Un grupo heterogéneo de investigadores intenta recuperar del olvido el acueducto romano de Gades, una faraónica infraestructura de 83 kilómetros que conectaba el manantial de Tempul con Cádiz.
Mediados del siglo XIX. El gobernador civil de la provincia de Cádiz, Ignacio Méndez de Vigo, presenta en el Ayuntamiento de Jerez un proyecto de reglamento orgánico con el objetivo de constituir una sociedad capaz de llevar a cabo la construcción de un acueducto que abasteciera de agua a la ciudad, por entonces ya con una población superior a los 60.000 habitantes y donde era más fácil beber vino que agua. En 1861, fundada la Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas Potables y Riego presidida por el alcalde Rafael Rivero, se pide al ingeniero Ángel Mayo que se encargue del proyecto.
Mayo recorrería media provincia buscando fuentes, pozos y manantiales para estudiar las diferentes posibilidades que existían de conducir sus aguas a la ciudad. Tras meses de trabajo planteó tres opciones: el río Majaceite, en Arcos de la Frontera; el Río Guadalete a la altura del puente de Cartuja; y el manantial del Tempul. Fue esta tercera opción la que finalmente acabó aprobándose por motivos técnicos, económicos y por la potabilidad de su agua, certificada por la Academia de Medicina de Madrid. Los trabajos, que comenzaron en mayo de 1864, finalizaban en 1869. Jerez por fin disfrutaba de un abastecimiento potable de agua.
Echemos ahora la vista aún más atrás. Nada menos que 2.000 años. Estamos en el siglo I. España se denomina Hispania y los romanos hace décadas que se hicieron los amos y señores de toda la península ibérica. En la provincia, Gades es la principal ciudad romana. Atrás dejó su pasado fenicio como Gadir para entrar dentro del orbe romano. En ese sentido, sus diferentes gobernadores trabajaron para que la ciudad se fuera desarrollando conforme a la imagen que daba Roma, la capital del imperio. Se construyen el teatro y el anfiteatro, las vías Augusta y de la Plata… Pero también había que abastecer de agua a una ciudad que hasta entonces se servía de cisternas y pozos. ¿A dónde fueron a echar sus miradas los ingenieros romanos de la época para traer el agua a Gades?
Es en este punto donde se une el pasado más lejano con el más reciente, porque si Ángel Mayo en el siglo XIX encontró la solución al problema del abastecimiento de agua en Jerez trayéndola desde el Tempul, 2.000 años antes ya hicieron lo propio los romanos merced a una de las obras hidráulicas más importantes no sólo de la antigüedad, sino de toda la historia de España.
Año 2014. Tras largos meses de investigaciones nace oficialmente el proyecto Aqua Ducta, una iniciativa subvencionada por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía y por la Unión Europea a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Comandada por el profesor de Historia Antigua, Lázaro Lagóstena, junto a un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz formado por historiadores, arqueólogos, ingenieros, geógrafos, arquitectos y espeleólogos, el objetivo es poder dar a conocer esta infraestructura tan desconocida en la provincia de Cádiz.Con una longitud de 83 kilómetros, el llamado acueducto de Gades -o Cannus de Hércules según documentos del siglo XIV- fue el más largo conocido de todos los que se construyeron en la Hispania romana, siendo una de sus principales características el que su trazado fuera subterráneo en un 60% del recorrido. La pericia de los ingenieros romanos estriba en el hecho de que tuvieron que atravesar montañas, rodear valles, cruzar ríos y adentrarse en marismas hasta llegar a Cádiz.
“Esto es un compendio de soluciones constructivas de hidráulica romana, algo que no es muy normal en los acueductos porque la mayoría son más pequeños y suelen utilizar una o dos técnicas. Aquí encontramos desde galerías subterráneas, tramos en los que van en canal descubierto, otros con tuberías a presión, otros excavados en la montaña a través de minas e incluso en algunos puntos se utilizan técnicas como los pozos de resalto, donde el acueducto baja y para salvar una pendiente importante utilizaba un sistema de cascadas”, afirma Antonio Figueroa, geógrafo y miembro del proyecto Aqua Ducta.
De ese 40% del trazado que se encontraba en el exterior, a día de hoy el tramo más visible se encuentra en el valle de Los Arquillos, en concreto en la finca del mismo nombre, entre Torrecera y Paterna de Rivera. Cuando comenzó el proyecto Aqua Ducta los restos de la arquería se encontraban completamente escondidos, enterrados bajo chumberas que fueron posteriormente eliminadas para que la bimilenaria piedra volviera a ver la luz.La fecha de construcción del acueducto no está clara, ya que las fuentes clásicas no hablan de él y los investigadores del proyecto todavía no han encontrado ningún tipo de inscripción o documento epigráfico que cite el año exacto de su construcción. Aún así, según la arqueóloga Esperanza Mata, todo haría indicar que su edificación fue impulsada por la dinastía Balbo, familia gaditana de elevado linaje y gran poder económico y político, ya que incluso uno de sus miembros, Lucio Cornelio el Mayor, alcanzó el rango de cónsul.
“En el proyecto Aqua Ducta lo que sí hemos hecho son analíticas de las costras calcáreas, ya que el agua que viene del Tempul tiene un alto contenido de carbonato, y esas costras que se encuentran dentro de los atanores y las galerías son susceptibles de ser fechadas. Esperemos que en un futuro nos aporte datos más fehacientes de la construcción del acueducto, pero creemos que estaría en torno al siglo I cuando se inició. De todas maneras una obra de esta envergadura tardaría años en completarse”, explica Esperanza Mata.
La importancia de esta impresionante obra hidrográfica la recuerda Antonio Figueroa en el hecho de que “no es sobrepasada hasta 2.000 años después cuando se construye, primero, la traída del agua a Jerez desde Tempul utilizando parte del trazado original de los romanos, pero sobre todo con la construcción del sistema de abastecimiento de agua a la zona gaditana. La construcción del pantano de los Hurones en el año 1945 es el siguiente hito en la hidráulica de la provincia. Hasta entonces no había habido ninguna obra que haya superado al acueducto de Gades”.
Hablar de una infraestructura de semejante tamaño no hace sino recordarnos al recién inaugurado puente de la Constitución de Cádiz. “Imaginaos una obra de 83 kilómetros para una ciudad romana. El coste inmenso y las implicaciones técnicas altísimas que tuvo sólo son equiparables al segundo puente, y además se le pueden encontrar algunos paralelismos de obra faraónica, de propaganda... Pasan 2.000 años pero estamos hablando de las mismas cosas”, considera Antonio Figueroa.Pero a pesar de los años que duraría su construcción, del dinero invertido y sobre todo de su importante labor de abastecimiento de agua, las investigaciones realizadas apuntan a que el acueducto sólo estuvo en funcionamiento apenas 100 años. Los motivos habría que buscarlos en el coste de su mantenimiento y en la coyuntura política. Lo cierto es que siglos después, en el XVIII, y unos 90 años antes de que Ángel Mayo proyectara su acueducto, el Ingeniero Ignacio Garcini presentaba al Conde de O’Reilly, capitán General del Ejército y provincia de Andalucía, un informe sobre la posible rehabilitación del acueducto para volver a ponerlo en funcionamiento, llegando a la conclusión de que era viable. Otra muestra más de la perfecta obra de ingeniería hecha por los romanos.
Una vez acaben las investigaciones que conforman el proyecto Aqua Ducta, el siguiente paso debería ser poner en valor el acueducto. Así al menos lo considera el alcalde de Torrecera, Manuel Bertolet, quien afirma que tanto para él como para sus vecinos fue “una sorpresa muy agradable” el descubrir que en su entorno se encontraba la obra hidráulica más importante de la Hispania romana, si bien ya tenían constancia de los restos, aunque creyendo que eran un antiguo sistema de canales.
“Tenemos que ir pensando en poner en valor los recursos que tenemos y la riqueza patrimonial. Esperemos que aparte de que esto vertebre el territorio, lo dé a conocer y sea una posibilidad de desarrollo, tanto en lo cultural, lo histórico, como en cualquier otro tipo de actividades que se pueda generar aquí. En mente se tienen muchas cosas, pero lo fundamental es que la UCA termine de investigar la obra, después que se le reconozca una figura de protección para al menos conservar lo que tenemos y por último que nos impliquemos el resto de administraciones porque es obligación de todos conservar el patrimonio y luego ponerlo en valor”, dice Bertolet.
Por lo pronto, son los más jóvenes los que están conociendo la historia y la importancia del acueducto. Diferentes colegios ya han visitado sus restos y algunos centros, como el CEIP La Ina, han realizado trabajos basados en el acueducto y en la teoría de los vasos comunicantes que han sido premiados y que incluso les ha valido para participar en la Feria de la Ciencia de Barcelona que se celebrará en abril de 2016. "Cosas como éstas son las que verdaderamente nos llenan y nos complacen", afirma en este sentido Esperanza Mata, sabedora de la importancia que tiene el que las nuevas generaciones conozcan lo que antaño, sin los medios actuales, podían hacer los habitantes de esta provincia. Al fin y al cabo el conocimiento, el esfuerzo y el trabajo siempre han sido una constante de esta tierra, por mucho que ahora unos cuantos digan lo contrario.
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