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Relato de un día de protesta en el Cinturón Rojo. Conclusión: es necesario un referéndum efectivo. Lo necesitamos para que la sociedad hable, por fin, de ella misma. Por primera vez en décadas y generaciones.

EL CENTRO DEL MUNDO. Hola. MartíneZzzzz. Es decir, que soy yo a las 5:00 am. Estoy en un taxi rumbo a Cerdanyola, desde donde les saludo. Mientras llegamos, les explico Cerdanyola. Es mi pueblo. En el extinto Cinturón Rojo de Europa. Es uno de los tres únicos municipios mundiales en los que se llegó a realizar la legendaria Huelga General Política del PSUC/PCE. En el 76. Fueron días divertidos. Los niños jugábamos al fútbol con las pelotas de la poli. Quiero decir las de goma. Todos los niños teníamos alguna. Medina, un héroe, tenía la tira. El pueblo/ciudad era un conglomerado de fábricas. Mi mamá entró a trabajar en una a los 12 años. Se levantaba a las 4:30. Las calles, a esa hora, decía, eran como las Ramblas. Hoy no queda ninguna fábrica. Aiscondel chapó. Y Uralita. Nosotros jugábamos en un vertedero de Uralita, que se llamaba la Font d'Adam i Eva. Era una mierda, pero yo pensaba que era la belleza absoluta, el centro del mundo, el Edén real que cita el Génesis. Allí vi a mi primer yonky, el hermano mayor de alguien, en cuclillas. En las primeras municipales, en los recuentos, salía un voto del PSC y otro del PSUC. Ganó el PSC. El PSUC se fundió, en un plis-plas, vía tecnología propia. El primer alcalde del PSC, en lo que es una metáfora de otro fundimiento, más lento e invisible, acabó teniendo una constructora. Esta mañana a primera hora gobierna, bajo el nombre de Compromís per Cerdanyola, la CUP. Por los pelos. El Ajuntament está compuesto por 5 concejales de Copromís, 5 del PSC , 4 de ERC, 3 de C's, 3 del PP, 3 del PDeCAT, 1 de ICV-EUiA, y el tránsfuga ese con que viene equipado de serie cada ayuntamiento peninsular. La chica del PDeCAT no es otra que Guillermina, una compi del insti. Su padre era del PSUC, cuando ser del PSUC era un problema para la salud ósea. En otro orden cosas, aquí vivió la familia Urales, con la joven Federica Montseny, que cultivaba fresas. Desde Cerdanyola, en aquella época, se distribuía La Revista Blanca, el no va más del anarquismo peninsular. También vivió el pintor Togores. Un antepasado mío le dió un conejo, a cambio de que le enseñara a pintar. A Togores le hizo gracia. Pintó un cuadro canijo para él, y se lo dejó firmar. Por lo que ese cuadro hoy vale, brrr, nada. En el 38 vivió durante un tiempo Azaña e Indalecio Prieto, que se tiró a una farmacéutica. Es, vamos, un pueblo antiguo. Aparece ya en la Chanson de Guilleaume. Es el lugar en el que, como todos ustedes saben, Sant Guillem de Tolosa acampa, antes de conquistar BCN para los carolingios. Por eso mismo, el nombre Guillem es muy común en el municipio. Todos, de hecho, nos llamamos Guillem. O, al menos, y para proteger las identidades verdaderas de este relato, todos se llamarán así. 

CITA CON GUILLEM. Llevo unos días intercambiando mensajitos encriptados con Guillem, el coordinador del referéndum en el pueblo. Hemos quedado, finalmente, en que, a una hora determinada, se me enviará un mensaje. Tendré entonces media hora para llegar a un punto señalado. Todo eso ya ha ocurrido, de manera que estoy en el sitio señalado. Guillem llega. Nos damos la patita. En breve llega el propietario del punto señalado. Una pequeña tienda. Nos saludamos modalidad 6:00 am, y abre la persiana. Al incorporarse, le veo el rostro y él el mío. En el fondo de nuestros rostros hay un rostro que hace 25 años que no veíamos. Se trata de Guillem, un viejo compañero de mi padre, y uno de los primeros indepes del pueblo, cuando ser indepe no molaba, y venía la poli a verte. Nos abrazamos con ruido y nos da moquera. Entramos en el local.

LAS PAPELETAS Y LOS HOMBRES G. Se trata de uno de los dos locales en los que se guardan las papeletas. Llegaron el viernes pasado. Se las dieron a Guillem —el coordinador del referéndum local—, en una reunión, en la que se hizo entrega de las papeletas a los coordinadores de todas las comarcas de Barcelona. No ha habido problemas con las papeletas. Se encargaron a un centenar de imprentas. Hoy, en Cerdanyola, hay las suficientes para el 70% del censo. También hay sobres. Lo que es algo raro. La GC interceptó un alijo de papeletas y de sobres en Molins. Por las papeletas no hubo problema, que había más en otros sitios —se hizo el encargo a un centenar de imprentas—. Pero de sobres la cosa quedó corta. De hecho, a primera hora de la mañana de hoy, el Conseller de Interior ha dicho que sería válido el voto sin sobre. “El otro golpe serio de la GC fue en Terrassa”, dice Guillem, “cuando pillaron las tarjetas censales”, lo que evitó que, en su gran mayoría llegaran a sus destinatarios. “Lo malo de esos golpes de la GC no era tanto lo que se llevaban, sino que quedaba inutilizada la red de distribución”. Las urnas, a su vez, han venido un poco antes y por otra vía. A través de la estructura de ERC. No hay ninguna prueba al respecto, pero se comenta que vienen de China. Llegaron en barco. Si eso es verdad, estuvieron, hasta que los estibadores las estibaron —¿se dice así?, a la vera de la Estrella de la Muerte Piolín. Lo que tendría guasa. 

EL REPARTO. En eso, llaman a la puerta. Se trata de los primeros voluntarios, que vienen a recoger las papeletas y la documentación de la votación, para llevarla a los colegios. La documentación, por lo que veo, son, fundamentalmente, instrucciones y códigos donde enviar los recuentos. Hasta ayer, por cierto, no había censo. Fue facilitado a los coordinadores la noche anterior, en una reuni en una sede universitaria. El censo no existe físicamente. Se trata de un censo virtual. Una web. Es importante que el censo no es por colegios, sino que fija una demarcación única. Vamos, que todos los votantes pueden votar en cualquier colegio. Si la poli cierra colegios, los votantes solo tienen que ir a otros colegios. Lo que es ocurrente. Bueno, les decía que llaman a la puerta, etc. Guillem, el coordinador, se encarga de las entregas. Guillem, el del local, escucha el tono de voz, en verdad alto, que utilizan para hablar en la calle, y me mira sonriendo. En su época/la de mi padre, nunca se hubiera utilizado ese tono de voz en el trance de liarla, me dice con sus retinas. De vez en cuando, el que viene a recoger las papeletas es un antiguo militante indepe. Las recoge en un plis pira, e invierte en todo ello pocas palabras, como el cobrador del Ocaso.

EL URNA-MÓVIL. Tras las entregas, nos vamos en coche Guillem —el coordinador— y yo, a hacer una especie de reforma agraria de urnas. No hay suficientes urnas y, reduciendo un poco los puntos de votación, habrá para todos los coles, siempre y cuando se redistribuyan. Vamos al primer cole. Hay un centenar de ciudadanos, desde las 5:00 para impedir, sin violencia, que la poli precinte la cosa. La poli es, en este caso, los mossos. Uno de lo cuerpos menos ecuménicos del Estado que, no obstante, siempre ha brindado un trato exquisito a la cosa Procés. ¿Lo seguirá brindando hoy? Parece que sí. El rumor es que los Mossos se limitarán a tomar actas. Lo que tiene su miga. Si identifican a la persona que abre el cole, o a las personas que forman las mesas, se pueden liar con multas que, traducidas de euros a doblones, equivalen a una vida de galeras. Hasta 300.000 pepinos, vamos. Por lo que veo, los Mossos hoy están/siguen estando de perfil. No obstante, Guillem no quiere jugársela. La segunda parte del rumor es que a las 13:00, la poli/GC entrará en los coles, como quien entra en el Saloon, y se llevará las urnas. Bueno. Cogemos unas urnas. Las llevamos de un cole a otro. Guillem evita, en todo caso, que los Mossos nos vean. Diría que, a su vez, los Mossos también evitan mirarnos.

LA ESPERA. En todos los colegios a los que vamos con urnas sucede lo mismo. Se nos brinda una mirada de complicidad y, cuando ven las urnas, es la locura. Todo el mundo aplaude. En un cole me encuentro con Guillem. Guillem es hijo de un concejal franquista, que luego fundó la UCD local, cuando la UCD, en el Cinturón, era un serio intento de que no se produjera el futuro que quería el Cinturón. Guillem, en otro orden de cosas, era el cachondo de clase. En mi vida me he reído tanto como con sus chorradas, en verdad I+D. Me abraza al verme. "Ja tenim urnes", me dice, emocionado, sinceramente. En otro cole me encuentro con Guillem. Guillem es un viejo amigo de la adolescencia. Nos recuerdo yendo en la misma moto, con dos chicas más, a comernos la vida con ambas manos. Guillem me abraza. Me dice, con esa coña no-coña de los viejos amigos, que soy un descreído, y él un creyente. De hecho, es funcionario, y hoy será unos de los responsables de l'Administració que ejercerá de funcionario. Es un título simbólico —son voluntarios—, pero si le pillan, le pillan. Y lo inhabilitan de por vida. Por lo visto, se han tomado medidas para no identificar a los funcionarios. Pero me dice que le da igual. "Jo hi crec, en tot això".

Me impresiona la sencillez con la que lo dice, y el hecho de que le recuerdo, en la adolescencia, no creyendo en nada, salvo en la necesidad de felicidad.

En un cole, al que voy, Guillem me dice que los Mossos han identificado a un funcionario, junto a la persona que abrió el cole, que no es otra que Guillermina, mi compi de instituto, del PDeCAT. En otro cole, por cierto, me encuentro a Guillem, hermano de Guillermina. Abrazos. Tenemos que sacar una urna de allí, para llevarla a otro sitio. Para evitar la visión directa de los Mossos, que están en la puerta, Guillem, el coordinador, monta una melé, nos disponemos en medio de ella, con la urna, y la melé nos acompaña hasta el coche. En todas estas evoluciones veo miradas que vi de niño, en la Huelga General del 76. Miradas de complicidad y de fraternidad. Cuando has visto a alguien con esa mirada, y te lo vuelves a encontrar chorrocientos años después, es cuando se producen los abrazos con ruido, que estoy disfrutando hoy. 

LA OTRA ESPERA. En nuestros itinerarios, hablo con Guillem —el coordinador—. Toda esta estructura, para lo de hoy, se creó no hace más de tres semanas. La Gene pidió a los Alcaldes del sí —más de 700—, que se les sugiriera un coordinador. Se estableció una red de personas de confianza, que excluía infiltrados. Cuando se pidió, oficialmente, voluntarios para el referéndum, que se tenían que inscribir en una web, toda la red ya estaba tejida. Los alcaldes, por lo que veo, sabían muy poco de lo que los voluntarios hacían. Los voluntarios, a su vez, se esforzaban por saber muy poco del conjunto, para no poner en peligro la cosa. Se formaron tres redes, a su vez. Una era la encargada del material. Otra era la encargada de vertebrar los voluntarios responsables de l'Administració. La tercera era una red de Regidors/Concejales, que serían los encargados de abrir los colegios, eximiendo con ello de delito —siempre y cuando al fiscal le salga eso de las narices—, a los directores y responsables de cada centro. En uno de los itinerarios hablo con Guillem —el coordinador— del postreferéndum, de su utilidad, de la posible instrumentalización posterior que haga de todo este movimiento ciudadano el Govern. Guillem, de la CUP, tampoco confía en ellos. "Com ens hem de veure, els anticapitalistes, eh?, treballant amb aquesta gent". A lo que luego agrega: "El capitalisme és una medussa. Ja li pots tallar una serp, que en surt una altra".

Un referéndum, a su vez, supone cuestionar, por sí solo, el concepto de soberanía, es decir, también su símbolo, la monarquía. Es el fin del R'78. Literalmente

LA ESPERA MÁS LARGA. Nos vamos a tomar un cortadete. Estamos Guillem, el coordinador, Guillem, el subcoordinador de la zona centro, y Guillem, el coordinador de la periferia. Luego viene el alcalde. Es extraordinariamente joven, y creo que no se llama Guillem. Los colegios van a abrir en 3, 2, 1. Francamente, pensé que eso nunca pasaría, que antes de esta hora la poli/GC haría un golpe de fuerza inaudito. El solo hecho de haber abierto los colegios —algo que ha pasado en toda Cat— es un éxito. No creo que esto sea un referéndum. No hay garantías. No hay, a estas horas, la posibilidad, tan siquiera, de que la jornada concluya a la hora fijada. Pero es una protesta inaudita, y en la que ha participado un amplio y variado espectro social. En esta crónica, si se fijan, han aparecido los palabros y conceptos independentismo-de-los-70's, PSUC, CDC, PDeCAT, CUP, ERC, UCD y Revista Blanca. Ilustran que una parte amplia y variada de la sociedad quiere un referéndum. Un referéndum, a su vez, supone cuestionar, por sí solo, el concepto de soberanía, es decir, también su símbolo, la monarquía. Es el fin del R'78. Literalmente. 

En eso, el telefonino empieza a ir a toda castaña. En BCN ha empezado a cargar el pack Piolín. Amigos, conocidos y saludados —los tres tipos humanos que fija Pla— intercambian información sobre ello. Se trata de cargas brutales. Desmesuradas. Pero, también, aparentemente mal planificadas, infructuosas, contra personas que, convencidas de que esto era un referéndum, o convencidas de que esto era una protesta, sólo querían votar. A una abuelita le han abierto la cabeza. A una mujer, le rompen, uno a uno, los dedos de una mano. Se arrastra a ciudadanos por los pelos. Me llegan imágenes de un pueblo de 20 habitantes, que hoy iba a votar y luego a comerse una paella, cuando en eso entra la GC y se lleva las urnas, como si se llevaran al asesino de Kennedy. La prensa internacional se hace eco del exceso, la desproporción y la aberración estética. La prensa constitucionalista local se hace eco de lo que se ha pasado 40 años haciéndose eco: de un nuevo ataque (¡) a la democracia, a la Constitución, y al Estado de Derecho que bla-bla-bla.

INCIDENCIAS. Paralelamente a esa batalla, se produce otra. Piolín Sección Hackers va clausurando los servidores del censo. Y la Gene los va replicando. Esa batalla consume horas. A las 12, hay colegios que aún no han empezado a votar. Si se quería evitar el voto en una protesta —el voto era lo menos importante; lo importante era la protesta misma, formar las mesas, una prueba ya superada a las 9:00—, esas acciones cibernéticas de gordo comiendo pizza frente a la pantalla hubieran bastado. No han bastado porque, supongo, la voluntad del Gobierno no era impedir las votaciones. La verdad, no se cuál era. Posíblemente no había voluntad, salvo ese piloto automático de la voluntad que es la ideología más profunda. Ayer, verbigracia, se permitieron en Barcelona manifestaciones fascistas. Algunos sindicatos de la policía las celebraron. Hoy, han cargado sin contemplaciones.

CONVERSACIONES CON GUILLEM. Hablo con Guillem, mi gran amigo desde la adolescencia. Su padre murió hace poco. PSUC. Llegó a hacer dos turnos en Aiscondel, para que en casa no faltara de nada. Guillem es el novio de Guillermina —la chica del PDeCAT—. No votará. Por mi parte, yo votaré nulo. Hablamos del referéndum. Es decir, de algo que ambos consideramos una protesta, que tememos ver raptada por un Govern y aplastada violentamente por un Gobierno. Hacemos, entre amigos, un plano del futuro. Si se produce cualquiera de esas dos cosas —pueden producirse, incluso, ambas cosas a la vez—, no tenemos ningún país. Nuestro país era un Cinturón que no existe, chulo, cabreado, orgulloso, problemático. Con serios problemas con las banderas. Nunca nos gustó el Estado con el tomaron el pelo a nuestros padres, erosionados por una dictadura feroz. Una parte de nuestras biografías se ha ido en esa protesta, en no encajar con ese Estado, con lo que la prensa y la política emitían como normalidad. No nos gustaría que nos tomaran el pelo a nosotros y que el Govern hiciera de esta protesta, épica, importante, emocionante, un referéndum efectivo. 

Es necesario un referéndum efectivo, no solo una protesta. Lo necesitamos para que la sociedad hable, por fin, de ella misma. Por primera vez en décadas y generaciones. 

Este artículo se publicó originalmente en en siguiente enlace de Ctxt.es

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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