ya se indicaba, que para proceder a la exhumación de los restos mortales de Francisco Franco de la Basílica del Valle de los Caídos era necesario el consentimiento de la Iglesia en función de los acuerdos vigentes; que, además, la legislación establece que para una exhumación se requiere el permiso de los familiares y que, por tanto, una Proposición no de Ley como la presentada por el PSOE, más allá de ser un brindis al sol con intenciones políticas, viene a intentar burlar una legalidad que también obliga al Congreso de los Diputados.”
También recuerdan desde la Fundación la responsabilidad del rey emérito de España, Juan Carlos I, padre del actual jefe de Estado: “Franco reposa en el Valle de los Caídos por decisión del gobierno de la época y por la petición y entrega de los restos de Francisco Franco a la protección de la Comunidad Benedictina efectuada por Juan Carlos I”.
Así pues: la mayoría del Parlamento español está de acuerdo con sacar a Franco del Valle de los Caídos, la familia del dictador no se opondría, con el abad solo se trata de negociar… ¿Entonces? Entonces, el Partido Popular.
Cuando el zombi muerde a su primera víctima, pone en marcha una infección que a partir de entonces se multiplica en progresión geométrica y genera en el grupo humano susceptible de ser mordido un estado de rabia, miedo y ocultación.
Más allá de las dudas que suscita el hecho de que víctimas y “caídos” compartan el mismo espacio, más allá de lo peregrino que puede parecer fuera de España que se apele a la reconciliación en referencia no a una Guerra, sino a una dictadura fascista, el eje de todo el problema se encuentra en los huesos de Franco, el no muerto. Exactamente en eso: en que un zombi no está muerto.
La infección constante que supone no haber liquidado al zombi, y seguir permitiendo su no sepultura, extiende la enfermedad hasta tal punto que, para enfrentarla, los habitantes creen necesario decorarse con medidas adicionales. Y no cabe comparación alguna como las habituales con países como Alemania. Allí sí mataron al zombi. Allí sí que está enterrado.